Fanfic ganadora en el concurso #yoursawards2022
❝Kim Seok Jin es un omega que acaba de ser trasladado luego de haber pasado la mayor parte de su vida en el extranjero; y Min Yoon Gi es -para muy mala suerte suya- el nuevo compañero de cuarto con el...
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Yoongi sonrojado es... ¿cómo decirlo? Me da mil años de vitalidad.
¿Podrían hacer una imagen mental de su belleza innata? ¿Sus mejillas abultadas en rojo carmesí? ¿Escarlata entrecruzando su naricita blanquecina? ¿Podría alguien pretender no estar loco de sólo imaginar o tener la oportunidad de ver eso? Estupefacción cruzaría la mirada de cualquiera que lo apreciara.
—Yoongi —corroboré, entrelazando sus dedos con los míos y sintiendo una ráfaga de turbaciones intensas envolverme. Mi voz sonó tres tonos menor a lo habitual: más delgada y fina de lo que creí. Tomé su muñeca, llevando sus dedos a mis labios. Besos apocados que se esparcieron por su pálida piel. Abriendo mi boca, dejé que mi instinto fluyera y que se llevara con ello los retraimientos que parecían hacer parte de nosotros; lamí su dedo índice. Bajé con una voluptuosidad paulatina, mirándolo fijo y moviéndome tranquilamente contra él. Sólo había escrito algo en mi mente para esa sustancial memoria de mi vida: ''hazlo sentir bien''; ''Es tu alfa, hazlo sentir orgulloso de ello''.
Se veía desalojado, revuelto en respiraciones entrecortadas. Su mano se posicionaba cariñosamente en mi cintura y mi mente se nubló un poco por el sentimiento. De repente sentí ganas de llorar. Deseé estar en una cabaña muy lejos de aquí, con él besándome afectuosamente las mejillas. Anhelé ser un omega de alto estándar y no el chico con complejo de bravucón al que despreciaba. Codicié ser para él a pesar de que él ya estuviera hecho para mí.
Me gustaba así, sin más. Con su mal genio y sus malas decisiones. Lo sentía en lo hondo de mi corazón, el insondable lazo que nos amarraría para toda la vida. Y no me molestaba pensar en la idea. Me gustaba, por el contrario. Hacía lloriquear a mi omega la pérdida de su presencia en el futuro y mi estómago se revolvía en gusto al pensarlo cercano.
Sólo quería tenerlo para mí y comencé a tener miedo de aceptar que me gustaba más de lo pensado.
Quizá me gustaba Yoongi pero, ¿y ahora qué?
La tristeza momentánea que me aunaba con desesperación, la depresión titubeante que me apoyaba en el desalojo de Namjoon..., todo aquello permaneció encerrado en el baúl de malos recuerdos. Sólo me permití, para ese momento, inclinarme y besar tortuosamente sus labios una vez terminé de ensalivar sus nudillos. Lento, ambicioso y dubitativo: me entregué. Me consumé en aprovechados deseos que hicieron de mí un manojo de afanes.