Fanfic ganadora en el concurso #yoursawards2022
❝Kim Seok Jin es un omega que acaba de ser trasladado luego de haber pasado la mayor parte de su vida en el extranjero; y Min Yoon Gi es -para muy mala suerte suya- el nuevo compañero de cuarto con el...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Dos días transcurrieron con simulada tranquilidad. Estaba en el cuarto y Yoongi se había largado cuando Woozi llegó. Tenía clases de piano con un curso de mocosos y Woozi no tenía escuela.
—Son bastante cercanos, ¿no? —interrogó en determinado momento. Lo observé, incrédulo. ¿Cómo se atrevía a preguntar eso luego de todo lo que había visto?
En segundo lugar, recordé las palabras de Yoongi y, ante su interpretación, negué. ''No somos amigos'', eso había dicho y eso recordaba haber escuchado. Incluso con las menciones amorosas que cada día se arraigaban más a favor de nosotros, yo no significaba nada para Yoongi. Lo asumí con cierta tristeza durante días de constante asimilación. Quizá Yoongi sentiría una extraña atracción por mí..., o mi cuerpo, que era lo más improbable conociendo la clase de omegas que lo atraían. En fin, sea cual sea la visión que tuviera de mí, nunca sería considerado una amistad a profundidad. Aunque yo quisiera estar como fiel perro mordiéndole la manga, él odiaría verme como un hombro en el cual llorar. Lo había comprobado muchas veces y lo había aceptado sin darle demasiadas vueltas.
—Sólo es porque compartimos habitación —fue lo único que respondí. ¿Qué más podría decir? No quería quedar más patético de lo que ya de por sí era.
—¿En serio... —preguntó más desconfiado. Él no me creía. Y lo entendía. ¿Quién creería semejante estupidez después de ver a los susodichos a nada de revolcarse el uno contra el otro? Santa mierda.
—En serio —respondí disgustado, alejando torpemente los ideales que se plantaban en esa zona que inteligentemente llamamos ''cerebro''. A veces creo que el cerebro no sirve más que para confundirme y atontarme más. Qué desgracia.
No oí nada luego de eso hasta que se halló rodeándome con sus delgados bracitos.
—Me gustaría tener a un omega tan atento como usted —intrigado y también confundido, lo miré—. Yoongi-hyung tiene mucha suerte de tenerlo —y sonrió pícaro. Sofocado y avergonzado, tapé mi rostro. No, no, mierda. Otro mocoso infernal que lo malentendía todo. ¡A mí no..., Dios, no! Yoongi y yo no..., no podía. No había forma. Existíamos en mundos distintos, paralelos que se negaban a tomar una sola pizca del otro.
