Cuando era un niño, mis reacciones sociales nunca fueron las mejores. Vivía en constante cambio. Asimismo, desarrollé un pequeño resentimiento contra los niños de mi edad. Los golpeé, les grité y quizá también mordí unas cuantas manos de docentes.
Pasé por muchas terapias familiares y psicólogos de distinto tipo. Mi madre contrató a un profesor de modales y mi padre contrarrestó mis insolencias con vigorosos golpes. Los odié mucho por impedirme la posibilidad de llevar una vida normal y aprendí a engullir mi rabia en lecturas de idiomas extranjeros.
Después de aquella parte de mi vida, nunca volví a mostrar una sola grosería y mi mala conducta se encerró bajo cuatro paredes mentales.
Nunca me traumaticé por esos cortos hechos en mi vida.
Pero adquirí un pequeño vicio.
Aprendí a depender emocionalmente del resto. Mis sonrisas y mis buenos tratos eran dedicados a todo aquel que fuera menor que yo. Los trataba cuales hijos. Procuraba emboscarlos en abrazos y llenarlos de enternecida felicidad. Por ejemplo, Jungkook o Tae. En Europa, no dudé en hacer de mis pretendientes ideales de retoños. Actualmente, Yoongi era una viva muestra de ello.
—Eres un buen chico, muchas gracias —le sonreí dulcemente, acariciando las hebras que caían como flequillo sobre su frente. Me miró con una ceja altiva, bebiendo su leche de frutilla con total calma.
—Es igual, cualquier cosa es mejor que escucharte hablando como si tuvieras un tractor en la boca —replicó tranquilo.
Arrugué el ceño.
Llevábamos alrededor de tres días siguiendo esta pequeña rutina. Min se había aburrido de verme usar una mala pronunciación respecto al ruso... Y habíamos llegado a este extraño punto, donde dejábamos nuestras diferencias de lado y nos permitíamos entablar una conversación como personas civilizadas. O al menos lo intentábamos.
—¿Desde cuándo sabes ruso? —interrogué, buscando mis palillos chinos -especiales para la ocasión- y mirando con ojos brillosos el paquete de sushi recién preparado que estaba en manos de Yoongi. Era un pedido de hace media hora. Como recompensa por su arduo trabajo, le invité a comer; bueno, comer entre comillas porque seguíamos flojeando en nuestra habitación. Parecíamos lobos marinos en sus veraniegos días soleados o alguna clase de perezosos con discapacidad.
—Desde los diez —musitó, viéndome acomodar los platos de plástico. Silbé con merecido asombro—. ¿Qué? No es la gran cosa. Sobre valoras mucho los idiomas. Si los practicas diariamente, pueden volverse algo increíblemente fácil. Quizá incluso como un juego —se mofó. Puse los ojos en blanco, maldito vanidoso. Le entregué su plato, rompiendo el plástico que envolvía nuestra merienda y obsequiándole cinco enrollados. Él los aceptó gustoso, masticando el primero con una lentitud admirable. ¡Hasta se molestó en partirlo pedazo a pedazo!— ¿Qué? —preguntó mirándome curioso.
—Nada. Me sorprende que comas con tanta elegancia, es todo —y me encogí, añadiendo segundos después—: También sabes francés, ¿no? Y ahora alemán. Es algo admirable, en realidad —enumeré. Él sonrió.
—¿Te parece? Puedo aprender cualquier idioma menos el inglés, es lo que más se me complica —abrí los ojos atónito—: Sé lo que dirás ahora; es el lenguaje más fácil, ¿no es así? —asentí, sin molestarme en abrir la boca— Como sea, muchas lecciones particulares me han enseñado lo complejo que es —rezongó, mordiendo y masticando. A pesar de todo, también tenía puntos débiles. Puntos que podrían fortalecerse con la compañía e ilustraciones adecuadas.
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❛White Night❜ 🠔 {YoonJin}ܟ
FanfictionFanfic ganadora en el concurso #yoursawards2022 ❝Kim Seok Jin es un omega que acaba de ser trasladado luego de haber pasado la mayor parte de su vida en el extranjero; y Min Yoon Gi es -para muy mala suerte suya- el nuevo compañero de cuarto con el...