El chico de la sonrisa fácil

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Lo vio tan pronto entró en el local. Rodeado de tantos chicos animosamente charlando. Era el chico más risueño con el que se había topado jamás; reía detrás de sus palmas cuando oía una broma; miraba con ojos grandes y atentos cuando contaban algo y su mirada saltaba de emisor en emisor para captar toda la conversación; intervenía poco, sonreía en exceso. Acomodaba su cabello ondulado de vez en vez, ese que se había esponjado con el viaje de la mañana, y de sorbo en sorbo fue acabando su Fanta.

Cuando intentaba hablar, alguien más lo interrumpía con su propio comentario al que resignado sonreía. Sólo le pedían respuestas cortas a anécdotas. Risas y más risas en las que se veía perdido. Así que hizo algo para salvarlo.

-Joven disculpe -dijo un camarero de la barra haciéndolo apartar la mirada de Bea -, el caballero de ahí le envía esto -dejándole una copa de piña colada. Sus amigos de inmediato voltearon a ver al chico.

Era guapo. Evan se limitó a sonreírle al camarero cuando le dejó una servilleta de papel doblada. Levantó la copa y olió, virgen. Se rió y le dio un trago, a salud del atrevido chico de la barra. Sonriente y pisaverde que le guiñó el ojo. Las chicas se emocionaron y los chicos lo celebraron. Él sólo se limitó a dar otro trago más.

-Que pone... -preguntó Nerea sentada a su vera intentando mirar la perfecta caligrafía de Bruno:

"¿Puedo invitarte otra?"

Todos se acercaron para intentar captar algo más que las mejillas rojas de su amigo. Evan sonrió al leer eso. Se sentía igual. Era increíble que le pasara a él eso, aunque quién lo hacía era Bruno, se dejó llevar.

-¿Creen que deba ir?

-¡Por supuesto que sí! -gritaron todos sus amigos. Tom también se quedó callado. Conocía a su amigo y realmente lo arruinaría sí ellos se enteraban de que eran amigos.

Camino hacia él. Tratando de no ponerse nervioso pero no podía.

-Eres... Gracias -aceptando su caballerosidad de ayudarle con el banquillo.

-¿Dónde te metes? Pase a buscarte para invitarte a comer... - dándole dos besos sin pudor alguno. Algo que no Tom se esperaba y que a los demás emocionó demasiado. Nadie de ellos había llegado tan lejos en una situación igual.

-Tom se ha aparecido de repente.

Bruno era un caballero descarado, detenía su mirada sobre Evan sólo para ver su reacción y sonreír.

-Bueno -logrando su cometido y acabando con el silencio -¿Quieres comer o ya lo has hecho? -señalando la mesa de sus amigos.

-La verdad es que muero de hambre. 

Se abstuvo de decirle que sus amigos sólo pidieron algo ligero para picar.

-Perfecto -llamando  camarero.

Tuvieron un almuerzo ameno. Entre risas, con espectadores que veían cómo aquel chico ponía su manos sobre la de Evan, como lo hacía reír y escuchaba atento; como su amigo sorprendía al chico con sus relatos.

Porque quería saberlo todo de él.

-¿Y qué música te gusta?

Evan lo miró. Tal vez era la pregunta más difícil de responder y más frente a un chico, pero algo lo hacía ser sincero con él.

-Me chifla mucho la música de Auryn...

-¡También a mi! -dijo limpiando su boca.

-Anda ya.

-Sí. Mira -mostrándole la misma playera estampada con el logo del segundo disco de Auryn Anti-Héroes.

Evan cubrió su boca del asombro. ¡Eso es increíble! ¿Cuál es tu canción favorita? ¿A cuantos concierto fuiste? ¿Qué fue lo más loco que hiciste por verlos? Risas por las respuestas, asombros por las coincidencias y más cercanía.

-¿Terminaste?

-Sí. Gracias -acerando que le retirarán el plato y terminado su copa de vino.

-¿Volvemos juntos al trabajo?

-Sí. Pero, mi cartera, la dejé en la mesa... Iré a por ella.

-¿Y? -preguntó Bea tan pronto lo vio acercarse.

-Me va a acompañar al trabajo. Os veo luego - despidiéndose de todos.

-Pero nos los tienes que contar despacito eh -lo soltó Bea de una vez.

Evan volvió más avergonzado que antes con Bruno.

-¿Qué ha sido todo eso? -abrazándolo por los hombros. Algo que era ya costumbre y que volvió a sacar una expresión de asombro con sus amigos.

- Disculpa por eso pero es que... - soltando una risa -, mis amigos jamás me han visto con alguien tan guapo.

Ya. Lo había dicho en voz alta.

-Te parezco guapo...

Era un punto para él. Una cosa era tontear y otra era ya algo un poco más serio. Evan mordió su labio. Lo había dicho en voz alta y frente a él. Y no, se, arrepentía.

-No -comenzando a andar de nuevo -, no lo voy a repetir para saciar tu ego.

-Me conformo con que no lo olvides - dejándole un sonoro beso en la mejilla.

-Capullo.

Cuando se separaron, Evan volvió a la realidad de su trabajo nuevo. Su editor lo esperaba ansioso. La edición estaba a días de cerrar y quería revisar su trabajo para ir lo encaminado en su labor.

-¿Dónde está la entrevista? Tenemos que darle estilo.

Evan sitio su móvil. Había grabando poco, casi nada.

-Yo... no. No he conseguido buen material.

-¿Te crees que sólo publicaremos foto de él en la revista?

-Yo...

-Ha sido culpa de Camilo - salió en su defensa Juan Luis -, que sabes que le fascinan las cámaras y... bueno, Bruno.

Era obvio que no era la primera vez que ocurría eso.

-Cierto, disculpa.

-Está bien. Sí no necesitáis nada más... vuelvo a mi lugar -cogiendo sus cosas.

Cerró la puerta de la oficina que compartía con más chicos que no estaban ahí. Se quedó parado pensando en lo contrastante del día. Pero lo hizo poco tiempo porque la puerta se abrió y tuvo sus quitar la preocupación de su rostro.

-Aquí estás -cerrándola tras su paso -. Traigo algunas ideas que necesitan ser pulidas un poco más... La verdad es que es la primera vez que organizo algo así uno tengo no idea de lo que hay que hacer...

Era Juan Luis, un torbellino de alegría y bien rollo. Tal vez un poco despistado pero con las mejores intenciones.

-Claro. Déjame ver...

Era la fiesta de la editorial. Se la pasaron charlado, entre risas, un par de anécdotas y penas te interpretadas con un poco de humor hasta que...

-Oye, gracias -deteniendo su monólogo -, por lo que hiciste antes. Y por lo que haces ahora.

La sonrisa de Juan Luis era carnosa y roja.

-No las merece. Además, creo que podemos descartar su artículo -guiñándole el ojo. Haciendo sonreír cómplice. -Ahora, ¿qué opinas de esto?

Evan pasó por la oficina de Bruno, el día acabado y quería volver junto con él pero no estaba. Se dio un par de vueltas y lo vio conversando con chicos que estaban editando fotos. Mordió su labio y decidió partir por su cuenta.

El Último Chico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora