Los monstruos no lloran { EXO }

Xiumin.

Estaba sentado en el viejo colchón que tenía por cama. Miraba a la pared gris lisa de enfrente, que era igual que las otras 3 paredes restantes salvo que ésta tenía una puerta blanca cerrada con llave.

Entonces unos pasos empezaron a escucharse y él se asustó como cada vez que oía algo que no era habitual.

Encogió su pequeño cuerpo en la cama, abrazándose las piernas con los bracitos, cuándo vio a un chico joven abrir la puerta y pasar por ella.

—Hola, Xiumin —le dijo ese chico con una sonrisa en los labios.

—¿Q-Quien e-eres?

—Mi nombre es Jeno —el chico se fue acercando a él— veo que nunca has salido de aquí, ¿Quieres venir al mundo exterior conmigo? —Xiumin negó con la cabeza— ¿por qué no?

—N-No me dejan s-salir de a-aquí...

—No debes preocuparte por eso, he pedido permiso y te dejan venirte conmigo.

—P-Pero...

—Si vienes conmigo podrás jugar con otros niños.

—N-No sé qué es eso de... ju-jugar...

Jeno suspiró como si estuviera cansado de esa situación. Chasqueó los dedos y apareció otro hombre por la puerta con un pequeño maletín, abrió el maletín y sacó una aguja de el. Se acercó a Xiumin, el cual se alejó antes de que le tocara. El hombre gruñó, le agarró con fuerza del brazo haciéndole daño y le pinchó con la aguja.

Xiumin se durmió después de aquello.

-----

Luhan era el Sol que iluminaba sus días, aunque sonara muy cursi. Él era su mejor amigo y el único. A él le contaba todos sus problemas y sus secretos, salvo uno.

Que estaba perdidamente enamorado de él.

Xiumin quería ser esa persona que curara todas las heridas de Luhan.

Pero porqué tuvo que aparecer aquel profesor nuevo.

En ese momento estaba en su habitación intentando hacer una pequeña esfera perfecta de hielo. Aunque lo más parecido que le salía a una esfera tenía picos por todos lados. Suspiró frustrado por ello.

En ese momento, en el pasillo se oyó una explosión que le asustó bastante y le hizo meterse bajo las sábanas corriendo. Las luces se habían apagado y él no paraba de temblar.

Alguien entró a su habitación de golpe, tenía la respiración agitada.

—¿L-Luhan? —preguntó un asustado Xiumin.

—¿Principe del hielo?

Ese no era Luhan.

—¿Q-Quién eres? V-Vete.

Esa persona no le hizo caso y se acercó a la cama. Xiumin empezó a temblar y agarró una de las esferas, o más bien de un intento de ellas, y estaba apunto de lanzarla contra el sujeto cuando notó que una mano le acariciaba la mejilla.

—¡N-No me toques!

Lanzó el trozo de hielo directamente a la cabeza del desconocido, éste soltó una palabrota junto a una queja.

—¡Eh! Eso ha dolido —se logró escuchar un pequeño gemidito de dolor como si fuera de un cachorro.

—¿Chen?

La luz volvió y Xiumin se encontró con el chico perro-gato sobándose la cabeza con un puchero en los labios.

—Si, soy yo —bufó.