37. Y me destrozó el alma.

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Desde el punto de vista de Henrik

- La buena educación es la base en la vida. No podrán ser nadie de provecho para este mundo si no entienden que los modales representan lo que somos. Recuerden, codos fuera de la mesa, pies juntos, barbilla alta, y la espalda recta, siempre recta. Créanme, en unos años me lo agradecerán cuando sean líderes de compañías de importancia mundial y causen buena impresión incluso a sus competidores.

La Señora Rottenmeier camina a paso lento por el comedor, repasándonos a cada uno fila por fila con una detención demasiado abrumadora. Ladea la cabeza de vez en cuando de una forma muy delicada, y es en esos momentos en los que más de uno aprovecha para dar un gran suspiro para tratar de relajarse. Lo único que se escucha es el sonido de sus tacones y cómo alguien traga saliva resultando ser algo molesto. Anwar ni siquiera pestañea, y Fergus trata de aguantar la risa, la cual está apunto de contagiarme. Y en cierto modo lo agradezco, porque hace demasiado tiempo que nadie consigue que vuelva a ser yo, porque la única persona que tenía ese poder era ella.

Cada segundo, cada minuto y cada hora del maldito día es un infierno, una jodida pesadilla estando despierto.

Pero, ¿a quién pretendo engañar? Me lo merezco.

Me lo merezco porque yo mismo elegí irme, creyendo que era lo que necesitábamos, creyendo que era el precio que debía pagar, el precio más alto de todos.
Me lo merezco por todos esos años en los que elegí hacerle tanto daño de todas las formas más descabelladas que se me ocurrían, a lo que lo único que recibí a cambio fue su amor, sonrisas tristes que no debían estar en sus perfectos y rosados labios y el perdón que yo no merecía.

No me quito de la cabeza una canción que Anwar me mostró, The scientist - Coldplay.
¿Cómo he podido vivir sin saber de la existencia de este grupo?
¿Por qué todas sus letras describen tan malditamente bien lo que siento?
¿Por qué cojones la veo a ella en cada canción que escucho?

Come up to meet you, tell you I'm sorry,
You don't know how lovely you are,
I had to find you, tell you I need you,
Tell you I set you apart,
Tell me your secrets and ask me your questions,
Oh, let's go back to the start.

Mierda, sí, jodidamente sí. Ojalá volver al principio de todo. Ojalá volverte a conocer. Ojalá poder hacer las cosas mejor. Ojalá saber antes lo que sé ahora. Ojalá poder estar contigo.

Desde que descubrí la verdad -es decir, sus mentiras-, todo en mí ha cambiado, yo he cambiado, y es una jodida mierda la facilidad que tienen algunas personas por cambiarnos pese a todo el trabajo y esfuerzo que nos ha conllevado a ser quienes somos, con el maldito objetivo de ser mejores para ellas. Ya no se me ocurre hacer bromas tan fácilmente como se me ocurrían antes. Ya no me apetece escapar a media noche con Fergus para robar helado de la despensa. Y ni siquiera me ducharía si no fuese porque Anwar me lleva prácticamente arrastras.

Últimamente lo único que hago es estirarme sobre mi cama con los dedos entrelazados bajo mi nuca y con la vista fija en el techo mientras suenan las canciones más depresivas -y a la vez, más buenas- de Coldplay.
Soy un jodido masoquista, lo sé. Pero de alguna forma siento que cuanto más continúe destrozando mi corazón ya roto en pedazos, antes se acostumbrará al dolor y encontrará la manera de recomponerse, de una forma u otra.
Los fines de semana, en ocasiones incluso me animo a reír un poco cuando Fergus cuenta sus desastrosas hazañas con las chicas del internado, aunque supongo que el que me pase la mayor parte del tiempo borracho tendrá algo que ver, pero no me importa.

LA CHICA CON EL ALMA DE HIERRO | Libro I Y IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora