-Me he dejado el móvil... -tentando sus bolsillos ya en el auto de Everett.
-Usa el mío -sacándolo de su bolsillo -, no tengo todas tus canciones pero tengo Spotify -dedicándole una sonrisa rápida.
Evan asintió pero no lo quería por música, quería llamar a Bruno de nuevo pero no lo hizo. Miró a su amigo y mejor le preguntó: ¿Cómo estás?
Everett se quitó las gafas y le miró. Tenía en su regazo una pequeña pila de papeles que venía revisando.
-Un poco cansado sí te soy honesto. Sabes que este mes es el más complicado y no hemos conseguido los recursos suficientes para cubrir las metas que nos hemos propuesto...
Cogió su mano para transmitirse fuerza. Eran tanto para el otro, se habían vuelto fuertes mientras crecían y ahora que eran mayores eran los mejores amigos.
-/-
"Evan, ¿qué haces?" Saliendo de su cama para recibir a su amigo que entraba envuelto en un cobertor sobre la media noche, estaba prohibido salir de la habitación pasadas las 21:30.
"He venido a hacerte compañía, hazme sitio" entrando en la cama, "puedes abrazarme sí quieres"
"¿Por qué lo haría?" Preguntó nervioso, pero un trueno le dio la respuesta al obligarlo a entrar en la cama de golpe.
"Porque sé que odias las tormentas..."
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Evan miraba por la ventana, con su cabeza recargada en sus manos mientras esperaban la comida, Everett lo veía sonriendo. Se lo notaba ausente, esa alegría con la que le contaba historias estaba oculta.
Everett decidió levantar las hojas del otoño que evidentemente aquejaban al chico que tenía de frente: -Sé cómo alegrarte -buscando en su mochila; una hoja doblada que guardaba una instantánea -, mira.
Evan cogió la hoja y la foto y las miró. Sonrió, un montón de recuerdos se le vinieron a la cabeza.
Para Evan, con mucho cariño.
Álvaro GangoLa foto era del mismo chico con un cartel que ponía: saludos Evan.
Sonrió grande al ver el detalle que su amigo le había conseguido.
-Me lo he topado en el centro -admitió emocionado.
-Pero que suerte. Gracias.
-Lamento haberme ido así tan abrupto -confesó Evan.
Everett, el chico quedas lo conocía y sin duda sabía que le quería sonrió, tranquilizándolo con su mano sobre la suya: -Sé muy bien el peso que tiene el porvenir y que le gana a lo que pudimos vivir.
Todos los recuerdos, los buenos recuerdos, se le vinieron de golpe a la mente que lo hicieron sonreír. Había sido la persona más constante en su vida; la persona que más lo conocía, la que sabía de sus sueños y miedos; a quién le había confesado primero tantas cosas. Habían estado el uno para el otro, compartiendo la soledad del internado donde se habían conocido.
-Tienes que ir un día a Madrid, para pillar a Carlos un día -dando un sorbo a su té, tras media hora de charla ligera, informativa y bastante graciosa que había aliviado por un momento su tristeza.
-Sabes que no soporto salir de Londres -confesó riendo.
-Lo sé -rió Evan -, todavía recuerdo la que te montaste el día que fuimos a Manchester.
Era al único que podía decir que quería y se sabía más que querido por Eve.
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/Feels like silence and every word is moving in/ worst like problems/ are leaving footprints under my skin
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El Último Chico
Roman d'amourEl amor no ocurre sí no se puede culpar al destino; si no puede ser como en los cuentos de hadas. Tampoco ocurre al compararlo con la realidad, que está sobrevalorada, como lo hacía Evan. Que no se creía que las miradas que cruzas con alguien en cu...