Please, Hayes.

Capítulo XXV

—Debo decir que me sorprendí mucho al verte pasar por la calle cómo si nada. Por un momento pensé que me había muerto. Y luego recordé que fui yo quien te mató a ti. Eso pensé al menos. Ya veo que la vida da muchas vueltas.

Uno de los amigos de Jake estacionó en la calle junto a los chicos.

—Suban.—Sonrió y señalo el vehículo.—Suban, tranquilos. Hoy sólo quiero hablar.

Uno de los monstruosos amigos de Jake jaló a Shawn hacia el vehículo e hizo que se sentará. Uno a uno estuvieron amontonados en la camioneta hasta que se perdieron en la calle.

*

—Es muy raro que estés allí parado sin decir nada. ¿Lo sabes, no?

—Me queda claro—Nash sonrió—Pero no sé que decir.

—Yo si. Es mejor que nos vayamos de aquí, literalmente estamos en medio de un cementerio.

—De acuerdo.

Silencio.

—Eres muy malo para ligar con chicas.

—Créeme, lo sé. He perdido la práctica. Solía hacerlo mejor.

— ¿Eso significa que eras todo un Don Juan?

—Podría decirse.

—Genial. Muestrame.

— ¿Qué?

—Si, muestrame. Si eras tan bueno, con sólo un par de palabras lo lograrás. Iluminame.

—Bueno. —Nash se giró, respiró profundo y se volvió hacia Taylor excesivamente dramático—Hola Soy Nash.

Sonrió muy grande, e inclinó un poco la cabeza. OK. Si, tenía una linda sonrisa, muy linda pero... ¿En serio? ¿Eso era todo?

— ¿Eso de verdad te funciona?

—Lo creas o no, sí.

—Supongo que te gustan las tontas, en ese caso.

—Me gustas tú y estoy muy seguro de que no eres tonta—Lo dijo tan serio que Taylor se lo creyó por un momento.

—Si, ya lo veo. Si sabes ligar, pero sigo pensando que vas por las muy tontas—Se cruzó de brazos y encarnó una ceja—Fue divertido pero tengo que irme. No me gustan los cementerios.

—Definitivamente es el lugar más raro dónde he ligado.

—Dónde lo has intentado, al menos.

*

Kaithe podía ser grosera, mal educada y algo cínica pero no entendía cómo Hayes simplemente había echo un borrón y cuenta nueva cómo si nada. Él, literalmente, tardó dos segundos en superarlo, y cinco más en sacar un nuevo tema de conversación cómo si todo lo anterior no hubiera sucedido.

—…no me quejo, digo, estuvo divertido.

—Si, ya lo creo.

— ¿Éstas bien?—Preguntó cómo si nada.

«¡No estúpido! ¿Cómo se supone que voy a estar bien cuando tú estás ahí sentado fingiendo que nada paso. Me besaste. Prácticamente me desnudaste. Y debo fingir que no paso nada, cuando, por alguna razón inexplicable, yo quiero que ese rollo continúe

Kaithe sabía que gritar en su mente no ayudaba, e intentaba seguir el ritmo de la conversación cómo si no pasará nada. Si Hayes podía fingir que nada pasó, pues ella podía hacerlo. Y podía hacerlo mejor.