Evan había escuchado que el primer amor era grande y verdadero, no estaba seguro de aquello. Pero el último es mejor y más grande que el primero, es lo podía ver cada vez que miraba a Bruno.
Había sido raro. Siempre que lo repasaba lo pensaba. De haber llevado el móvil con la carga completa, seguro sólo hiciera hecho el pago y habría salido de ahí sin más. Porque la música lo entretenía, distraía sus pensamientos de la realidad. Pero su voz. Era lo más cercano a música en sus oídos, que quiso seguir oyéndolo. Así de la nada le tuvo confianza a un desconocido. Quiso cumplir esa fantasía que muchos tenían: hablar con un buenorro. Quiso averiguar que pasaría, quiso quedarse hasta el final. Y eso le gustaba. Verlo esperándolo, con ese deseo de no quedarse con las ganas de estar juntos sin importar nada. Era difícil aceptar dar un paso adelante, pero ya no quería nada más.
Se había convertido en su canción favorita.
-Me he enterado de lo de Málaga -dijo dando una mordida a la tosta de queso crema y salmón.
-Lo sé. No me lo creo -respondió emocionando.
-Podría acompañarte
-¿De verdad? Eso pensé yo pero... no sabía sí estarías disponible.
-Para ti lo estoy siempre.Le gustaba verlo en su casa, buscando cualquier excusa para hacerlo sonreír. Era difícil de explicar, pero cada vez que decía algo parecía una melodía. Salían del trabajo y volvían juntos a casa, conversando, viendo las tardes grises de la ciudad que habían hecho suya.
Pero fue una tarde, a comienzos del otoño, cuando todos agradecían por fin ver llover en Madrid, cuando andando abrazados, entre la corredera bajo la lluvia sin protección más que sus propios abrigos, Bruno se detuvo abrupto y se plantó frente a Evan.
-Espera -bajando hasta sus zapatillas Vans azules mojadas-, tus... cordones -volviendo a liarlos -. Ya estás.Evan se quedó sin palabras.
-¿Qué te apetece hacer? -viéndolo
¿Morir de amor era opción? Porque todo se volvió lento en ese instante; la lluvia se volvió ligera tanto que el viento podía llevársela sin rozar sus mejillas. Pero reaccionó al ver la sonrisa que mantenía, entre el chaparrón que mantenía un ambiente grisáceo, que fue mutando en un morado que manchaba la nubes despejando el cielo.
-Bueno yo... no -rió -. Que es bastante aburrido.
-¿El qué? -acercándose más, con el pelo escurriendo.Cediendo ante esos ojos claros y brillantes respondió: -Sería genial tomar el té -levantando su mirada al cielo, pero bajándola de inmediato a sus manos cuando sintió las de Bruno cogerlas -, este clima es perfecto... -coloreando más sus pálidas mejillas de rojo. Le concedía eso a Londres, el frío como ese generaba una buena charla con una taza de té.
Mordió su labio y jugó con sus pies. No importaba que ambos estuviesen mojados, sonreían y reían al ver al otro hasta que Bruno lo acercó de nuevo a él en una abrazo.
-Bueno, pues vamos a tomar el té de las cinco.Llegaron a un sitio que conocía Evan. Su favorito dedujo Bruno al ver la mirada maravillada del rubio. Pasaron a los servicios primero para secarse un poco, entre risas, claro. Tomaron asiento. Y de pronto admiró ese exotismo que rodeaba a Evan; un par de miradas se postraron en el rubio y su sonrisa. Su piel era como la de un rey, así de tersa, suave y pálida. Pero con un cuerpo imponente como el del sultán más respetado.
Lo pensó bien antes de lanzar una apuesta:
-A que no te atreves a hablarle al camarero en inglés.
-You will see -respondió desafiante.
-Buenas tardes, ¿os puedo ofrecer la carta o sabéis que pedir?
-I would like a cup of tea mint with lemon, one piece of cherry cake, some chocolate cookies and... For my friend Darjeeling please.El camarero con una tapiz apuraba lo que pedía y antes de marchar dijo: on the way... -nervioso de pensar que no había tomado bien la orden.
-¿Y de qué se charla durante el té de las cinco? -acodándose en la mesa.
-Bueno, mi tío William hablaba con mi padre de polo. O de soccer.
-Ah... Tienes tío... y un padre...
-¡Siempre los he tenido! -respondió alegre -. Y dos hermanos.
Mucho mayores que él, con quienes mantenía contacto de vez en vez. Por lo que, a pesar de ellos creció como sí hubiese sido hijo único. Y como dictaba la tradición, había estudiado en un internado, ahí había conocido a Tom, había vivido locuras moderadas y
¿Cuántos novios has tenido? Le preguntó Bruno. Tal vez una pregunta bastante íntima que no sabía sí responder o no, pero Evan pidió primer a cambio de esa información, conocer cual había sido y era su crush de toda la vida. Bruno lo pensó bien. Antes de responder, ambos escucharon golpeteos en el vidrio del establecimiento. En lo amigos de Bruno que se reían de verlo en un sitio como ese que no pudo palidecer un poco. ¿Qué pretendían?
-Pero bueno, macho, ¿qué haces aquí? -dijo un chico en forma de burla al tiempo que le daba una fuerte palmada en la espalda a Bruno que se reía.
-Pero mira -anunció el otro -, hasta pastitas inglesas con té... -sorbiendo de la formal más vulgar que Evan baño oído y visto jamás.
-¿Y este quién es? -preguntó el último.
-Soy Evan, un amigo. Me estaba 'enseniando' donde comprar cup of tea here in Madrid, join us?-Oh no. Sorry -respondió colorado el chico -, que sólo hemos venido a
Cuando se marcharon, ambos chicos comenzaron a reír.
-Eso ha sido genial -puntualizó Bruno.
-Gracias.Al marchar, la noche había aparecido, el frío se había vuelto intenso y calaña en sus ropas húmedas. Aun así, parecían calmar sin prisa.
-Sabes. No me ha gustado eso de amigos -confesó Bruno en el portal, mientras Evan abría la puerta.
-¿No? -viendo que no era la llave -, ¿cómo quieres que te llame? -liado en buscar la llave.
-¿Que tal sí en vez de amigo te presento como mi amor? -sin dejar de mirarlo.
-Con que Amor... -encontrando la llave y abriendo. La oscuridad lo ayudó un poco a ocultarle a Bruno la enorme sonrisa que se le formó en el rostro.
-Sí -respondió emocionado -, ¿qué te parece? -sosteniendo la puerta para entrar justo detrás de Evan, ocultando su nerviosismo en los bolsillos de su vaquero.Evan se acercó y se puso de puntillas para besarlo como se había contenido tantas veces y para lo que había practicado varias veces
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El Último Chico
RomanceEl amor no ocurre sí no se puede culpar al destino; si no puede ser como en los cuentos de hadas. Tampoco ocurre al compararlo con la realidad, que está sobrevalorada, como lo hacía Evan. Que no se creía que las miradas que cruzas con alguien en cu...