9. Dieciséis años

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Si habéis llegado hasta aquí... MILLONES DE GRACIAS.

Pero aquí es donde empieza lo bueno, aquí ya son adolescente y empieza la historia ❤️

Vamos a hacerlo más interesante poniendo ya caras a los demás personajes ❤️

En multimedia tenéis a SHAY, una amiga leal ❤️


Shay está organizando la que será la gran fiesta del año para celebrar su décimo sexto cumpleaños. Ya lo celebró en la intimidad con su familia y con nosotras el mismo día en que los cumplió, pero finalmente se animó a hacer una segunda celebración por todo lo alto.

Será en su casa y sus padres se están volcando con ella como nunca; incluso han comprado un equipo de música de última generación y han pedido a un restaurante de las afueras para que traigan todo un surtido de sushi a domicilio. Pero ellos siempre han sido así con Shay, igual de protectores y con esa fijación para que su hija sea feliz. Aunque en el fondo opino que se centran tanto en ella para no pensar en su otra hija, Arizona, quien se suicidó cuando ella tenía quince años y Shay apenas cumplía su primer año. 

Arizona tenía todo el dinero del mundo y una familia que la amaba, pero eso no era suficiente para que fuera feliz el poco tiempo que estuvo en el mundo. Sufría bullying en el instituto, sus compañeros le hacían la vida imposible día tras día y buscaban todas las formas posibles para burlarse de ella, dañándola y desestructurándola poco a poco de una forma asquerosamente maquiavélica. Y para colmo, el instituto no hacía nada al respecto. De hecho, incluso la castigaban sólo a ella.

Pero lo peor de todo fue que incluso en su último día, su último minuto y su último suspiro lo pasó sola. Aquella tarde, decidió subir a la azotea de ese gran edificio que hay al lado del restaurante japonés más famoso de la ciudad y se tiró al vacío. Así de simple y así de fácil se acabó una vida. En el funeral no pudieron abrir el ataúd, y alguna que otra vez Shay comentó que tuvieron que coser gran parte de su cuerpo que se había despedazado en la caída.

Cuanto más pienso en Arizona, más comprendo lo efímera que es la vida para algunas personas y más asimilo que las oportunidades son limitadas, los días contados, y las personas a las que alguien puede estar destinado a conocer, pueden jamás saber tu nombre. También sigue impresionándome lo ocurrido con el ataúd. Por lo que contó Shay, sus padres solicitaron ver el cuerpo de Arizona estuviera en el estado que estuviera. Y no puedo imaginarme lo duro que debió de ser cuando se enteraron de que la última vez que la vieron, fue la última vez que estuvo respirando. Necesitaban verla una vez más, necesitaban ser conscientes de que no iban a verla cruzar nunca más la puerta de casa y necesitaban decirle adiós en la más estricta intimidad. 

No puedo imaginarme algo más horroroso que tener una muerte tan solitaria y sintiéndote... tan poco querida. Aunque la realidad es que sí fue amada, pero le pesó más los problemas que la cegaban. Ojalá el colegio hubiera educado a los causantes para que jamás la hubieran tomado con ella y dado la espalda, ojalá todas las personas supiéramos reconocer las señales y saber cómo actuar, ojalá nunca nadie más tenga que vivir algo así.

Sacudo la cabeza y trato de apartar esos pensamientos para volver a centrarme en la fiesta. Noora y Haley han estado preparando unas invitaciones increíbles con un programa de ordenador que Noora domina a la perfección. Shay y yo las entregamos a mano el miércoles pasado a todo el instituto, y a día de hoy Shay es la comidilla en los pasillos, sólo se habla de su fiesta. Ya no es un secreto que será una fiesta sin padres, barra libre de bebida, Ricky -de tercer curso- se ofreció a ser el DJ y todo el jardín estará repleto de lucecitas, además de que dispondremos de su gran piscina.

LA CHICA CON EL ALMA DE HIERRO | Libro I Y IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora