Fanfic ganadora en el concurso #yoursawards2022
❝Kim Seok Jin es un omega que acaba de ser trasladado luego de haber pasado la mayor parte de su vida en el extranjero; y Min Yoon Gi es -para muy mala suerte suya- el nuevo compañero de cuarto con el...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Siete meses más tarde.
—Henry, ¿acomodaste todo? —pregunté, regocijado. El menor hizo un puchero y negó, aproximándose a mí sólo para abrazarme— ¿Qué pasa, cielo?, ¿ya te arrepentiste? —interrogué preocupado.
—Extrañaré a Zhou Mi —explicó avergonzado. Sonreí pícaro. Este mocoso era la pareja predestinada del chico que había salvado mi vida. El problema era..., bastante ilegal. Henry recién cumpliría los doce años. ¿Y Zhou? Bueno..., él ya tenía veinticinco y su seriedad a la hora de poner en práctica los años de universidad no ayudaban en nada a compatibilizar con Henry. Ambos eran endemoniadamente distintos. Para empezar, Lau era mi nene adoptado.
Sí, sólo siete meses me habían bastado para sacar a un niño de un orfanato. No solamente eso, Zhou le tenía alguna clase de miedo irremediable a Henry. Cada vez que el menor lo tocaba o lo abrazaba, el otro chico se espantaba. Tenía miedo de sentirse atraído hacia su omega. Muy natural, considerando que su ética no le permitía enamorarse o estar al pendiente de un menor de edad. Henry tenía, además, déficit atencional y un alto nivel de ansiedad-maniaca. Así que juntarlos era como tener al sol y la luna, o a Lucifer de la mano de Dios. Uno demasiado prendido y el otro suficientemente apagado. Henry era la honestidad y Zhou la suavidad.
—Tranquilo, amor. Te prometo que pronto volveremos, ¿sí? Recuerda que esto es por tu audición y tu sueño —regañé dulcemente, besando su coronilla y tirando sus mejillas. Asintió, disgustado—. No querrás dejar pasar la oportunidad de poder mostrarle al mundo qué tan bonito cantas y tocas.
Él negó, dándome un piquito. Se le había hecho costumbre. Parecía un pollo cada vez que lo hacía y era algo que me enternecía demasiado. Aún no quería decirle que no era normal que hiciera eso conmigo..., pero era un omega y también alguien necesitado de amor. Veía en mí a su figura maternal y eso me acongojaba tanto que siempre terminábamos durmiendo juntos, yo acariciando su cabello y él apretando mi notoria pancita.
—¡Lo haré! Quiero que la gente me escuche tocar el piano —fingió tener el instrumento entre sus manos, moviendo los deditos juguetonamente. Sonreí, orgulloso.
