16. ¿Estaba... buscándome?

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¿Qué tal si mostramos hoy a Holly? Parece que solo molesta... pero en realidad tengo grandes planes para ella...

La rubita Holly.

La morena Mercy (hay que imaginarla de más mayor, ya que tiene unos años más que Holly).

La morena Mercy (hay que imaginarla de más mayor, ya que tiene unos años más que Holly)

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La madre de Shay está casi más entusiasmada que ella, incluso le ha comprado un vestido de infarto para la Gran Fiesta. No me sorprende, sus padres lo harían todo por ella con tal de que jamás esté triste.

Cuesta mucho concentrarse en este maldito trabajo con tantas cosas en la cabeza, pero cojo una fotografía más y la pego en la gran cartulina. Shay escribe el nombre del tipo de célula y sus características, lucho para no levantar la mirada y controlar a Henrik, pero soy demasiado débil.

Exhalo un suspiro cuando sus ojos encuentran los míos, él sostiene su teléfono por debajo de la mesa y alza las cejas haciéndome entender que revise el mío.

Mi instinto femenino me pide que le haga de rogar, que rodee los ojos y haga caso omiso, que lo revise cuando llegue a casa o incluso espere a mañana, pero antes de darme cuenta, ya estoy sacando mi teléfono del bolsillo.

- Tierra llamando a Atenea -suelta Shay, moviendo su mano por delante de mi cara para llamar mi atención, detengo el acto-. ¿Me estabas escuchando?

- No -admito-, perdona. ¿Qué decías?

Ella ríe negando con la cabeza.

- ¿Ya sabes qué te pondrás?

- Todavía no, tal vez le preguntaré a mi madre si tiene otro vestido para dejarme.

- Los vestidos de Meredith molan muchísimo, ojalá tenga uno rojo o negro para prestarte. Sólo asegurarte de que te hagan un buen culo -se lleva el lápiz a la boca y lo muerde.

Como siempre, no sería Shay si no hiciera de vez en cuando alguna referencia a Henrik, y todas las que conciban contenido adulto le pierden.

- ¡No pienso en eso! -justifico-. Además, no sé por qué sigues con el tema, él ni siquiera puede ir.

Shay frunce el ceño y sigue enganchando las siguientes fotografías.

Me aseguro de que la profesora está entretenida corrigiendo una gran pila de papeles perfectamente colocados a un lado de su mesa y vuelvo a sacar mi móvil disimuladamente, lo coloco encima de mis piernas y reviso los mensajes:

"Mensajes con Henrik:

Llevo días intentando hablar contigo y tú sólo has estado evitándome.

- A los dos se nos da bien hacer eso.

- Déjate de sarcasmo. Te estoy diciendo que tengo algo que decirte.

LA CHICA CON EL ALMA DE HIERRO | Libro I Y IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora