28. Eternos

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¿Cómo hacer que su corazón se detuviera? Estaba vuelto loco desde hace unas horas, pues las circunstancias habían llevado a la asiática a un abrupto descontrol de sus pensamientos y actitudes nerviosas.

—Todo estará bien, relájate —aclaró un sonriente YoungMi mientras esperaban a que la productora del canal de tv saliera del camarín de los jóvenes artistas—. Te dije que esa persona es mi amiga, ella hará todo lo posible para que veas a Bin. Mientras tanto, yo estaré hablando con el CEO del canal.

— ¿Me dejaras sola? —consultó ella mordiendo su mejilla derecha, a la vez que apretaba sus manos entre si y se movía en su área—. Yo no sé qué decirle, o como actuar. ¡Ya viste ahí afuera! Me habló sin medidas, no le importo ni un poco su imagen... Sinceramente, no creo que esto sea una buena idea.

—Oye, calma —respondió el joven millonario posando sus fuertes manos sobre los pequeños hombros de la pelinegra, consolando todo nerviosismo y matando su frustración por lo antes vivido—. Se veía tan impresionado como tú, así que dale una oportunidad a este momento ¿Sí?

Trato de calmarla por varios minutos mientras esperaban que la mujer saliera del camarín; fue entonces que la puerta se abrió, mostrando a una mujer de baja estatura y con un aparato en el oído que parecía una especie de audífono, además de un montón de papeles que parecían la pauta del programa.

YoungMi le sonrió ladino, preguntando si todo estaba listo, a la vez que Amely se despellejaba de miedo.

—Todo está listo para que entre. Anuncie a los chicos de una junta con una fan, para que ese sea el tema principal —dijo la mujer—. Sé que querías hablar solo con uno de ellos, pero es difícil sacar al resto.

Amely no respondió nada, más bien se limito a suspirar y a seguir pensando si estaba bien lo que hacía, ya que ni siquiera había avisado de su paradero, su teléfono llevaba unas 50 llamadas perdidas entre Eric, Natasha y su secretaria.

—Gracias por esto —comentó el joven millonario con aquella ladina sonrisa que ya llevaba hace un buen rato pegada en su rostro—. Yo estaré mientras hablando con Hyung en su oficina.

La productora sonrió toda coqueta agarrando del brazo a YoungMi, pues ella lo acompañaría hasta la oficina de su superior. Pero antes de salir caminando juntos, el joven apoyó una vez más a la delgada asiática

«Tú puedes, Amely»

Dijo despacio deteniendo por unos segundos aquellos nervios agobiantes que ahogaban a la joven empresaria.

—Gracias... —respondió ella en un susurro viendo como la silueta del joven desaparecía por el pasillo.


Mientras tanto...


Un nervioso Eric observaba documentos sin poder concentrarse en sus letras. Leía una y otra vez mientras la cabeza la tenía en otro lado; había estado llamando a la joven hace mucho rato, tratando de localizarla, sin embargo, no había tenido éxito alguno en sus intentos de poder hablar con ella.

—Eish... ¿Dónde carajo estas, Amely? —gruño entre dientas dejando caer las hojas una tras otras en el escritorio para luego arrastrar su cabello con ambas manos hasta llegar a su cuello y dejarlas ahí, a la vez que su espalda la apoyaba en el respaldar de su cómoda silla de cuero.

A un lado estaba el manojo de llaves que pertenecían a la misma asiática. Fuera del grupo estaba la llave con la letra "T" a un costado, pues había encontrado de donde era y lo que mantenía presa en secreto.

Amely (Proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora