Ámbar llamó a la mujer de ese día, con desesperación y nervios, todo junto. Finalmente, después de cuatro pitidos, atendió. Tardó, pero lo hizo.
— Mariana, de Amar y respetarte, ¿En qué puedo ayudarte? — claramente este era su número de trabajo, sería breve.
— Hola, Ma-Mariana — sus manos estaban temblando, ¿Por qué?, ni ella sabía.
— Ah, Ámbar — dijo la mujer al otro lado de la línea.
— Y-Yo quería hablar con mi madrina, es sumamente importante — dijo rápido.
— Y llámala — dijo obvia.
— Perdí su número — se escuchó un bufido por parte de la mayor.
— Escucha, tenés que ir a esta dirección — después de darle dicha dirección, las dos rubias se dirigieron al lugar, aquel donde Ámbar vería su pesadilla.
Los pequeños crujidos de las pisadas en las calles rocosas de la ciudad, hacían que la ojiazul estuviese más nerviosa, se sentía observada. Ella solo aceleraba el paso. Si llegaba antes, todo sería más rápido.
«Vamos, rubia. Vos podes ».
Se decía a sí misma, controlando sus impulsos de salir corriendo de vuelta al departamento junto a su mejor amiga, quien ya estaba haciendo un fuerte esfuerzo en ir y ser la ayudante de ella. Pero le daba miedo, ese miedo la superaba sin dudas. Ni en foto se animaba a ver a la escalofriante leyenda, y menos en vida, suficiente era con saber que si volvía todo esto que acababa de construir se desmoronaría en un click. No podía ser ella, no podía ser esa Ámbar Smith.
— Llegamos — anunció su rubia amiga, tocando el timbre del departamento —. Es hora del show.
Un chirrido se hizo presente al abrir la puerta de aquel sitio, haciendo estremecer a ambas menores. La mayor las miró indiferente y levantó una ceja.
— ¿Quién es ella? — dijo como si eso fuese importante.
— Hola, madrina. Sí, estupenda, perfecta — habló respondiéndose sus propias preguntas —. Ella es mi amiga.
— Ah — suspiró y les cedió el paso a ambas.
Las llevó a un sótano que estaba allí, donde la siguiente imagen era una castaña amarrada de tobillos, muñecas y boca en el lugar. Estaba soltando gritos ahogados, que solo conseguían desesperar más a Sharon.
— Vamos, Ámbar — animó a su ahijada —. Llama a los Valente.
— No, yo me iré de aquí, pero no sin ella — señaló a la ahora mexicana atada.
— ¿Qué? — la mayor estaba aturdida, confundida.
— ¡Hazlo, Ámbar! — gritó su amiga mientras empujaba a Sharon al cuarto de baño y la encerraba.
— ¿Ámbar? — dijo la castaña cuando finalmente la desataron —. ¿Por qué estás acá?.
Las tres corrieron a la salida, pero la duda a la castaña la carcomía por dentro.
— Luna, yo solo quería salvarte
— ¿Por qué? — No entendía nada.
— Porque después me echarán la culpa a mi, y no soportaré eso, nunca más — las tres se detuvieron cuando ya se encontraban fuera del edificio a dos cuadras.
— Yo... Lamento haberte hecho daño — se encogió de hombros la menor.
— Esta bien... — suspiró —. Ahora tenés que volver a la mansión. Toma — le entregó una pequeña suma de dinero —. Búscate un taxi — empezaron a alejarse.
— ¡Hey! — las llamó haciendo que detuvieran —. Gracias.
Las dos rubias se fueron, pero Ámbar se sentía aliviada. Por lo menos, así se desquitaría de que todos nuevamente quisieran echarle la culpa. Felizmente llegaron a su hogar, arreglaron lo que se iban a poner mañana y se durmieron. Mañana sería un día importante.
(...)
Todos estaban corriendo de un lado para el otro, acomodando cosas, decorando la pista y el escenario. Preparando bebidas y bocadillos, adornos por aquí, adornos por allá.
— ¡Simón! — llamó Nico a su amigo —. Mi tío quiere que prepares en la pista la música.
— Enseguida — dijo rápido y se dirigió a la pista.
— Pedro, ¿Podrías fijarte si los instrumentos estas perfectos? — dijo mientras terminaba de sacar del horno unos cupcakes.
— Sí — dijo y se fue.
Ya sólo faltaba una hora para que la gente empezara a llegar, los empleados estaban como locos organizando todo, andaban de aquí para allá.
(...)
La hora finalmente llegó, la primera a la vista de Nicolás en llegar fue la dulce Malena. Con un vestido reluciente de color azul, que llegaba hasta las rodillas. Un lindo peinado, era una coleta que solo dejaba ver más su bonito rostro.
— Te ves muy linda, Malena — dijo el rubio tomándole la mano —. Gracias, Nico. Vos no te quedas atrás, eh — sonrió.
Seguida de ella, entraron Jim y Yam, con sus looks novedosos de siempre. Para después ver a todo el equipo del Red Shark entrando. Los chicos, con su trajes elegantes, y las chicas, con sus vestidos espléndidos.
Siguieron después varias personas; Luna, Nina, Matteo, y mucha gente más empezaba a llenar el lugar.
Llegó el momento en que las luces se apagaron y la Roller Band, hizo el honor de hacer la apertura a la más esperada noche.• • •
¡Voten para más capítulos!
ESTÁS LEYENDO
Bonita© | Simbar
FanfictionA veces los errores traen consecuencias, pero este fue el mejor error de sus vidas. Después de todo, si amas con todas tus fuerzas, tenés que dejarte llevar por tu corazón. Y aunque su vida jamás fue como un cuento de hadas, él siempre la va querer...