• Capítulo 04 •

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Hay que alterarnos, la historia de arriba ↑ fue subida por la misma Valentina Zenere.
Ahora sí, su capítulo.
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— Te...voy... A... Destruir... — dijo con dificultad.

  Se levantó y caminó a un hotel, el mejor que haya por ahí. Y lo logró, se hospedó ahí y sin fecha de regreso a la mansión, el roller y el Blake. ¿Qué buen plan no?, en fin, ahí pasó una noche. Luego otra, y otra, demasiadas noches después de lo sucedido. Para lo único que salió fue para ir al aeropuerto con su equipo, Donde llegaron después de unas horas. Ahora, se encontraban entrenando. Emilia le había cambiado su look, como una tradición en los Sliders. Y sin ninguna protesta por parte de la rubia con estilo de princesa.

— Bien, Ámbar. — ѕonrιó su, ahora, amiga.

— Gracias — le devolvió la sonrisa. — Te dije que no te arrepentirías de mí.

— Ya eres una de nosotros, prácticamente en tu sangre esta ser una de los Sliders. — se cruzó de brazos. — Esperó que te luzcas en la competencia.

—Obviamente que lo haré. — le guiñó el ojo — ¿Alguna noticia de esos?.

— Sí, la inmadura de Jazmín no para de decir que su equipo es el mejor, obviamente no sabe con quienes se están enfrentando. — Miró la pantalla de su celular y rió. — Dios mio, ella si que no sabe como hacer ganar a su equipo. — rodó sus ojos y le mostró el vídeo que acaba de recibir.

— No lo puedo creer, ella acaba de hacernos un favor. — empezó a reír. — No puede ser tan ilusa.

(♪♪♪)

— Bien chicos, es hora de irnos a Cancún. — Dijo Juliana cuando todos los chicos estaban reunidos en el Roller. — Ahora, ¿Quien va a ganar la Rodafest? — Dijo con ánimos.

— ¡El Jam and Roller! — gritaron todos al unísono.

— Bien, lleven sus cosas. — Todos tomaron sus valijas, bolsos y demás, y se dirigieron a la camioneta que los llevaría al aeropuerto.

(♪♪♪)

  Ya en el hotel del soleado Cancún, los primeros en recibir a los participantes del J&R, fue justamente el equipo de los Sliders. ¿Coincidencia?, puede ser.

— Ah, yo no lo puedo creer. – miró al chico cual odiaba y amaba, tal vez. – ¿Cómo es eso que no sabías que ellos vendrían justamente al mismo hotel? – dijo histérica.

– Era este o otro momento, algún día tendrían que enterarse. — dijo Emilia.

— Te odio. — dijo seca.

— Mentira, me agredeces todo lo que hice por vos. — le guiñó un ojo. — Además, ya te conseguí una nueva pareja...¿Cómo era que se llamaba?... — se puso a pensar.

Un chico paso corriendo entre toda la gente que estaba por ahí en el hotel, Y luego se colocó entre los participantes de los Sliders.

— Ah, yo no lo puedo creer, ¿Emilia vos me estas cargando? — se quejó.

— ¡¿Benicio?! — exclamaron sorprendidos los del roller.

— Sí, yo dije que muy pronto nos íbamos a reencontrar, ¿O me equivocó? — la miró de arriba para abajo a la rubia de ojos zafiro, provocando un escalofrío en ella.

— Hay que irnos — dijo Luna tomando de la mano a su mejor amigo.

— Esperate tantito Luna — se acercó amenazante a Benicio. — Mas vale que no hagas trampa, ¿Entendido, Imbécil?.

— Apa, Apa, Apa... Simón, el lenguaje. — interrumpió Juliana.

— Sí, mejor que deje en paz a mis chicos. — Dijo entrando a la conversación la entrenadora Luciana de los Sliders.

— Luciana Mendoza, cuanto tiempo sin vernos... — dijo la entrenadora de J&R.

— Lo mismo digo — la miró con asco. — Vamos chicos — miró a los suyos.

Los Sliders se fueron a entrenar en una pequeña pista que la llamaban su lugar de entrenamiento. Mientras Simón y Luna estaban encantados con el paisaje de su país, añoraban con volver a vivir todos esos momentos maravillosos de antes, juegos en la playa, canciones, ellos. Pero no se podía, su vida ya estaba construida en Argentina, y lo que esta echo es difícil volver a hacerlo como era antes. Pero aún así, lo disfrutaban, cada momento en el que sus pies tocaban la suave arena de la playa les causaba una sensación genial. O cuando tocaban la arena mojada y el agua con sus dedos, les hacía acordar todo lo que habían extrañado en Argentina. Y ahora estaban acá, en su lugar.

— ¿Vamos por taquitos? — hizo cara de perrito la menor.

— Tu ganas, pero...

— ¿Qué? — lo miró confundida.

— Si llegas después que yo, pagarás tu los tacos. — empezó a reír mientras corría en dirección al puesto de comida.

— ¡Simón sos un tramposo! — empezó a corretearlo.

(♪♪♪)

— Hola, Benicio. — lo abrazó por los hombros mientras él sacaba sus cosas de la maleta. — ¿Qué hacés acá?.

— Pues, nada, vine a patinar. ¿Y tú?. — ella rodó sus bellos ojos.

— Sabes a lo que me refiero. — se puso seria. — ¿A qué viniste?. — alzó su tono de voz.

— Ya sabes para lo que vine, Ámbar. — dijo indiferente.

— Si lo supiera no te estaría preguntando. — dijo algo obvia.

— Por ti. — respondió finalmente.

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 Bonita© | SimbarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora