19. Me estoy ahogando.

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Hoy vamos a mostrar a Meredith ❤️ una muy buena mami.


- Tú ganas. Es exactamente lo que dices, ahora vámonos -me sujeta del brazo con la intención de dirigirme hacia la salida. Por su tono de voz sé que he agotado toda su paciencia.

- ¡No me des la razón como a las tontas!

- ¡Tú me obligas a hacerlo! Sólo quiero sacarte de esta mierda. Hablaremos cuando pase todo, ¿está bien?

- Ahora no quiero irme -suelto.

- ¡¿Qué?! Joder. Sí lo sentí, te lo juro por mi propia vida.

- Sólo alguien que miente juraría algo por su propia vida.

Él resopla, esa vena en su frente comienza a marcarse con fuerza.

- Lo juro por Mercy.

Mi silencio es sepulcral. Se acerca de nuevo a mí, su expresión está más relajada y enseguida noto que su tono de voz también:

- ¿Lo ves ahora? Sí lo sentí. Pero después de lo que me has dicho, necesito sacarte de aquí. ¿Está bien?

No puedo más. Rompo a llorar de nuevo. Me aferro a él y vuelvo a sollozar. Henrik tiene el afán de acariciarme el pelo y apoya sus labios sobre mi cabeza.

- Me da mucha rabia, Henrik.

- Le partiré la cara -afirma.

Yo me separo de él para mirarle a los ojos.

- No te metas en problemas, no quiero que vuelvas a pelearte. Es lo último que quiero.

- No me lo estás pidiendo. Ahora mismo estoy conteniendo toda mi fuerza para reventársela contra su cara.

- No quiero que lo hagas -insisto, él tuerce los labios.

- ¿Qué te ha hecho? Exactamente.

- Él... quiso hacer una apuesta, pero yo quería descansar. Se metió en la cama conmigo y... no sé por qué lo hice, pero le besé.

Henrik cierra los ojos asimilando mis palabras. Yo me armo de valor para continuar sin echarme a llorar de nuevo:

- Él comenzó a... tocarme, le dije que no quería seguir con eso, que me lo pensé mejor. Pero eso no le gustó. Siguió tocándome incluso cuando me levanté de la cama, no me quedó otra que darle una patada en...

- ¿En los huevos? ¿Atenea Hamilton dando una patada en los huevos?

Él ríe, pero sé que sólo quiere hacer que lo olvide y no me sienta tan mal conmigo misma.

O quizás está muy concentrado en controlarse a sí mismo.

Así es. -Digo, él besa mi cabeza orgulloso.

- Sólo me ha costado diez años construir esto -bromea.

El silencio vuelve a reinar, ninguno de los dos sabemos qué más decir. Sus brazos comienzan a deslizarse por mis hombros hasta dejarse caer:

- En realidad... -comienzo, mi voz está quebrantada-, me da rabia tener que irme. Mira a todos -señalo a nuestro alrededor-, se lo pasan tan bien... Yo sólo quería una noche para mí, algo que recordar.

Henrik asiente apenado.

- Estás a tiempo. -Menciona, yo le miro atónita.

Yo le miro frunciendo el ceño.

- Estás aquí, la noche puede ser eterna si queremos. Busca a Haley o a Shay. Mejor a Shay -suelta después de pensarlo bien, eso me hace reír.

- Las dos están pasándolo bien, no quiero estropearles nada.

LA CHICA CON EL ALMA DE HIERRO | Libro I Y IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora