La Última mañana

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Bruno seguía con paso veloz a su novio. No lo soltaba de la mano y lo seguía esquivando a las personas con las que se topaba, pedía perdón y sólo se reía.

-¿Dónde vamos? -detenido su carrera al llegar a la calle y cuando Evan lo soltó.

-Donde sea. ¡Al ballet! -acercándose a la calle para pillar un taxi.

-¿Es temporada de ballet? -acercándose para abrazarlo.

-No lo sé. Hay que averiguarlo -robándole un beso para luego subir al taxi que había aparcado a su lado.

Y así prefirieron pasar su tarde: corriendo entre las personas que caminaban por el West End, buscando un boleto para cualquier evento, riéndose por no encontrarlo. Disfrutando el viento correr, las nubes espesas que prometían que harían llover...

-¿Y ahora? -cayendo en el pecho de Bruno de risa.

-¿Por qué no subimos al bus? Y luego vamos a noria -sugirió Bruno.

Evan miró el bus rojo que pasaba junto a ellos. Era un simple transporte, pero incluso eso era divertido con Bruno, además...

-No me he subido nunca a la noria... -confesó mirándolo a los ojos. Su pecho era su lugar favorito para estar, porque desde arriba la mirada llena de ternura de Bruno le daba una seguridad de que todo iría bien.

-Pues vamos a la noria entonces.

Mientras iban sentados mirando el paisaje, mientras esperaban subir e incluso cuando estaban arriba mirando todo Londres, Evan no se despegó del pecho de Bruno, de su mano.

-No me lo creo -haciéndose ovillo en su pecho -. Contigo incluso esta ciudad que tanto odiaba se ve bien. Gracias por estar aquí.

El Buckingham Palace , fue el destino más obvio para hacer turismo con Bruno, cogidos de la mano.

La tarde seguía, convirtiéndose poco a poco en noche, mientas las carreras se convertían en caminatas animadas por los relatos: "por ahí estaba el cole al que iba".

-Por ahí está el parque en donde... -mirando a su novio -, tuve mi primer beso.

-Ah. En el Insti.

-No... -empezando a caminar

-¿En el cole? -asombrándose.

-Sí. Que era un crío pero... sabía bien lo que me gustaba -soltando una risa por lo mal que había soñado aquello.

-Pues sí que eras un

Mirando al frente sonriendo.

-Y ahí, fue donde mis hermanos me llevaron a oír mi primera cerveza. Ven. Te invito una...

Una pequeña fachada negra, con escaleras blancas que daban a un muy elegante restaurante; con una barra y mesas repartidas al centro y mesas privadas en los alrededores con asientos de cuero; charlas, risas y música de piano, generaban el al vientre perfecto para pasar el viernes. Aún no era hora punta así que había cogido una mesa privada.

Fueron los últimos en salir. Rodeados por la fría y húmeda noche, con la luz de la luna reflejada en el piso.

-Te quiero -no pudo evitar soltar Bruno al verlo junto a él.

-Yo te amo -aseguró Evan colgándose de su cuello para besarlo -. Tengo el plan perfecto para acabar eTe día tan maravilloso -le susurró. Evan deteniendo de nuevo un taxi.

A pesar de tener claro donde estaban su escolta prefirió ignorarlo y seguir así.

-Pasa... Seguro ya todos están dormidos -subiendo por las escaleras de empleados hasta su habitación.

El Último Chico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora