Please, Hayes.

Capítulo XI

—¡Hayes date prisa!

—¡Me estoy poniendo el pantalón!

—Pues hazlo más rápido—Grito histérica.

Kaithe estaba en el baño buscando sus zapatos cuando escucho las voces de ambos jacks y Nash en las escaleras.

—Puta madre—Maldijo—Corrió a la cocina, donde Hayes se estaba vistiendo a falta de paredes en el pequeño estudio—Están aquí.

—Mierda. Eh, bueno...

—Si dices que nos escondamos, te golpeo.

—De hecho—Susurro "gritando"—estaba pensando en la ventana

—¡Son dos pisos!

—Ven—La llevó casi arrastras por el piso, e hizo que sacara medio cuerpo por la ventana—Escucha, es fácil. Solo tienes que poner el pie en los ladrillos restantes, cuando estés lo más cerca del piso salta. Yo iré primero.

Hayes comenzó a bajar, como todo un experto debo decir, e hizo que Kaithe se preguntará ¿Cuántas veces habría tenido que escapar de la misma forma?

—¡G, por favor! ¡Tú siempre le tapas las cosas a Hayes!

—¡No lo hago, ¿ok?! ¡Y tú tienes que dejar de actuar como un desquiciado!

La puerta ya se había abierto y no quedo nada más que hacer que comenzar a bajar. Era una especie de escalera, pero con peligro de caer dos pisos y romperse una pierna. En su bolsillo, su teléfono sonaba como loco.

—En cuanto llegue a casa, mataré a esos gemelos entrometidos.—Susurro molesta y realmente asustada.

—Bien. Salta—Se quedó paralizada—Salta—Dijo Hayes otra vez—Kaithe solo salta, no te pasará nada.

Sin decir nada se soltó de la pared y se dejó caer. Hayes no estaba listo, ya que pensaba que no lo haría, y terminaron por caer al suelo. Hayes soltó un quejido de dolor y Kaithe de alegría, al menos había caído sobre él.

Cuando apoyo su mano para levantarse, no se dio dé cuenta de donde estaba haciendo presión. Abrió los ojos como platos y levantó su mano con rapidez, se dio la vuelta sentándose ahorcajadas sobre el pobre a dolorido, llevó su mano izquierda al brazo de Hayes enterrándole las uñas para no caerse de tanto vuelta que daba el chico, con la otra le tapó la boca al colchón humano antes de que gritará. 

La realidad la golpeo con mucha diversion: ¡Le había tocado el pene a Hayes Grier! Sin querer obviamente. Esas nunca fueron sus intensiones.

—Lo siento, lo siento, lo siento—Susurro riéndose—Esa no era mi intención. Lo juro.

Se pusieron de pie y salieron disparados al estacionamiento. Pobre Hayes, estaba caminando con una mano en la espalda y la otra en el pene, definitivamente no sabía que le dolía más.

— ¿Y adónde te llevo?

—donde quieras pero... cállate porque en este momento te estoy odiando mucho.

—Lo siento.

—Eso no remedia el dolor, querida.

Kaithe condujo por el pueblo por un tiempo sin saber a dónde ir, para el momento que pararon frente a una gasolinera Hayes ya estaba vestido por completo, y se había puesto los zapatos.

—Vamos te conseguiré algo frío—Se inclinó para tomar su monedero, y no estaba—Maldición.

—¿qué? ¿Qué hiciste ahora?