Bruno abrió un cajón del viejo armario de ébano de la habitación de Evan. Ahí estaba. El secreto mejor guardado de su novio:
-Pero bueno... -viendo la cantidad de discos, libros, entradas de conciertos y sabrá Dios qué más con el rostro de esos cinco chicos.
-¡No! -corriendo a cerrar el cajón.
-¿Pero qué pasa? -riendo al ver la palidez de su novio desaparecer por un rojo en todo su rostro.
-Que no quiero que creas que soy un raro -confesó avergonzado. Jamás había hablado de su fascinación por la boyband Auryn y menos frente a alguien mayor.
-Pero sí lo eres -besando su mejilla enrojecida -, y uno muy lindo -revolviendo su cabello, haciéndolo reír como niño pequeño, haciéndolo sentir querido - ¿y sabes qué?
-¿Qué haces? -viendo aún más avergonzado como su novio desabotonaba su camisa azul lentamente, sólo para desvelar la playera negra estampada con el símbolo anti-héroe de Auryn, acto que hizo que la ilusión de Evan iluminara su rostro.
-A mi también me molan mogollón.
-¡Por qué no me habías dicho? -exigió saber emocionado el rubio.
-Vi tú portátil, vi la calcomanía y quise volverme loco pero... no quise que pensaras que era un friki... -riendo.
-¡Pero sí lo eres! -rió -, y no necesariamente por ellos... -cogiendo sus labios para besarlo.
-Siempre se burlaron de mi cuando llevaba el portátil al Insti o llevaba una pulsera de ellos. Decían que ya no era un crío... y nadie me hablaba por ello.
Bruno se lo observó en silencio y luego sonrió acercándose a él.
-¿Sabes? -llamando la atención de su novio -, yo lo hubiera hecho.
-¿El qué?
-Verte. Hablarte, ¡santo cielo, qué no te hubiera hecho! -acercándolo a él sólo para sacarle una sonrisa tímida a su novio. -¿Te imaginas? El chico alto friki, con el chico "bajito" tímido, ¡hubiera sido un escándalo!
Ambos chicos rieron ante tal escenario.
-¿Qué me hubieras hecho sí me nos hubiésemos encontrado antes?
-Te hubiera quitado este mechón para ver tus ojos claros -volviéndose totalmente serio -, te diría "me gustas" y te hubiera dado tu primer beso -tomándolo de las mejillas y juntando tus labios -, te hubiera dicho lo perfecto que eres para mi.
Un beso y un tirón para caer en la cama, sobre sus piernas. Un pequeño nido formaban sus brazos, en los que Evan se acurrucó y bajito sin dejar de mirar a su novio dijo: te quiero.
-¿Perdona? -acercando su oído a la boca de Evan, que expedía un aire tibio con olor y sabor a mentar. Su boca siempre sabía a menta, por ello siempre quería besarla.
"Te quiero" volvió a decir bajito tras un pequeño golpe en el pecho de Bruno para luego besarse.
¿Cómo lo había hecho? Esa seguía ideando su pregunta. Lo conoció cuando estaba escapado de los últimos días de un verano nada peculiar sólo para después volver un otoño gris, pero no. Todo se jodió con ese palmito y esa sonrisa que ponía en cada esquina.
Había tropezado varias veces y no imaginó que ahí iba de nuevo, una más le estaba esperando.
Caminaban cogidos de la mano camino de Atocha, enfundados en abrigos en la fría mañana, Evan soltando pequeños saltos por la emoción. Lo veía todo especial; esa mañana gris, fría, a veces la cobardía del sol era perfecta para un par de cosas, ir muy pero que muy pegado a tu novio era una de ellas y el rubio lo sabía y lo disfrutaba tanto que a quién pasaba lo demostraba, con una sonrisa congelada, con mejillas quemadas y una ilusión ardiendo en su mirada.
Sonreía orgulloso y temblaba con emoción. Su novio conseguía eso; sonreía a cada persona que veía, porque estaba a un lado de un chico mucho más alto que él y quería exhibirlo; sus dos metros no eran moco de pavo, pero para Evan, que media veinte centímetros menos, era mucho, por fin podía sentirse un poco normal. Porque le gustaba levantar la mirada y verlo, y que le dedicara una sonrisa y un beso.
-Si hace bueno podemos ir a la playa... -sugirió Bruno, su novio asintió al tiempo que se quitaba el abrigo azul francés para sentarse.
¡Dios! Realmente amaba que Bruno fuera alto, porque él así podía hacer puntas para besarlo.
Cuando llegaron guardaron los abrigos. El clima de playa se sentía en el aire y a pesar de haber caído la tarde se podía percibir el calor.
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El Último Chico
RomanceEl amor no ocurre sí no se puede culpar al destino; si no puede ser como en los cuentos de hadas. Tampoco ocurre al compararlo con la realidad, que está sobrevalorada, como lo hacía Evan. Que no se creía que las miradas que cruzas con alguien en cu...