La última llamada

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A sus veintitrés años, Bruno Guijarro había recorrido parte del territorio nacional con su macuto y su cámara, captando increíbles momentos. Era la segunda vez que estaba en Barcelona y eso lo inspiraba, pensaba en Evan, tal vez e la Navidades podrían venir y dejarse llevar por el ambiente de tan vibrante ciudad.

-¡Perfecto! -gritó Bruno tras la última foto.

Anunciaron un descanso. Camilo esperó a que Bruno dejara de hablar con su equipo de trabajo sobre algunas tomas para acercarse a él.

-¿Ha ido bien la sesión? -preguntó tras ver al último chico alejarse por completo.

-Muy bien -le gustaba la fotografía que se olvidaba que era a Camilo a quién capturaba.

-¡Qué bien! -lanzándose a los morros del moreno sin previo aviso casi ignorando que tenía la cámara en la manos y casi la tiraba. Trataba de quitárselo de encima, peo se aferraba y se aferraba y resistía los vanos golpes que Bruno le propiciaba.

De pronto algunos flashes comenzaron a sonar provocando que Bruno se separara de él, eran paparazzis que capturaban cada movimiento. "¿Es tu novio?" "¿Dónde os habéis conocido?" Tardó en reaccionar pero al hacerlo se echó a correr jalando a Camilo que se había quedado para posar a las cámaras. Los fotógrafos lo siguieron hasta el hotel donde fueron detenidos y Bruno pudo volver a respirar un poco más tranquilo.

¡Qué mierda ha sido eso! -gritó furioso Bruno esperando el ascensor.

-¡Lo siento! -rió burlón al ver el rostro enrojecido de su fotógrafo -. No creí que nos estaban vigilando.

-¿Estás de puta risa? ¡Qué esto es serio! -golpeando un muro para descargar su ira.
-¿Qué crean que somos algo? Bah. ¿A quién le importa? -queriendo reírse a carcajadas pero controlándose.
-¡A mi! Yo tengo novio y ahora no sé cómo sé lo pienso explicar.
-Cierto. El pobre de Evan. No lo había considerado... -dijo con tono falso de preocupación.
-Eres un... -dejándolo ahí para marcharse a su habitación.

-Recuerda que mañana hay otra sesión -entrando en la suya riéndose de que había salido todo a las mil maravillas.

¡Maldita sea! ¡Maldita sea! Gritaba por toda la habitación. No tenía el coraje para hablarle a Evan y contarle nada.

"Hola amor, dime..." Fue lo que le contestó luego de media hora de haber cogido el móvil y decirse en llamar. Eso sin duda lo detuvo, incluso sus pensamientos. "¿Amor? ¿Cómo estás?" Insistió Evan con todo el amor que podía tener.

-Hola, yo... espero no haberte despertado -repasando su rostro con su mano.

"No" bromeó risueño "hemos ido de jarana por Larios, recién hemos vuelto... ¿Cómo ha ido tu día?" Tumbándose en la cama para oír a Bruno, que cada momento podía sentir en su garganta un nudo ir creciendo.

-Sólo llamé para decirte que te quiero... -con voz quebradiza, algo que no notó Evan, porque había sonado tierno y romántico.

-También te quiero. No me lo vas a creer pero te extraño mogollón que esto contando los minutos.

-¿En serio?- preguntó ilusionado.

-Bueno, lo hacía. Pero me quedé dormido en el AVE -rió -, pero dime tú, ¿sigue siendo una diva Camilo?

-Puf. No te lo imaginas... - ya con lágrimas en los ojos pero con la voz firme. No era tan valiente. Le contó, como pudo, el primer día; las locaciones que había elegido con su equipo, la ropa que había pedido. Todo hasta que decidieron que las tres de la mañana era buena hora para irse a la cama.

Dio más vueltas por la habitación. Debía decírselo, debía ser cara a cada, cogió su chaqueta y salió de la habitación. Pero alguien estaba cerca.

-¿Dónde vas?

-Tengo que volver a Madrid. Tenemos que posponer el shooting.

-¡No puedes irte! -ordenó Camilo -. Tienes un contrato. No puedes dejarnos así como así - viendo la impotencia en el rostro de Bruno -, seguro que por lo que tienes que irte puede esperar. No querrás enfrentar una demanda por incumplimiento...

-Tal vez no pueda irme -acercándose a Camilo -. Pero sí puedo hacer esto -soltando un mamporro en su mejilla, dejándolo en el piso riéndose del enojo de su agresor.

Había sido él. Todo había sido idea suya.

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