Capítulo IX

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Hayes cerró el casillero con fuerza, el estruendo alertó a los pocos chicos que estaban por los pasillos. Él solo quería golpear algo, lo que sea. Y cualquiera que se curzara en su camino pagaría el precio.

—No te desquites con eso.

Genial, justo a quién más necesitaba ver en ese momento. Kai fue parecía tener un don para aparecer en las peores situaciones. Definitivamente era una especie de imán para los problemas.

—Lo último que quiero ahora, es hablar contigo Kaithe.

—De acuerdo—Le paso la camisa gris que había utilizado un par de días atrás—Sólo quería devolverte esto.

—No es mía.

—Estoy segura de que puedes encontrar al dueño.

Los chismosos que estaban en el pasillo, fingían hacer otras cosas para no ver directamente a esos dos personajes extraños en medio del pasillo. Hayes captó la mirada demasiado indiscreta de una chica de primero, fruncio el ceño y por instinto, la chica se fue de allí con la cara gacha.

— ¿Tomarás la camisa o no?

—Solo quedate con la maldita camisa. Y mantener lejos de mí.

Kaithe no esperaba que le gritara, solo dio un paso atrás y dejó que Hayes se marchará aterrorizando a todo el que estaba  cerca. Tenía un rato observando su comportamiento por eso decidió no coquetear con él para no hacer que explotará contra ella, misión fallida.

Habían pasado varios días desde que ella y Trace fueron a la cueva. No había visto a ninguno de los chicos desde entonces. Tampoco tenía intensiones de tener una "amistosa" reunión con NADH, Cameron o Gilinsky. Si al resto de los chicos no les caía bien, ellos tenían un peor concepto de Kaithe que los otros.

Kaithe sabía que se había pasado. Cómo siempre, quiso utilizar su sentido de la intusión y la observación para picar y molestar un poco a esos chicos pero mientras más jugaba más perdía el control de su boca. Y cuando llegó a los hermanos grier, simplemente no pudo detenerse y lo dijo.

En el momento en que Nash se acercó, lo vio, vio en su mirada el dolor que le había producido. Y también se dio cuenta que él no estaba jugando. Y que de verdad le haría algo malo si seguía metiendo con ellos.

Basta de juegos, Kaithe. Elegiste el blanco equivocado.

El último timbre. Perfecto. Sólo quería a su casa, y evitar sentirse un poco menos culpable. Aunque eso era casi imposible, lo que tenía de mala también era el nivel de cargo de consciencia que tenía luego de abrir su enorme bocota.

Antes de subir a su auto se fijo que Nash estaba al otro lado del estacionamiento. Comenzó a cruzar el aparcamiento tan rápido cómo sus zapatos se lo permitían..., tenía intensiones de disculparse y al menos intentaría hacerlo, no importa que Nash pudiera ahorcarla en su intento.

—¡Oye, Grier!

Se doblo en dos, buscanco aire, cuando llegó hasta su auto. Demonios, si que le hacía falta ejercicio. No había pisado un gimnasio desde mucho antes de mudarse y tenía que remediar esa situación, en cuanto pudiera estar en buenos términos con los amigos de Hayes.

—¿Qué quieres? Pensé que había quedado claro que no te quería cerca de ninguno de nosotros en especial de mí. Y de mi hermano.

—Lo sé, lo sé. Lo entendí a la primera.

—No parece.

—Oye, estoy intentado disculparme ¿Si? Y deberías sentirte honrado por que no lo hago nunca.

Please, Hayes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora