Capítulo IV

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"... la policía sigue investigando la desaparición de Matthew Espinosa, manteniendo bajo la lupa a los amigos de la víctima, Hayes y Nash Grier quienes fueron los últimos en verlo con vida"

"Nash Grier y Hayes Grier, acusados de participar en la desaparición de Matthew Espinosa. Este pasado sábado la mayoría de los habitantes de nuestro querido pueblo se reunieron en casa de Carter Reynolds después de la celebración del baile de bienvenida.

»Según nuestras fuentes, todos afirman haber visto una discusión entre el mayor de los hermanos Grier, Nash, y la víctima, Matthew Espinosa. Momentos después varios testigos afirman que Nash, Hayes y Matt se fueron de la fiesta. A primeras horas de la mañana del pasado domingo se encontró cerca de la casa de los hermanos Grier una sudadera llena de sangre en posesión del joven Hayes, quién afirmó haber mantenido una discusión con Espinosa que llegó a los golpes..."

—Oh, vaya veo que te ha picado la curiosidad por el asunto de Matt.

Kaithe dio un salto en la silla al escuchar la chillona voz de Trace, se apresuró a cambiar de pestaña y a girarse para confrontar a la intrusa que tenía en la espalda. Al ver la expresión de Kaithe, Trace pensó que lo mejor hubiera sido no acercarse.

—Lo siento, no era mi intención molestarte.

—Como sea. ¿Qué haces aquí?

—Soy voluntaria en la biblioteca durante mi período libre.

—¿Tú lo haces todo, no?

Ambas chicas se distrajeron por la presencia de Cameron en la biblioteca. Aunque ninguna se movió, ambas lo siguieron con la mirada hasta que se perdió entre un par de secciones sobre geografía. A Kaithe le importó la forma tan extraña en la que Cam apareció de la nada sino más bien, la forma en la que Trace lo observaba. Poniendo mucho cuidado en cada uno de sus movimientos. Se escondía de alguien pero... ¿De quién? Ambas chicas se miraron entre sí y antes de siquiera poder decir algo al respecto, la campana sonó llenando cada rincón silencioso del instituto con su horrible y estridente chillido.

— ¿Vamos a la cafetería?

—Te sigo—Kaithe tomó todas sus cosas, no sin antes borrar todo rastro de ella en la computadora.

En California, las filas podían ser extremadamente largas y podías pasar toda tu hora de almuerzo solo tratando de comprar algo allí. En West, no era así. Solo era cuestión de ir y hacer una fila de si acaso tres minutos y pagar. Y hasta ahora, era la única cosa buena de ese pequeñísimo instituto.

—Siempre estás comiendo dulces, no te he visto comer algo sano.

—Trace, cariño. La pizza no es completamente sana. Compro estás cosas porque no me gusta comer nada que no haya visto como se prepara antes. Soy un poco neurótica.

—Pero... no sabes cómo hacen esos.

—De hecho si sé, cuando cumplí diez mi mamá me llevó a la fábrica para ver como los hacían. El dueño de la compañía es amigo de ella o algo así, la cosa es que sé cómo se hace cada dulce de esta marca—Paso un dedo por el nombre con una sonrisa engreída—Y si te das cuenta, solo como de estos dulces—Kaithe ajito la bolsa en su cara y sonrió satisfecha de poder comer sus dulces en paz.—Tengo uno que otro trastorno obsesivo cuándo se trata de comida. Por eso cómo 70 bonitas por bolsa, no más no menos.

—¿Y si pierdes la cuenta?

—Gracias al cielo me han bendecido por dios para poder hacer dos cosas al mismo tiempo.

—¿Eres religiosa?

—No realmente pero mis padres sí, y en ocasiones suelto esas frases por costumbre más que por devoción o algo así.

Please, Hayes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora