Capítulo 28 | Algunos chupitos, unos mojitos y me da que un margarita

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NOTA DE AUTORA: ¡HOOOOOOOOOLA A TODAS! Por fin he podido escribir y siento muchísimo la tardanza para subir capítulo, pero como ya sabéis ando liada con exámenes y asuntos personales. Espero que os guste este capítulo y de ser así hacédmelo saber en los comentarios. Muchos besos, ¡nos leemos!

Me encontraba en una pequeña sala de espera junto con Eli y Rebeca. Había una bombilla centelleando continuamente que me ponía más nerviosa de lo que ya estaba. La noche había sido un completo desastre y lo peor aún estaba por venir; el castigo monumental que me impondría mi madre en cuanto la llamase.

—Veamos, vosotras tres— dijo uno de los guardias dirigiéndose a nosotras —, os toca llamar.

Eli y yo miramos a Rebeca incitándola a que fuese ella quien llamase primero, ya que sus padres sabían que ella saldría esta noche y bebería, en cambio los nuestros no.

—Vale, voy yo— dijo asintiendo con la cabeza, acto seguido se levantó y se dirigió a la cabina.

Yo no paraba de morderme las uñas, tenía que intentar calmarme con algo, sin embargo no lo conseguía.

Mi móvil sonó, Liam no dejaba de mandarme mensajes, a los cuales yo no respondía, no tenía ganas de hablar con nadie.

—Tía, ¿tú que vas a hacer?— Me preguntó Eli.

—No puedo hacer nada, llamar e irme a mi casa para no salir nunca más de ella, esa es mi única opción— dije cavizbaja.

—Yo llevo un buen rato pensando en una excusa que darle a mi madre, pero ninguna es lo suficientemente creíble.

—¿Cómo pretendes explicar que te han detenido por entrar a una discoteca siendo menor?— Añadí con una pequeña risa al final.

Eli suspiró.

Dios, qué mal, y aquí solo estamos nosotras tres. Estoy segurísima de que no éramos las únicas menores en el local, justo nos tenían que llevar a nosotras, si esto no es mala suerte...

Después de un rato, Rebeca volvió, con lo cual o Elizabeth o yo teníamos que ir a llamar. Bueno, ya nada puede ir peor.

—Ya voy yo— dije levantándome de mi asiento y dirigiéndome a la cabina. Al llegar tecleé el número de mi madre y esperé a que respondiese. Notaba un nudo en la garganta de los nervios, esta sensación de estar tan incómoda en mi propio cuerpo era un completo asco.

Sin darme cuenta, mi madre atendió. Me quedé en blanco y las palabras no salían de mi boca.

—¿Diga?— Escuché decir, había bastante ruido de fondo, debía de seguir fuera de casa.

—Mamá— dije tartamudeando varias veces y pausadamente— soy Sara.

—¿Qué pasa? ¿De qué número llamas?— Preguntó curiosa.

—Mira, estoy en comisaría... Me han detenido.

Un silencio bastante prolongado se interpuso en la conversación hasta que mi madre decidió volver a hablar.

—¿Qué coño me estás contando?

—Tienes que venir a recogerme...— Quería colgar ya, era capaz de notar lo enfadada que estaba por el tono tan severo de su voz.

—¿¡Qué haces en comisaría!?— dijo pegando un grito ensordecedor.

Casi comienzo a llorar del susto, esto estaba siendo muy desagradable.

Nothing → l.pDonde viven las historias. Descúbrelo ahora