El televisor no funcionaba.
La pantalla estaba repleta de líneas negras y blancas. Golpeaba la televisión molesto; impaciente porque fueran capaces de ver algo. La casa estaba vacía, sólo estaban ellos y si el televisor no funcionaba, tendrían que buscar otra manera de mantenerse ocupados.
-¡Ya, no la golpees!- grito la Sra. Pevensie a su esposo cuando pudieron divisar un par de imágenes.
Su esposo suspiró aliviado y se dejó caer en el sofá, la rodeó por los hombros y la dejó recargar su cabeza en su hombro. El noticiero. Pasaban la absurda noticia de un señor adulto agrediendo a un perro, cuando la emisora interrumpió la programación.
-Noticia de última hora...- se escuchó una voz y la pareja de esposos rodó los ojos-: hace no más de media hora, el último tren de esta mañana, salió de la estación London hacia el colegio. Aun no se sabe cómo, pero las autoridades nos han informado que hubo algún problema con la maquina y, de alguna manera, logró salirse de los rieles, para estrellarse contra los muros del túnel por el que transitaba. Dios quiera y todos estén bien.
La voz desapareció y las imágenes de la estación, vista desde afuera, desaparecieron, como si no hubiera sucedido nada. Se miraron el uno al otro y se pusieron de pie de inmediato; salieron de la casa deseando que sus hijos estuvieran a salvo; estando seguros sólo de una cosa: el tren que acababan de pasar en la televisión, era en el que sus hijos habían partido esa misma mañana.
"A todas la unidades: acudan a la estación London, de inmediato."
Escuchaba las sirenas, tan cerca que la aturdían. La cabeza le dolía y, por alguna razón no podía sentir nada del pecho hacia abajo. Abrió los ojos. Aun estaba bajo tierra, en el túnel para ser exactos, pero el tren estaba destrozado. Miró hacia abajo: un pedazo de metal atravesaba su abdomen. Tomó el metal con fuerza y lo sacó con cuidado de no dañarse más. Gimió. Y lanzó lejos el pedazo de metal.
-¿Peter? ¿Edmund? ¿Lucy?- apenas si podía escucharse a ella misma.
Vio la cabellera dorada de su hermano mayor, la cabellera dorada pintada de rojo. Las cabelleras castañas de sus hermanos menores, pintadas de la misma manera, pero no lograba ver sus rostros; sino era porque el cabello se los ocultaba, era porque, simplemente, veían hacia otro lado.
-¿Leire?- tanteo a un lado suyo y tocó su mano; tenía los ojos cerrados y no supo si el charco de sangre en el suelo era suyo o de su hija.
Vio una luz, al final del túnel y un par de figuras en la oscuridad.
-¡Aquí hay alguien!- escuchó a alguien gritar.
Un rostro blanquecino, de cabellera rubia y ojos verdes, se acercó a ella. La tomó en brazos con cuidado y la sacó del túnel; gritó, pidiendo una camilla y la recostó. Vio las puertas rojas de la ambulancia y luego vio el interior de ella. Las sirenas se encendieron una vez más y la ambulancia se puso en marcha.
Las puertas de metal se abrieron de par en par. Leire corrió lejos suyo y, cuando la vio dentro del tren, le reprimió con la mirada tal acción.
-No te duermas, mírame.- El paramédico tomó su mano-: ¿Cuál es tu nombre? El mío es Christopher.
Dolía. El dolor que antes le había sido acallado gracias a la herida, ahora se hacía presente. Sentía su estomago arderle y el corazón a punto de estallarle.
Pero su dolor no era nada comparado con la notoria ausencia de sus hermanos e hija.
-Su-Susan Pe... Pevensie. Mis hermanos, ellos... ellos están ahí... mis hermanos,- repetía sin cesar, con la vista en el techo.
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Una Historia Diferente: Susan Y Caspian
Fanfiction¿Que hubiera sucedido si Susan hubiera decidido quedarse al lado de Caspian? Descúbrelo a través de esta historia, Caspian y Susan una pareja que alguna vez se considero como IMPOSIBLE. "Hubiera" una palabra que dicen no existe, pero nosotros hacemo...