La Pintura

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«-¡Mamá, mamá! ¿Hay oreos o algun tipo de galleta?

-Hay oreos en el armario de los dulces. ¿Por que preguntas? ¡No comas entre horas que luego no tienes hambre!

-No es para mi, es para un niño del jardín, esta escondido y no quiere salir.

-¿Un niño..? Erza, no es un perro, por que le lleves comida no va a salir de su escondite.

-Si, si saldrá, yo lo se. Se que tiene hambre...»

-Erza... -la chica volvió al mundo real con la voz de Jellal y se percató de que estaba en la cocina abandonada de la mansión- ¿Estas... Bien..? -la seguía no muy de lejos el chico, que miraba de vez en cuando la estructura, temiendo que pudiese caerse.

-Si... Si, estoy bien... -acarició el mármol sucio y quemado de la encimera. Miró a su alrededor y vió los muebles viejos y polvorientos que parecía que caerían a pedazos.

-¿Estas segura de que estas bien? No se te ve buena ca... -calló el peliazul en cuanto vió lágrimas caer por las mejillas de la chica, pero esta parecía no darse cuenta de que lloraba.

-Ahora si se que son las cosas que veo... Son recuerdos... He escuchado la voz de mi madre en esta cocina... La he escuchado nombrarme porque yo... ¿Quería oreos...?

No pudo reaccionar mucho, Jellal ya la abrazaba y la retenía contra su pecho para que dejase de llorar, aunque ella no era consciente de ello.

-¿Quieres que nos vayamos..?

-No... Quiero... Quiero explorar la casa.

Poco despues, Erza intentaba subir unas escaleras hacia el piso de arriba, pero la madera estaba en muy mal estado y los ladrillos que la sostenian, estaban muy rotos.

-¡Erza, por favor te lo pido, baja, te vas a hacer daño!

-Es una escalera, no pasará nada.

¿Amor o Capricho?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora