El último en contestar

910 98 6
                                    

Era la tercera vez que su móvil sonaba. Evan se levantó maldiciendo, había conseguido conciliar el sueño hace media hora, tras dos de haber dado vueltas repasando lo que esa noche había ocurrido.

-Anthony, ¿has visto la hora?

El tono por lo general firme y autoritario que dejaba años de experiencia había desaparecido; se oía cansado y alterado. A penas pudo decir un par de cosas como "aeropuerto", "madre" y "lo más pronto posible", el resto del mensaje algo vago.

Evan se puso con la maleta de inmediato, cogió lo que pudo y se marchó. Intentó llamar a Tom, no cogía el móvil. Intento llamar a Bruno, tampoco lo hacía. Sus tripas se componían y el miedo se había apoderado de él. Llamó un taxi y marchó.

Se había tomado unos minutos para elegir su ropa; algo cómodo como un pantalón de pana azul a juego con un suéter de cuello alto gris jaspeado y unas zapatillas DC blancas, la noche espesa y fría lo obligó a llevar un sobretodo azul.

Sabía que era especial. Todo él mundo a su alrededor se lo había hecho saber. Lo que no sabía era por qué una de las características de los que eran especiales era que estaban solos. Esperó con un café el abordaje, estaba preocupado, hecho un lío. No encontraba tranquilidad con el líquido caliente. Prefería oír el barullo que música, no estaba para eso. Intentó llamar a Bruno, seguía sin coger el móvil. ¿Qué estaba haciendo?

¿Por que siempre estaba solo, aun cuando todo el mundo le prometía estar ahí?

Cuando llegó al aeropuerto londinense, se encontró con Anthony, su hermano mayor, a quién en todo el tiempo de conocerlo, jamás lo había sigo así se preocupado. Era alto, de cabello cobrizo y barba de tres días.

-Evan -se acercó para abrazarlo. Llevaba una gabardina Burberry y su habitual conjunto de pantalón azul marino con raya diplomática y camisa a la medida blanca fuera de su pantalón y con corbata floja. Era quince años mayor que él, era más robusto que Evan y ahora mismo era un lío: ojos cansados —mucho más de lo habitual—, cabello desordenado y con un par de manchas de café en la camisa.

-¿Cómo estás? -preguntó tras su abrazo.

-¿Cómo iba a estar? Sí madre está en el hospital -cogiendo la maleta de su hermano menor. -La han ingresado hace un par de días pero la cosa no mejora y... -Evan sonrió levemente y lo volvió a acercar a él para abrazarlo, por él había aprendido a ser fuerte.

Volvió a mirar el cielo turbio de Londres, la espesa niebla entre los árboles y el frío que hacia lo hacía ponerse nervioso, apretó su bufanda al cuello y siguió oyendo a su hermano durante el trayecto al hospital.

Su padre, de cincuenta y cuatro años. estaba con su sastre de tres piezas dando vueltas, mientras Benedict, el hijo de en medio, estaba sentado ausente. Por primera vez en toda sí vida, vio a los hombres más fuertes que jamás había conocido desmoronarse uno a uno.

-Hijo...

-Hola. ¿Cómo estáis? -aceptando el abrazo de su padre pero viendo a su hermano que le seguía. Era el que más se parecía a su padre.

-A la espera de respuestas por tu madre. ¿Has tenido buen viaje? Se te nota un poco cansado.

-Sí todos estamos igual, padre -excusó antes Benedict.

-¿No te ha acompañado nadie? -mirando el pasillo, por sí venía alguien detrás de él.

-¿Sabéis que ha sido? -sacándose el abrigo azul cobalto que llevaba, cambiando el tema, Anthony ya se lo había explicado pero no dijo nada y dejó que su hermano lo oyera de voz de su padre: su madre había sido ingresada por una descompensación y una arritmia que le había vuelto.

-Por ahora no podemos verla -confirmó su padre luego de toda la odisea que fue traerla desde su casa de campo.

-Yo... Necesito hacer un par de llamadas -aseveró Evan rogando que sólo fuera una.

Se de alejando poco a poco mirando su móvil, no tenía ni una notificación.
Un "Dígame" conocido respondió el móvil de Bruno. Evan tardó en responder, quería sacar todos los pájaros en su cabeza que le hacían ruido "¿quién es?" Insistió la voz. Pero la voz ya lo sabía, su nombre estaba registrado en el móvil junto con un corazón azul.

-Soy Evan. ¿Está Bruno? -sonando lo más tranquilo posible.

"Oh, Evan hola. Soy Camilo. No. Bruno no está disponible ahora. Está tomando una ducha, ¿quieres dejar un mensaje?" Podía oír en su tono cierta victoria.

-No -colgando.

El Último Chico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora