Mi amada

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-¿Estas bien?- preguntaba la pequeña Leía hacia la joven, quien parecía tener una mirada perdida hacia el cielo nocturno.

-¿Por qué no lo estaría?- pregunto como si de nada se tratase; Leía se sentó a su lado, arrebatándole el cuchillo que ella tenía.

-Supe lo de ella- sin arma con que atacar, la joven solo se resignó con un pesado suspiro; Leía no se detuvo, prosiguió –Lo lamento de verdad.

-No hay porque... era inevitable.

-¿Aun cuando la salvaste?

-La amo demasiado como para permitir que algo le sucediera- confeso de manera rápida, mostrando que la antigua esfera que le pertenecía a su amada ahora poseía a una persona más –Aun cuando tenga que cargar con ese estúpido, si ella es feliz... es lo único que debe importar

-¿Y la otra?- pregunto confundida, la joven saco la otra esfera que tenía un distinto color que antes.

-Prefiero que me odie por mis acciones y privarle de su libertad, a que este afuera y muera al intentar detenerme... es inútil- al darse cuenta de cómo soportaba el peso, Leía sonrió con ligereza y le miro de esa manera, aun sabiendo que podría ser asesinada por su comentario siguiente.

-Realmente eres una buena persona cuando lo intentas.

-Realmente eres una buena persona cuando lo intentas

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