Llevaba esperando ya varios minutos hasta que por fin vi aparecer a mi madre, no traía con ella más que un pequeño bolso rosa pastel y una maleta también pequeña, imaginé que el resto de las cosas las traerían mañana los de la mudanza. Me miró y me hizo un gesto con la cara con el cual me indicaba que me acercase al ascensor. La verdad que el edificio estaba bastante bien, diseño minimalista y bastante moderno, me imagino que la mayoría de los edificios de Madrid serán así, lo poco que he visto de esta ciudad me ha gustado bastante. Aún no sé con exactitud la zona exacta en la que vivimos, sencillamente que resido en un edificio de la compañía "Martin's Buildings" y que iré a un instituto público en el que no conozco a nadie. Ojalá pudiera volver a casa con mis amigos.
Se abrieron las puertas del ascensor tras presionar el botón del mismo, entramos y mi madré marcó la planta número siete; se cerraron las puertas y comenzamos a elevarnos. Al llegar a la planta nos encontramos con una amplia entrada que daba a cuatro pisos; dos a la derecha y dos a la izquierda. Mi madre giró hacia la izquierda, hacia el piso número 28.
—Pues no me gusta nada este sitio— añadí.
—Está muy bien, algo rebuscado, tal vez— me respondió buscando las llaves en su bolso.
—¡Perfecto, pues volvamos a casa!
—Sara...— dijo en tono serio, intentando poner la voz más grave de lo que podía —, nos vamos a quedar aquí, ya está decidido y lo siento, pero no hay vuelta atrás.
Apreté los dientes a la vez que tragué saliva.
—Claro, es mejor que me quede aquí, sola, sin amigos.
Mi madre se limitó a poner los ojos en blanco en señal de cansancio, aunque más cansada estaba yo de ella.
Entré sin saber a donde mierdas ir, estaba perdida en esta nueva y asquerosa casa (realmente no, era increíblemente enorme), ¿dónde diablos se supone que duermo? Da igual, me pillaré un cuarto desde ya, mi madre tiene la manía de cogerse para ella siempre los dormitorios más grandes, pues esta vez será diferente. Corrí viendo habitación por habitación, con detenimiento para así ver cual es la más grande de todas, y la encontré, entré y dejé mis cosas en el suelo. Me quedé mirando el sitio que ya se encontraba amueblado, tenía una cama matrimonial bastante espaciosa que parecía estar flotando en el suelo. Tenía una colcha negra con un estampado de flores marrón, no es que me entusiasmase bastante la decoración... pero por el momento me valía.
Cuando empecé a examinar bien el dormitorio me fijé en que en una de las paredes habían dos puertas correderas, las abrí y me encontré con un enorme vestidor repleto de espejos y muchos armarios, un tocador y estantes. Luego me fijé mejor y caí en la cuenta de que había colgada ropa de mi madre. Genial.
—¡Algún día vas a ser capaz de dejarme la habitación grande! Agh.— chillé hasta desgarrarme la garganta. Recogí mis cosas con desaire y busqué otro dormitorio. El siguiente en el que me fijé tampoco estaba mal, este al menos tenía vistas de la ciudad.
Me encontraba bastante cansada, así que me recosté sobre la cama y me hice un ovillo con la colcha blanca, dejé el tiempo pasar y pasar, hasta que cerré los ojos y quedé completamente dormida.
| Al día siguiente |
—¡Sara, levanta! ¡Date prisa, Sara!— escuché cerca de mí, luego noté unos golpecitos en el brazo derecho.
—¿Qué? ¿Qué dices?— Pregunté sin darme cuenta de lo que estaba pasando: iba a llegar tarde el primer día de clases.—¡Mierda! Joder, ¿por qué no me despertaste?
Mi madre añadió una mueca jocosa.
—Levántate, solo tenemos media hora para llegar a tiempo. ¡Venga!
De acuerdo, era sencillo, ya había tenido el tiempo en mi contra antes y más o menos podía manejarlo; vestirme, maquillarme, peinarme y desayunar. De acuerdo. Salí como un rayo de la cama hacia el armario que se encontraba justo en frente, pero claro, se me olvida que mi ropa todavía está en la maleta, la cual abrí lo más rápido que supe. No tenía mucho tiempo para decidir bien lo que ponerme, pero tampoco quería ir hecha unos harapos. Terminé por coger una blusa beige, la cual acompañé con una rebeca gris y unos shorts vaqueros, luego corrí hacia el baño (tuve que adivinar dónde estaba) y me cepillé los dientes lo más rápido que pude, me lavé la cara y me fijé en la hora: 8:45 am. Quedan 15 minutos, lo cual quiere decir que tengo que descartar o peinarme o maquillarme... lo mejor sería maquillarme rápido, el pelo tampoco lo tenía tan mal. Rimel, delineador, base, labial y algo de sombra: lista.
Cogí un bollo de crema que había en la mesa de la cocina y salí de casa. Fuera ya me estaba esperando mi madre con el coche en marcha, gritándome lo lenta que era y lo mal que tenía el pelo.
Para cuando llegamos ya había terminado de repasarme el maquillaje durante el trayecto. Observé por la ventanilla el instituto y no estaba nada mal, era muy grande; se divisaba un gran edifiio gris con un campus muy extenso, contaba con muchos ventanales en los que apenas se podían apreciar las clases.
—¿A qué hora vienes a recogerme?— Pregunté con la voz temblorosa.
—Sobre las dos estaré aquí, si ves que tardo vete directamente a casa.
Sí, a "casa".
—Vale.
Me despedí de mi madre y salí del coche, el sitio estaba lleno de gente, gente que me miraba al pasar, me estaba convirtiendo ya en la comidilla del día y en el centro de los cotilleos del recreo. Yo me mostraba bastante tímida ante la atenta supervisión de todos, intentaba no agachar la cabeza, pero de vez en cuando lo hacía y lo peor de todo es que lo hacía sin darme cuenta. Sonó la campana que indicaba el comienzo de las clases.
Veamos, primera hora: Filosofía.
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Nothing → l.p
Fiksi PenggemarGanadora de 8 premios en los WBSA. Conoce la historia de Sara Smith, una joven de 17 años que viaja a Madrid huyendo de su pasado, tratando de esta forma enmendar antiguos errores y rehacer su vida comenzando desde cero en un nuevo instituto donde c...