El chico que se creía diva

2.7K 254 9
                                    

-Debes ser Evan -dijo alguien entrando en la habitación en la que esperaba -, soy Juan Luis -acercándose para saludarlo -. Eres el chico que venía con Bruno, cierto.

Era un chico algo bajito, regordete pero majo, rubio casi sin vida, algo palidón y con unos labios gruesos que marcaban una sonrisa bastante singular. Su mano era basta, pequeña a comparación de la de Evan que era larga y fina. Vestía un suéter azul que caía sin gracia sobre sus hombros, camisa blanca y vaqueros. Evan trató de recordar la última vez que usó un vaquero. No lo recordaba.

-Sí -recordando lo fuerte que los chicos podían ser con un apretón de manos.

-Sí -confirmó sentándose junto a él en el sofá -, sabía que debía conocerte. Bueno. ¿Estás nervioso?

-Un poco debo admitirlo.

Su padre lo había recomendando, el director de la editorial era algo suyo y le había dicho que su hijo era un excelente redactor y traductor. Eso sin duda le haría ganar perras sin problema. Había entrado como reportero, algo que jamás había hecho pero que le habían dicho, no era tan difícil. Sí Anastasia lo intentó en 50 Sombras de Grey... él seguro lo conseguiría.

-Bah. Calma. Lo harás bien. Oye -cambiado de tema. Estaba haciendo tiempo, la primera entrevista que Evan  estaba por hacer iba retrasada -, estamos organizando una fiesta para noviembre, ¿te interesa colaborar?

-Sería genial.

-¡Perfecto! ¿Por qué no lo discutimos hoy en la comida?

-Me encantaría.

Debía admitirlo, Juan Luis parecía bien tipo y tenía una buena actitud en sus 27 años que le había dicho que tenía.

Camilo Gallo era la nueva promesa de la actuación con tan sólo 24 años había participado en un par de películas y en series de televisión. Casi de la altura de Evan, rubio chillón y lleno de tatuajes, pero tenía un aspecto que muy pocos notaban a simple vista: la pluma. Esos decibeles en su voz que Evan había aprendido a detectar. Vestía muy parisino: playera marinera, pantalón negro y una cazadora de cuero.

-Bueno, esto es para la edición de octubre de la revista...

Pero la puerta se abrió.

-Bruno -parándose del sofá para ir a saludarlo. Quedaba ya claro que no ocultaba la pluma -, que gusto verte. ¿Vienes a tomar fotos?

-Sí -mirando a Evan que estaba escribiendo algo en su libreta y poniendo pausa a su móvil con el que grababa la brevísima entrevista.

-¡Perfecto! -sacando su móvil para verse.

-Podemos seguir con la entrevista... -siguió Evan volviendo a grabar la conversación.

-Claro, claro -sin dejar de posar para la cámara de Bruno. Fingía que hablaba, fingía mirar a Evan. Sólo quería llamar la atención de Bruno.

-Ahora para la revista.

-Claro. ¡Maquillaje! -dejando ahí a Evan. Se puso de pie, cogió sus cosas y estuvo por irse pero quiso insistir un poco más.

-Sí. Ha sido emocionante trabajar con gente con trayectoria... -mirando por el reflejo del espejo a Bruno -, pero así es la vida de un actor. Pero basta por ahora -quitando de encima las chicas que lo maquillaban -. Vienen las fotos.

La sesión comenzó. Y Bruno hacia su trabajo hasta un nuevo retoque y un cambio de look.

-Es divertido... -dijo Evan acercándose a Bruno que revisaba las fotos.

-Un poco. ¿Te estás divirtiendo?

Evan no respondió. Prefirió cambiar el tema por él de querer aprender a usar la cámara.

-Sí. Con este puedes cambiar la luz... 

Era la oportunidad perfecta de tener su mejilla casi junto a la suya. Verlo reír en primera fila. Reían mirando las fotos mientras Camilo los veía desde su asiento. Él, quién era casi imposible que quitara la vista de su móvil ahora lo ignoraba por completo para ver como compartían risas y miradas cómplices.

-Okey -dijo en tono furioso -, creo que mejor seguimos.

-¿Seguro? -preguntó Bruno riendo todavía. Camilo miró la forma de ver de Evan a Bruno. Era oficial: lo odiaba.

-Sí. Puedes irte. Luego volveré contigo para terminar la entrevista -le dijo a Evan. Este asintió y simplemente salió. Era lo que lo tenía ahí, la entrevista, que no había olvidado.

Se quedó sentado mirando por la ventana hasta que media hora después la puerta de abrió.

-Ha ido bien la sesión, ¿no? -comentó Evan al ver que se estaba acercando. Pero no era eso lo que quería comentar con él. 

-Entérate, rubito de bote -acercándose a él -, Bruno es mío. Llevo un año tratando con él y un crío como tú no lo va a arruinar... ¿Entiendes?

-Seguro... - poniendo sus manos frente a él y girando los ojos -, no podría competir con una diva como tú... -queriendo no reírse pero lo hizo, lo que enfureció más a Camilo.

-¿'Toro' en orden? -preguntó Tom cogiendo por los hombros a Evan mirando fijamente a Camilo, quién fue retrocediendo poco a poco. El pelirrojo realmente tenía el rostro de un loco capaz de cualquier cosa.

Camilo no dijo nada y simplemente se fue.

-¿Quién es él?

-Un intento de actor. ¿Qué haces? -levantando los talones del piso para aceptar los dos besos de Tom. Había sido él quién consiguió que tal saludo fuera normal para Evan entre hombres. Había sido un gran soporte en eso de sentirse cómodo con su sexualidad.

-Quise sorprenderte. ¿Dónde está el friki? Creo que habías dicho que ibais a trabajar juntos.

-Eh, no lo sé. Supongo que ordenando todo...

-Ya. Pues vamos que tengo una reservación. - Evan aceptó esperando ver a Bruno antes de irse. Tal vez y con suerte podía ir con él. -Hacen buena pareja... - guiándolo a la mini van.

-¿Lo crees? -echando una última mirada a la puerta por la que habían salido.

-Hell yeah - cerrando la puerta -, ¿hay otra combinación ganadora que un Freak y un geek? I don't think so... - poniendo en marcha la mini van.

En cuanto lo hizo, recordó que había prometido quedarse a comer con los chicos que organizaban la fiesta.

El Último Chico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora