El último aliento

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Habían llegado con dos días de anticipación para disfrutar antes del evento. Bruno amaba esa ciudad y Evan no la conocía así que era el plan más que perfecto para compartir. Cuando llegaron al hotel Evan decidió tomar una ducha. El cambio brusco de clima lo merecía.

Bruno se sentó en la cama a admirar a Evan despojándose de su ropa tan lentamente que parecía que lo hacía para él. -¿Qué pasa? -preguntó su novio rubio que mordió su labio y lo jaló para que cayera sobre sus piernas y liarlo con sus brazos. Sonreía y Evan sólo esperaba su respuesta.

-¿Sabías que me haces muy feliz?

-¿Ah sí? -mirando al techo y luego a él, que no apartaba su vista y repasaba su pecho sin vergüenza alguna.

-¿Por qué no nos quedamos hoy en la habitación? -dándole un beso -, y podemos... -susurrándole algo al oído que hizo crecer una enorme sonrisa en Bruno quién tumbó sobre la cama a su novio.

La mañana siguiente hicieron un poco de turismo. Caminaban abrazados de la cintura, con gafas de sol y ropa ligera. Se hacían fotos haciendo el tonto y disfrutaban del sol, el mar y de su amor; reían y eran felices.

Después de comer decidieron ir a caminar por la playa. Entre juegos, Evan terminó en la espalda de Bruno. La risa se había apoderado de ellos que casi no notan al chico con el que casi chocan.

-Camilo -se detuvo en seco Bruno.

Evan seguía sobre su espalda y no se bajaba. Camilo seguía sorprendido de verlos así de juntos. Lo había conseguido. De pronto un inmenso odio hacia el rubio apareció.

-¿Vienes al evento de los 40? -preguntó Evan desde su todavía comida posición. Riendo por sentir las manos se su novio recorrer su culo para evitar que se cayera.

-Resulta más que obvio -escupió como respuesta y siguió su camino dejando a los dos enamorados seguir con sus muestras de amor.

Pasado el mediodía ambos se encontraban entre más periodistas que cubrirían el evento. Se encontraron con sus artistas favoritos, se hicieron fotos con ellos y disfrutaron de su música.

Por la noche siguieron disfrutando del ambiente festivo. La energía no terminaba tanto que causó volvieron al hotel llenos de deseo. Abrieron la puerta de golpe mientras seguían besándose y sacándose la ropa el uno al otro. El aire comenzaba a llenarse de calor, las caricias se hacían más intensas mientras el sol se ocultaba en el mar.

Bruno despertó primero. Evan dormía entre sus brazos hecho un ovillo, con su cabeza entre su pecho y sonrió volviendo a quedarse dormido. Cinco minutos más tarde el rubio abrió los ojos y sintió los brazos de su novio, Bruno dormía con los morros puestos, resultado del uso de ortodoncia. Le gustaba imaginárselo de esa forma; repasaba sus labios con sus dedos y luego los acercaba a los suyos. Le gustaba esa convección que había en sus besos; le gustaba como las manos de Bruno repasaban su cuerpo aún con los ojos cerrados.

-Buenos días -susurró Bruno.

-Hola -riendo bajito por lo adormilado que seguía. Cogió su reloj de la mesita de noche y miró la hora. Estaba por ser mediodía -Venga, arriba. El día apremia -saliendo de la cama totalmente desnudo sin pudor alguno, caminando hacia el cuarto de baño con cadencia, exhibiendo su cuerpo pálido de una manera sensual para su novio, que paso a paso que daba lo volvía loco y lo hacía sentir afortunado.

Antes de entrar por compelo, el rubio giró a ver cómo su novio mordía su labio y apretaba su entrepierna, rió un poco y entró por completo, dejándolo rendido en la cama, lleno de éxtasis.

-¿No vienes? -gritó desde dentro, sacando a Bruno de las sábanas y sus sueños que estaban por volverse realidad.

Después de una ducha en bañera de una hora, con sales marinas y un montón de monos y besos, El móvil de Bruno comenzó a sonar. Evan seguía en el baño así que se enteró de nada, cuando salió sólo vio a su novio todavía desnudo así que fue a abrazarlo y llenar de besos la espalda de su novio.

-¿Qué pasa? -separándose de su espalda para verle a los ojos.

-Me ofrecen un trabajo como fotógrafo.

-¡Eso es genial!

-Pero... la cita es mañana por la mañana.

-Tenemos que irnos -aseguró Evan emocionado. Poniéndose a ordenar todo para la partida.

-No -bloqueando el móvil y aventándolo lejos sólo para atraer a sus brazos el cuerpo desnudo de su novio -, hemos venido a disfrutar de la playa y... me está gustando la rutina de playa que tenemos -recorriendo despacio hasta su cuello, aspirando su olor a azahares y dejando un beso en él.

-¿Estás seguro?

-Sí -seguro de su respuesta -. Estos días no quiero pensar en trabajo, quiero enfocarme en mi increíble novio... -besándolo.

-¿Qué haremos hoy? -preguntó Evan sobre el mediodía caminando hasta su maleta para buscar unas bermudas.

-Se me ocurre algo...

Evan sabía de qué se trataba que comenzó a reírse por la petición.
-Pero con una condición: yo arriba está vez.

Bruno no parecía del todo convencido ante tal petición.

-Que sí. Que ya te has divertido con mis caídas. Te toca hacer ski acuático y yo quedarme en el bote...

-Bien -dejándole un sonoro beso en su mejilla -, pero vamos después de... -susurrándole algo al oído, algo que ruborizaba al rubio.

-¿De nuevo? -preguntó mordiendo su labio, su novio asintió con brillo en los ojos -, es que es muy temprano... -alejándolo de él.

-Por favor.

-Bien. Yo pido pastel de chocolate y batidos para desayunar, mientras tú te terminas de vestir -cogiendo el teléfono.

-No te olvides de la fuente de chocolate -le decía animado viendo con amor al rubio quién pedía servicio a la habitación.

El Último Chico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora