La Bruma

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-¡ADELANTE! ¡La emoción hacia lo desconocido nos aguarda!- Reepicheep bajo del bote seguido de Lucy.

-¿No podríamos esperar a mañana?- pregunto Eustace.

-No es honorable darle la espalda a la aventura.

-Con cuidado Susan, no vaya a ser que caigas al agua.- Caspian tomo a su esposa de la mano y la ayudo a bajar del bote.

-Gracias, es usted todo un caballero,- dijo ella sonriendo-¿Dónde están todos?

-Vamos jovencito- dijo Reepicheep tratando de ayudar a Eustace.

-Puedo desembarcar solo.- Intento bajar del bote por su cuenta pero al hacerlo cayo en el primer escalón.

-¿Seguros que es familiar suyo?

Lucy rodó los ojos e hizo una mueca, miro a su hermana y vio que no llevaba consigo su arco.

-¿Y tu arco Su?

-Tuve un "accidente" la ultima vez que estuve en batalla y Caspian me hizo prometer que sólo lo usaría si era estrictamente necesario.

-Bueno, si de algo te sirve tu llevaras la lámpara Susan- Edmund le entregó la linterna y ella le sonrió complacida.

-Es más que suficiente Ed, gracias.

Las gaviotas volaban por encima de sus cabezas y les resultaba extraño no escuchar nada más que el débil vuelo de las aves. El estruendoso ruido de una enorme campana en lo alto de una colina los hiso sobresaltarse y las gaviotas se alejaron asustadas. 

-Reepicheep quédate con el resto de la tripulación, nosotros avanzáremos. Si no volvemos antes del amanecer envía un equipo.

-Si, majestad.

Los hermanos Pevensie, Caspian y Eustace avanzaron dejando atrás al resto de los que hasta ese momento los habían acompañado. Hubiera podido decir que Caspian rogo a Susan se quedara en el puerto pero conocía de sobra a su esposa como para no saber lo testaruda que era en cuanto a aventuras se trataba, además prefería tenerla cerca.

Se movieron con sigilo entre cada construcción, Eustace y Susan se aseguraban de que no hubiera alguien dentro de las viviendas, pero no perdían la esperanza de que el lugar estuviera habitado aunque fuera por pocas personas.

-Eustace ¿Encontraste algo?- pregunto la mayor de los Pevensie desde la entrada de un enorme edificio viejo.

En ese momento Eustace se asomaba por la pequeña ventana de una casa y ahí, en una esquina de la habitación, una madre resguardaba entre sus brazos a sus dos hijos, pero él opto por no mencionarlo a los demás pues deseaba volver al barco.

-¡No, aquí no hay nada!- grito alejándose de ahí.

-¡Eustace! Ven aquí a ayudar... en lo que sea que puedas.- Edmund miro a su primo entrecerrando los ojos.

-¡Ah, si! Yo vigilare, ustedes tranquilos.

-Ten- Susan le entrego una daga de plata con el escudo narniano en ella- por si la necesitas.

Eustace se planto en la entrada del lugar mientras el resto entraba a la enorme catedral. El lugar estaba sumido en la penumbra por lo que Susan tuvo que encender la linterna para iluminar un poco el lugar. Del techo colgaban enormes jaulas parecidas a las de un ave sólo que su tamaño se asemejaba al de una  hombre, a mitad de las sala una pequeña mesa custodiaba un enorme libro con nombre escritos en él.

-Susan, la luz.- del lado derecho de las paginas estaban los nombre y en la columna izquierda estaba escrita una cantidad de dinero, diferente en cada nombre.

Una Historia Diferente: Susan Y CaspianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora