Había pasado día y medio en que no se veían y dos desde que habían hablado y Evan estaba emocionado por volver. Había comprado varios recuerdos, uno para Bruno. Lo había pasado bien, Juan Luis había sido una excelente compañía que hizo que la ausencia de Bruno no se sintiera tanto.-Lo sé, ha sido muy emocionante -dándole un apretón con su brazo -, iré a por un taxi.
Estaban llegando a Atocha y lo agradeció profundamente, Evan estaba hecho un lío con sus maletas, y lo estuvo más cuando sí móvil vibró. Pensó que sería un mensaje de su novio, pero no, una alerta del Facebook de la revista en la que trabajaba:
Última hora: Camilo tiene nueva conquista.
Se extrañó, Bruno no le había contado nada y no es que uñesen cotilla pero... En la foto del enlace no se lograba percibir de quién se trataba, cuando abrió la nota se desveló quién era: Bruno. Recibiendo un besos morro de Camilo. Dejó caer su neceser y Juan Luis se percató de ello.
-¿Qué ocurre? -quitándose las gafas, pero distrayéndose con su móvil, que había recibido también algo. Lo desbloqueó y miró la misma foto que ahora veía en el móvil de su amigo rubio. -Evan, oye que...
-Yo... -tratando de llorar -. Yo debo irme. Nos vemos -jalando su maleta hacia el taxi el cual apresuró para arrancar.
No quería hablar con nadie.
-Cinco días después-
Evan escuchó la puerta abrirse. Sólo podía tratarse de una persona: -No empieces con esa frase -advirtió desde el sofá, con un cobertor tirado, cubriendo poco de sus pies y abrazando sus piernas sin hacer nada, mirando el comedor -, y quita esa puta expresión de tu rostro... -había intentado dormir sin éxito.
Seguía con la misma ropa, con ojeras marcadas, el sueño estaba ausente en su mirada. La maleta seguía cerca de la puerta. Respiraba en automático y el apetito se había ido y no lograba sentir nada.
-Lo siento -fue lo único que este se limitó a decir mientras cerraba la puerta detrás suyo -. No sé cómo actuar con todo esto -confesó algo avergonzado sentándose al otro extremo del sofá.
-No te he pedido que lo intentes -respondió hosco, hundiendo su cabeza entre sus piernas.
Tom apretó los puños y frunció el ceño. -Ese es tu problema. Jamás podés nada. Ese siempre fue el problema... -recordó más angustiado. Por fin notó lo descuidado que estaba.
-Pides -corrigió Evan -, jamás pides nada...
-Eso. Jamás pides ayuda. Me he tenido que enterar por el fantasma ese que tienes como compañero de trabajo. ¿Por qué no has hablado con Bruno?- Evan no respondió -. Tienes que hablar con él.
-¡No me 'rigas' lo que tengo que hacer! -gritó enojado mirando por fin a su amigo. Hace unas semanas él lo había encontrado casi muerto, ahora no sabía bien sí él lo estaba, pero que apareciera no lo tranquilizaba -. No eres el indicado para decir nada...
-¡Pues no veo que lleves mejor las adversidades!
-¡Crees que no sé que ha sido ese idiota quién se ha montado todo esto! -gritó más fuerte. Tal vez era eso lo que más le dolía.
-¡Y por qué mierdas no has hablado con él!
-¡Porque no quiero decirle algo de lo que me pueda arrepentir! -respondió por fin agotado -. No quiero oír que no ha podido evitarlo... -recordando también.
Entre Tom y él había una historia llena de culpas que ninguno había intentado arreglar.
Tom miró a Evan. Podía ver lo que todos veían de él: un niño bastante mimado incapaz de nada por su inmadurez, envuelto en sí mismo. Pero sabía que era alguien con bastante heridas y estaba cansado de tener más. Por primera vez sintió lástima por su amigo. ¿Cómo no lo había notado antes?
-Lasciami, voglio restare solo... -
abrazando de nuevo sus piernas desviando poco a poco la mirada de su amigo.-No -dijo serio sacando de su macuto un par de túppers con comida -. E ti ricordo che io sono il italiano non te, e ancora hai amore nella tua vita.
Evan le miró con cierto desprecio. Odiaba que todos los problemas los viera con cierta burla. Pero eso los había hecho a ambos ser más fuertes.
-Venga, a comer -abriendo el primer túpper.
-No tengo hambre. Andate via...
-Me quedaré contigo, porque somos amigos.
-Amigos...
-¡Puedo ser un buen amigo!
Evan lo dudó, el mismo lo dudó tan pronto oírse decirlo. No había sido bien amigo estos últimos meses, pero de algo estaba seguro:
-Oye. Nos juramos lo bueno y lo malo y eso me incluye. Te toca aceptarlo. Yo... Seré ahora el fuerte.
-Tú... -bufó Evan.
-Por favor.
El rubio accedió. Luego de unos minutos comiendo humus sentados a lo indio en el centro del pequeño salón, mientras veía cómo su amigo comía sin despegar la mirada de la fuente, Tom dijo algo sin pensar desde su inexperiencia en el asunto;
-Bruno no haría nada para lastimarte...
-¡Jamas ha sido vuestra puta intención lastimarme, pero siempre lo hacéis! -gritó de separado. No podía contenerse más. No podía guardárselo. Estaba harto del falso amor que todos le profesaban -¡Tú y todos los que dicen que van a estar ahí para mi jamás lo están cuando realmente los necesito!
Tom miró cómo poco a poco su amigo iba cayendo. Sonrió y se acercó a él. -¿Te sientes mejor?
-Sí. Disculpa -abrazando a Tom. Podía sentir todavía que a pesar de lo que le había dicho, aún le quería.
-No hay problema. Me tranquiliza que no te lo hayas guardado.
Evan se acomodó entre los brazos de su amigo y le confesó la razón de porque no quería hablar con Bruno:
-Cada vez me es más difícil reparar la ilusión...-Lo sé. Te he visto lidiar con decepción tras decepción iniciando conmigo, que al pobre no le quedan las mismas oportunidades que a nosotros.
-¿Está mal?
Tom encogió los hombros.-No lo sé. Jamás he sido buen juez. Pero, lo que sí sé es que no se lo merece. Ser condenado antes de tiempo.
Cuando por fin decidió encender el movil, había 57 mensajes en su movil, 27 mensajes en el whatsaap y 12 llamadas perdidas pero ninguna de Bruno, algunos eran de Juan Luis, que quiso darle seguimiento a su inesperada partida en la estación, de Tom y alguna de sus hermanos. El sueño pudo con él y cayó rendido.
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El Último Chico
RomanceEl amor no ocurre sí no se puede culpar al destino; si no puede ser como en los cuentos de hadas. Tampoco ocurre al compararlo con la realidad, que está sobrevalorada, como lo hacía Evan. Que no se creía que las miradas que cruzas con alguien en cu...