Capítulo VI

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—Creo que estás loca. ¿Entiendes que es imposible?

—No, no... Trace, yo te lo juro. Lo vi. Lo vi en la biblioteca. Antes de que nos encontráramos.

—Pero allí solo estaba Jack. No había nadie más allí aparte de él.

—¡No! ¡Matthew se fue con Hayes, antes de que llegarás! ¡Solo un par de minutos!

—¡No tiene sentido! Está desaparecido, la policía le dijo a su familia que era muy probable que estuviera muerto. Y todos piensan eso. Yo comenzaba a pensarlo hasta hace un par de semanas.

—¿Y ahora?

—Ahora pienso que estás loca.

—Escucha, sé que no soy la persona más amable ni nada por el estilo. Pero no soy mentirosa, se lo que vi. Mejor dicho, sé a quién vi. Y era Matthew Espinosa, sin duda alguna.

—Tengo una idea—Kaithe encarnó una ceja dudosa, no sabía si Trace realmente estaba a punto de creerle o de llamar a sus padres y acusarla de loca psicótica—Vayamos a la cueva.

—¿La cueva?

—Si, es el lugar donde solían reunirse. Ellos..., bueno, podría decirse que tenían su club extraño allí. 

—¿Y donde está esa cueva?

—Realmente es un sanatorio mental. Lo cerraron hace varios años, por no sé qué razón. Pero ellos se reúnen allí. Imagino que sigue siendo así. Al menos podríamos intentar ver si hay alguien.

—Genial—Se puso de pie y tomo sus llaves—Yo condujo.

—Tu me trajiste así que tendrías que hacerlo, sí o sí.

*

Kaithe estacionó el auto lo más lejos que pudo. Tuvieron que caminar por un par de minutos, y al menos había sido lo suficientemente sensata como para quitarse las botas y ponerse unas zapatillas sin tacón.

—Bueno, al menos sabemos que hay alguien.

—Hayes está aquí—Dijo señalando la camioneta con la linterna que habían llevado—Bueno, ¿Ahora qué? Se supone que tu eres la experta.

—Por aquí.

Rodearon el lugar hasta que dieron con un par de láminas de latón, detrás de ese montón de chatarra estaba un agujero lo suficientemente amplio para que pasaran por el.

—Lo siento, me largo. No vine para arrastrarme por el suelo. Supongo que tendremos que quedarnos con la duda. Estoy loca, asunto resuelto.

—No seas ridícula. Vamos.

Pasar a gatas no fue exactamente divertido pero al menos estaban dentro y eso era lo importante. Kaithe se sacudía en exceso porque pensaba que tenía bichos sobre ella. Trace se quejaba en susurros de que su compañera era muy dramática pero al menos la guío por el camino correcto.

—¿Cómo es que sabes de este sitio?

—Todos lo saben. No es realmente un secreto, solo que se mantienen alejados de aquí por miedo a encontrarse con ellos.

—Si bueno, no me refería a eso. Me refería a ¿Cómo sabías donde estaba la entrada súper secreta?

—Vine aquí con Cameron una o dos veces. Los chicos nunca estaban aquí, de hecho nunca vi a nadie aparte de nosotros merodeando por aquí.

—Imagino que Cameron los mantuvo lejos mientras ustedes se enrrollaban por cada una de estas habitaciones.

—¿Piensas que lo hacíamos como conejos, o qué? No todo fue sexo.

—Me dirás que no tuviste sexo aquí—Abrió una puerta al azar y espero con ansia la respuesta de Trace.

—No, no tuve sexo allí.

—De acuerdo. ¿Qué me dices de está?—Abrió la puerta que estaba más alejada de esa y al ver que Trace camino en silencio sin decir nada, sonrió triunfal—Eran todos unos pillines. ¿Quién lo diría? De él me lo espero pero de ti... Mira que con esa cara de niña buena que tienes casi me convences.

Unos pasos comenzaron a resonar por todo el lugar, ambas se miraron asustadas y terminaron por entrar en una de las habitaciones y esperaron en silencio que los pasos se alejaran. Cuando un teléfono sonó a todo volumen muy cerca de ellas, tuvieron que contener el aire pensando que se trataba de alguno de sus celulares, pero no era de ninguna de las dos.

—Mierda—Susurro Kaithe asomándose por la mirilla. Jack Gillinsky pasaba mirando su celular y sin prestar atención al camino, Kaithe se agacho lo suficiente como para que no la viera por el ventana de la puerta.

—Ok. Creo que es mejor que nos vayamos.

—No, no, no y no. Me arrastre por un agujero para llegar aquí, tuve que tocar una perilla que está infectada con tus sucias intenciones con el niño bonito de Cameron, y tuve que asustarme por culpa de Jack... cualquiera que sea su apellido. Nos quedamos. Hagamos lo que vinimos hacer.

—No tengo muy claro lo que vinimos a hacer.

—Averiguar que se trae la familia del barrio con todo ese misterio y de paso, ver si el otro niño bonito está o no vivo. Te aseguro que no estoy loca, sé que lo vi. Y vamos a confirmarlo.

—Creo que la loca está junto a mí, Kaithe ya vámonos.

—Dije que no.

—Si nos descubren...

—¿Qué nos van a e star descubriendo? Seguro que están follando, tomando o drogándose entre todos. Vamos.

Salieron de la habitación y caminaron con cuidado por el pasillo sin saber a dónde ir con exactitud. Trace había estado allí, pero Cameron solo le había mostrado el primer piso y cuando Kaithe comenzó a subir las escaleras, apenas y pudo seguirla.

—¡Oye, Kaithe!¡Basta! ¡Larguémonos de aquí!

—¡no!

—¡Te creo, de acuerdo, te creo pero vámonos de aquí!

—¡¿Por qué si ya estamos cerca?!

—Porque ellos están aquí y quien sabe lo que nos harán si nos descubren. No quiero tener problemas con ninguno de ellos.

—Tu solo tienes miedo.

—Ok, chica maravilla... puede que tú seas dura como el hierro pero acepta que estuviste apunto de desmayarte en cuanto Jack paso cerca de nosotras.

—¡Eso no es cierto!

—¿Cómo que no, si hasta lo dijiste?

—¡Nunca dije eso!

—¡si lo dijiste!

Trace la tomó por la camiseta tratando de detenerla, pero solo logro romperla. A Kaithe casi le da un infarto y comenzó a gritar por lo mucho que le había costado. Trace comenzó a gritarle a ella, y entonces las cosas se pusieron feas.

Kaithe comenzó a tironearle la camisa hasta que logró romperla y Trace la golpeo tratando de quitársela de encima. Cuando la puerta en lo alto de las escaleras estaban casi todos los chicos mirando como esas dos locas se golpean la una a la otra destrozando su ropa.

—Bueno, esto es algo sexi... debemos aceptarlo—Nash, Hayes, Matt y Shawn le dirigieron una mirada de muerte a Cameron que solo se encogió de hombros al ver a sus amigos. Levantó las manos como gesto de rendición y se hecho a reír.

—No me vean así, ustedes saben que tengo razón.

—¿Quién va a separarlas?—Pregunto Nash mirando de nuevo a las chicas—Yo no lo haré.

—Yo tampoco—Secundaron los otros tres. Aaron apareció y mostro su confusión al ver a Trace y a la chica que no reconocía en el suelo peleando.

—¿Qué mierda?

—Bueno, Aaron. Es tu turno hombre, sepáralas. Y cuando lo logres, tráelas adentro. Es tu momento de ser un héroe. 

Please, Hayes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora