22. Quitando Mascaras

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— Prométeme que iras con tu padre y le dirás de mi, le dirás que eres su hijo, Eric

—Mamá...

—Prométeme eso y podré irme en paz.

—Mamá... Haré todo lo posible, aunque él no me acepte al comienzo... Yo haré todo para que me trate como su hijo... Lo prometo, madre.

Un suspiro se adueño de todos los pensamientos del joven abogado cuando lentamente acariciaba el escritorio del fallecido Park Chung-Ho, pasando con delicadeza las yemas de sus dedos, dejando impregnado en ellas el polvo. 

—Cumplí con mi madre cuando te encontré —dijo—. Ahora cumpliré contigo al traer aquí a Amely... Sé que costará, pero lo lograré, padre... Lo haré.

Sacudió de sus dedos el polvo y camino hasta el ventanal de aquella desolada oficina; sus ojos visualizaron a las personas como hormigas y a los autos como pequeñas cucarachas con ruedas, entonces recordó el tiempo que pasaba en esa oficina cuando aún era un aprendiz, cuando aún el fallecido Park gozaba de salud y plenitud.

—Algún día estarás en la oficina del frente o del lado trabajando codo a codo conmigo, como esa mano derecha que siempre quise tener, una persona de confianza. Por eso esta etapa en tu vida es primordial, es aquí donde verás si esto lo amas o lo odias, Eric.

—Estar aprendiendo con usted es siempre un honor, señor, así que estoy seguro que amaré ser su abogado.

—No me trates tan cordialmente, chiquillo —musitó el viejo Park—. Eres mi futuro, así que debes sentirte al a par, como un compañero, un amigo o un hijo.

Una sonrisa se delineo en sus labios cuando el recuerdo se hizo hermoso,  aunque jamás le había dicho que él era su hijo, sangre de su sangre, Eric estaba feliz de al menos vivir el tiempo de juventud al lado de su padre, ya que gracias a él había aprendido a ser el mejor de todos.

Luego de un rato salió del lugar antes de que las secretarias volvieran del almuerzo, no deseaba ser descubierto en sus momentos personales o de que alguien lo viera vulnerable, así que se adentro a su oficina lo antes posible marcando el número telefónico de Natasha, dando la lamentable noticia de hace un rato cuando se había reunido con Amely. De inmediato la invoco a una reunión en la noche en su departamento, como normalmente lo hacían.



Seoul / 21:00 horas


En la noche la vio en su puerta con el ceño fruncido y los labios sensualmente pintados de aquel color carmesí. Ni lo saludo cuando esté quiso darle la mano, al parecer no podía ocultar su fastidio, así que sólo entró como si fuera su casa, saludando de paso a Kithy, la gata persa que vivía en casa del joven abogado.

—Hola ¿Cómo estás? ¡Hola! Yo bien ¿Y tú? —comentó Eric con un tono sarcástico lo que provoco un chasquido en la lengua de Nat.

—No tengo ánimos de tonterías ¿Qué paso? —respondió ella echándose en el sofá de 5000 dólares que adornaba la sala.

—Pues, Amely no desea la herencia así que renunciará a ella —soltó como si no fuera preocupante.

— ¿Y eso te parece gracioso? Idiota. La mocosa no quiere la herencia y tú estás de lo más tranquilo —una vez más arrugaba su entrecejo mientras reclamaba más de la cuenta mientras sus bellas piernas descubiertas se hacían parte de la decoración del departamento.

—Tengo un plan para ello, así que tranquila. Más que nada te llame para contarlo... —suspiró—. A todo esto ¿Te han dicho que esa mini falda te queda hermosa? Envidio el arma que llevas en tus horas de servicio.

Amely (Proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora