Abre la boca lentamente dejando ver un poco sus dientes, recorre en forma de pequeños mordiscos la parte derecha de mi cuello. Él sabe que es mi debilidad, sabe que es justo ese punto capaz de provocarme terribles pero ansiosos e irresistibles temblores. Echo mi cabeza hacia atrás cada vez que siento su lengua, su saliva contra mí, como permanece ahí y mi piel la absorbe poco a poco, como agua para sobrevivir. Sabe cómo moverse para deleitarme y hacerme balbucear. Sabe cómo hacerme sentir querida solo tocándome la mano, porque su tacto... el tacto de su mano es único. Si me vendaran los ojos y me pusieran a mil hombres en fila tocándome uno por uno la mano, sería capaz de reconocer la suya al instante.
Los dos sentados con las piernas abiertas y entrelazadas, nuestros pechos rozándose, mis manos recorriendo su espalda y él cubriéndome en círculo con su fornido cuerpo. Así es como me gusta que me abrace, sintiéndonos tan unidos, mucho más de lo que alcanza lo mero físico. Nuestras respiraciones no están coordinadas, de hecho, son un completo desastre. Pero es en ese desastre en la que nuestros latidos se unifican creando un descontrol perfecto. Y es que el día en que no se me acelere el corazón por estar con él, pensaré que no merece la pena vivir porque esta sensación debería ser eterna: el notar como todos los sentidos tienen vida propia y juegan con los de la persona que amas, una sensación que buscaré una y otra vez.
Las gotas de agua caen con demasiada fuerza, hasta que mis ojos se abren por completo y me percato de que se trata de granizo. El corazón se me acelera por ese ruido desagradable que produce el choque contra el cristal de la ventana.
Y otra vez esos sueños.
Hacía meses que no los tenía, pero cada vez que los tengo, se pronuncian y se enfatizan en mi vida con más fuerza. Cuanto más sueños tengo, más vida cobran y más puedo palparlos con tanto impulso que parecen demasiado reales. No puedo obviar el hecho de que todos ellos tienen algo en común: él. Parece una figura masculina, aunque tampoco estoy completamente segura porque no consigo divisar ningún rostro en particular, pero sí su voz, su olor, su tacto. Siempre los vivo en primera persona y siento que realmente yo estaba allí: que le tocaba, que me hablaba, que se sentía increíblemente bien. Incluso cuando despierto, esa sensación aún permanece en mis carnes por pocos segundos, y ojalá duraran para siempre. Ojalá hallara el modo de sentir eso permanentemente.
Pero todo se torna una locura cuando comprendo que creo ser capaz de sentir... a su espíritu. ¿Quizás se trate de un ángel? Tal vez con los años estos desaparezcan.
Y no me gustaría en absoluto.
A veces me siento diferente, y supongo que debería querer poder soñar con el helado más grande del mundo, sin embargo no los quiero cambiar por nada en absoluto.
Escucho los grandes aullidos de mi hermana que simulan un lobo hambriento. Qué curiosos me parecen sus llantos, y es que son una mezcla de gritos y lágrimas. Me levanto de la cama y me dirijo a su habitación, esperando que todavía no haya despertado a mis padres. Desde que ella está bajo nuestro techo, aprecio mucho más lo que ellos hacen por nosotras: las noches en vela, los malabares para cuidarnos a las dos, todo el dinero que requerimos. Ya tenían suficiente con su trabajo en las oficinas, como para tener el triple también en casa, y aún así nunca nos faltan los besos ni un plato caliente sobre la mesa.
- Holly -balbuceo, acariciándole la mejilla.
Ella me mira, sus pequeñitas manos se cierran parpadeantemente, sus ojos cristalinos conectan con los míos.
Se parece a mamá. Es su viva imagen. Ese pelo rubio no es de nadie más.
Me fijo que hace el amago de querer llevarse un dedo a la boca, así que alcanzo su chupete y se lo doy. Ella parece relajarse al instante y sus ojos empiezan a cerrarse dulcemente.
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LA CHICA CON EL ALMA DE HIERRO | Libro I Y II
Teen FictionAtenea Hamilton esconde en lo más profundo de su ser distintas historias, en las que todas tienen algo en común: él, Henrik. Tras siete vidas, estas dos almas se reencarnan una vez más para volverse a encontrar. Sin embargo, parece que esta vez el d...