Todo Cambió.

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(40) Todo cambió.

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Los gritos pasaron de ser fuertes a insoportables cuando el partido dio comienzo. La palabra emoción no describía lo que todos a mi alrededor sentían. Era más como alegría, nervios, ansiedad y muchas cosas más casi indescifrables. 

Yo no era fanática del football y por lo mismo se me hacía un poco difícil entender los términos que algunos chicos hablaban a un lado mío. Issie al parecer si. Sus ojos se salían de órbitas cada vez que nuestro equipo se acercaba a la portería del otro, y hasta apretaba más la mano de Alex cuando se emocionaba. 

De lo que pude entender desde que empezó el partido fue: Felipe empezó llevando el balón hacía la otra portería donde un tal Enrique se la quitó pero al final Evan la agarró y se la paso a Harry para que tiraran un gol. Cada vez que lo hacían, todos a mi alrededor se levantaban y gritaban. 

Muy complicado, lo sé. 

Después de un rato en el que yo solo miraba la pelota rebotar de aquí a allá, el partido llegó al contratiempo para dejar a los jugadores descansar un rato. Por el mismo micrófono se escuchó la voz del entrenador diciendo que por el momento los espectadores (o sea nosotros) podíamos ir a comer, o al baño, o cosas así mientras los jugadores descansaban un rato.

-¿Cuánto van? - le pregunté a Issie mientras observabamos como algunos de los chicos a nuestro alrededor se dispersaban para ir a comer algo.

-Dos a dos. Empate. - respondió casi entre dientes. 

Suspiré un poco y me levanté de las gradas en la que estábamos sentados. Sacudí algunas piedras que se habían quedado pegadas a mi  jean y caminé hasta bajar a los pequeños puestos de comida que habían ahí. Una señora de pelo café me recibió con una sonrisa cuando, después de esperar en la gran fila de personas que había, llegué a su puesto. Era de empanadas pero en verdad no se me apetecía nada de la comida de ahí 

-¿Me puede dar una botella de agua por favor? -le pedí con una sonrisa. 

Ella me la dio y luego se apresuró a atender a los que estaban detrás mío. Llevé la botella a mis labios al momento que dejaba que el helada agua pasara por toda mi garganta. Al momento de separarme sentí los brazos de alguien a mi alrededor y como sus manos me quitaban el agua de las manos para llevarla a su boca. 

Sonreí al ver que pocas gotas se deslizaban por la comisura de los labios de Oliver ya que al parecer estaba demasiado sediento como para respirar y tragar. 

-Hey. -saludé con una sonrisa. Él me devolvió el boté (medio vasillo) y me sonrió igualmente. 

Estaba completamente sudado que me dio un poco de cosa tenerlo tan cerca. Su brazo pegajoso ahora estaba detrás de mi seco cuello. 

-Hey Eff. -dijo entonces viéndome con aprecio. -No pensé que vendrías. 

-¿A si? 

-Si, ya sabes. Tú eres la chica de los libros no la de los partidos. -Sonrió.

Me encogí de hombros desviando la mirada de repente haciendo que ésta choqué con la de un chico a lo lejos; que me miraba con el ceño fruncido. Corrección. Que miraba a Oliver con recelo y el ceño fruncido. Evan, por supuesto. 

-Tal vez, -empecé a responder pero me callé al tratar que la mirada de Evan encontrara la mía. -me gusta cambiar de rutina. 

Pero parecía como si sus ojazos se hubiesen quedado examinando a Oliver. Por favor, que Oliver tenga un brazo alrededor mío no es motivo para ponerse celoso. ¿Cierto? 

La Chica Detrás del Blog. - [Libro I] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora