3. Siete años

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En cada capítulo, iré poniendo fotografías de la situación o de los personajes ❤


Mamá vuelve a ordenarme una vez más que deje el cuaderno de colorear en la estantería porque debemos salir inmediatamente hacia casa de los Fields, y no hay nadie más en este planeta que odie tanto llegar tarde como mamá. Un fin de semana más en el que deberé soportar al inaguantable, frío, cínico, grosero y maleducado de Henrik.

Para colmo, ellos viven en la ciudad de Sunrise, ubicada a casi una hora de distancia desde casa, y desde el accidente, odio hacer viajes que superen los diez minutos.

Desde entonces, todo gira alrededor de ese accidente. Nuestras familias tuvieron que reunirse en demasiadas ocasiones para ordenar los papeles del seguro y mantenimiento del coche, así como de los daños personales. Además, que mi madre tenga una carrera universitaria en derecho y que los Fields estén en medio de una investigación por un presunto sabotaje, no es una buena combinación para alguien que quiere evitar que dispongan del tema de conversación perfecto, pues podrían pasar días enteros hablando una y otra vez del mismo tema, lo que me conlleva a tener que pasar horas y horas con ese maleducado.

Aunque creo que debería empezar a mentalizarme de que tendré que acostumbrarme a ello e incluso hacer un esfuerzo por soportarle, ya que después de escuchar las últimas charlas de papá y mamá sobre los Fields, parece ser que se han hecho íntimos amigos.

Encima, odio el hecho de que cada vez que nuestras familias quedan para juntarse, para mamá significa que hay que arreglarse como si fuéramos a la gala de unos premios. Lo que conlleva a que ella repase mi atuendo y mi peinado una y otra vez durante mínimo dos horas y media. Para esta ocasión -y parece ser que es la definitiva-, ha vuelto a hacerme una trenza de raíz, cosa que admito que adoro porque me da mucha libertad para jugar cómoda sin que el pelo estorbe en mi rostro. Además, me ha vestido con unos pantalones vaqueros y una blusa de seda de color turquesa. Aunque no puedo juzgarla porque trate de que siempre me vea formal y elegante, porque ella también se ve así cada día para cualquier ocasión, siempre se ve bien, y de mayor me gustaría ser tan coqueta como ella.

Tampoco me gusta quejarme de todo. Sobre los Fields, realmente el problema sólo lo tengo con Henrik. Pero en cambio adoro a sus padres. Martha siempre se acuerda de hacer mi postre favorito: crusanitos caseros de chocolate. George, por su parte, siempre se toma la molestia de prestarme cuentos para que papá y mamá me lean a la noche. Además, no son los típicos cuentos llenos sólo de dibujos que tratan sobre una pobre princesita que debe ser rescatada. No. George me ha dado el placer de conocer historias como El principito o El Mago de Oz. Aunque mi libro favorito siempre será Matilda: un libro que mamá encontró en un rastrillo y por el que apenas pagó dos dólares para adquirirlo. Siempre criticó lo intolerable que es que le dieran tan poco valor a una historia de tanto éxito, pero esa familia quería quitárselo de encima. "Ignorantes", les llamaba mamá.

Sería fantástico poder decir que cuando voy a casa de los Fields, Henrik siempre me recibe con los brazos abiertos y con algún juego nuevo pensado para jugar los dos. Pero la realidad es que pocas veces se digna a saludarme, y aunque sí solemos jugar en la misma habitación, siempre lo hacemos por separado. Nunca juntos, jamás juntos. Lo que más me sorprende, son los ojos caramelizados tan bonitos que tiene y la forma en la que los desperdicia con esas miradas tan frívolas con las que seguramente incluso se esfuerza para dedicármelas. Aunque en realidad pienso que no es malo, no del todo, al menos. Quizás es sólo... complicado.

Al mirar por la ventana diviso inmediatamente el barrio acogedor de los Fields. También observo cómo su coche ya está completamente restaurado y apenas se pueden notar los grandes destrozos que sufrió. Papá aparca justo en uno de los huecos frente la puerta metálica del garaje y mamá se gira hacia mí asomando su cabeza entre el hueco de los asientos delanteros:

LA CHICA CON EL ALMA DE HIERRO | Libro I Y IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora