El italiano reaccionó de mala manera, se zafó del agarre de su novia y tomó a la rubia de las muñecas bruscamente.
— ¡Me duele! — lloriqueó.
— ¡Matteo! — advirtió Simón.
— Escúchame bien, Ámbar. Porque no te lo repetiré nuevamente, ¿Entendido? — Ya a él no le importaba si hacía él ridículo frente a sus amigos, desconocidos, e incluso su novia, tenía odio en la sangre —. No me importa cuánto te duelan mis palabras y/o acciones, porque no se compara en nada con lo que le haz hecho a Luna en este último tiempo, ¿Comprendes?. Te gusta regocijarte con el dolor de otros, te encanta reírte del resto, te deleitas con el llanto de tus víctimas. Pero hoy no, mi dulce Ámbar, hoy yo me divertiré viéndote sufrir — la empujó y cayó brutalmente al piso, se largó a llorar.
— ¡Suficiente Matteo, tú y yo, afuera! — ordenó el mexicano —. Veamos qué tan Valiente eres.
— No te tengo miedo, guitarrista — se acercó amenazante a él —. Ni a tu novia.
— Tendrás que tenerlo — lo agarró del cuello de la camisa y los dos salieron afuera.
Realmente la noche se había arruinado.
Luego salieron Martín, Benicio y Ramiro, para después seguido de ellos Gastón. Se iba a armar una grande, y todo por un capricho de Matteo.
— ¡Ámbar lo lamento! — dijo la mexicana corriendo a ella en lágrimas —. No tenía ni la menor idea que Matteo crearía todo esto, lamento tanto haber arruinado esta noche, todo es mi culpa... Perdóname. Tengo tanta vergüenza, no tenía idea.
— Perdóname a mi, por aparecer en tu vida, Sol — dijo con un hilo de voz. Para salir corriendo del lugar e ir a la salida.
Se encontró con Gastón y Matteo siendo golpeados por Simón y Benicio, quienes trataban de ser detenidos por Martín y Ramiro. Un grito alertó a los seis chicos que habían allí.
— ¡Suficiente! — dijo con la voz entrecortada por el llanto —. ¡¿No pueden parar?! — estaba desesperada —. ¡Matteo, gracias por arruinar tan estupenda noche! — agradeció para después irse corriendo a su departamento.
No entendía nada, ¿Por qué su ex novio hacía y le decía estas cosas?, no hizo absolutamente nada en contra de ellos dos. ¿Por qué?.
— ¡De nada! — se recibió un golpe de Simón.
Todos empezaron a calmarse cuando Simón se fue corriendo tras su novia, trataba de alcanzarla pero era imposible, tenía ventaja en el recorrido.
El semáforo peatonal se puso en rojo, entonces eso fue una ventaja que no desaprovechó para alcanzarla a ella. Corrió lo más rápido y la tomó por la cintura, alzándola.— ¡Ay, Simón! — se sobresaltó —. M-Me asustaste — cuando él la dejó en el piso, se secó las lágrimas con el dorso de su mano.
— Bonita, no le hagas caso a ese idiota, odio verte así — la abrazó. Le dolía mucho verla rota, sin su peculiar sonrisa formada en sus labios y el brillo en sus ojos zafiros.
— Simón, no me dejes sola... — susurró.
— Jamás lo haré, ya no — aseguró —. Estaré a tu lado.
— ¿Me harías el favor de acompañarme al departamento? — sonrió levemente.
— Sí — la rodeó por la cintura y caminaron así hasta llegar a dicho edificio.
Se quedaron en la entrada charlando unos minutos para después entrar al elevador, se quedaron mirando y por inercia, el de ojos color chocolate, entrelazó su mano con la de ella. Él le sonrió formando dos perfectos hoyuelos encantadores, algo que hacían que Ámbar se derritiera del mismísimo encanto. Le devolvió la sonrisa y miró sus manos entrelazadas, era muy lindo, era perfecto. Pero, una pequeña pregunta vino a su mente «¿Por qué siempre usa ese anillo?». Las ganas de preguntar eran bastante, pero prefirió ignorar y seguir mirando embobada sus manos entrelazadas, él solo la miraba como tonto. Deseaba sus labios.
— ¿Ámbar, puedo darte un beso? — preguntó algo nervioso.
— Sí, por favor... — dijo respondiendo algo embobada aún. Recibió un dulce y cálido beso en los labios, algo que la hizo sonreír más.
— Ja, las argentinas son tan educadas — dijo con un toque de sarcasmo —. ¿Cuándo vamos a llegar?...
— No lo sé... — miró para ver porque piso estaban, error. No habían marcado su destino. Soltó una carcajada —. Estábamos tan entretenidos que no marqué el piso —. Apretó el botón 4 y el elevador comenzó a ascender a dicho piso.
— ¿Sabes algo?, el color de tus ojos me recuerda al mar de Cancún, tan puro e hinoptizante. Me pierdo con solo verlos, y a su mismísima vez me traen mucha paz. ¿Cómo consigues eso?, ¿Por qué Matteo te dejo ir? — preguntó incrédulo.
— Supongo que... — Se detuvo al escuchar el sonido del ascensor deteniéndose en el piso correcto y abriendo las puertas automáticamente, mientras sonaba el típico sonido que anunciaba que llegaron a su destino.
Ambos salieron de allí y se acercaron a la puerta, ella introdució la llave en la cerradura y la puerta se abrió. Simón se quedó perplejo al ver la decoración del departamento de las rubias, era ordenado y moderno, súper acogedor.
— No es la gran cosa pero, es algo — dijo cerrando la puerta.
— ¿Ámbar te sientes bien? — volteó para verla a los ojos.
— Perfecta, ¿Por qué? — sonrió confundida
— Es que, tú, acostumbrada a lujos...
— Cuando escapé de la mansión, estaba dispuesta a vivir así, lo haría si mi felicidad dependía de ello — se encogió de hombros.
— ¿No te están buscando? — negó con la cabeza, algo, dolida —. ¿Y qué con Alfredo?.
— ¿Alfredo? — soltó una risa repleta de ironía —. Apenas consiguió saber que Luna era Sol Benson, y se olvidó por completo de que existía, porque no siquiera me buscó en lo que resta de estos meses. Se olvidaron de mí. Como si no hubiera sido nada en sus vidas A— su ojos se aguaron.
— No, bonita, no vayas a llorar... — tomó su rostro entre sus manos y la obligó a mirarlo —. Juro que sí derramas otra lágrima por algo innecesario me veré obligado a asesinar a personas.
— ¡No hagas eso, Simón! — rió la rubia —. Odiaría perder al chico dulce, tierno, cariñoso y simpático. No me lo perdonaría.
— Esta bien — suspiró —. Cómo que ya no vamos a ser la pareja principal, ¿No?... — una pequeña sonrisa de nerviosismo se hizo presente.
— Me encantan tus hoyuelos, Simón — se sonrojó al decirlo. Ambos lo hicieron.
— Ámbar, ¿Recuerdas nuestro primer beso? — ella asintió.
— Bueno, ese día, sentí que me habías hechizado... — rió —. Porque cuando llegué al departamento con los chicos, estaba tan embobado que no sabía lo que hacía. Inclusive me comí una esponja de lavar platos — Ámbar soltó una sonora carcajada.
— ¿Tan así?, debo dedicarme a ser bruja — ambos rieron.
— ¿Te digo la verdad? — asintió con la cabeza —. no podía dejar de imaginarme lo que sería volver a besarte, ya extrañaba tus labios.
— Yo también — deposita un sonoro beso en la mejilla de él, para irse corriendo a su habitación. Dejándolo con las ganas de un beso largo y cariñoso.
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¡EMILIA DONDE ESTÁS! Si no venís estos chicos se pasarán de la raya 7u7
¡Mini maratón!
¡Voten!
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Bonita© | Simbar
FanficA veces los errores traen consecuencias, pero este fue el mejor error de sus vidas. Después de todo, si amas con todas tus fuerzas, tenés que dejarte llevar por tu corazón. Y aunque su vida jamás fue como un cuento de hadas, él siempre la va querer...