Salvada

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Los rayos del sol la envolvieron en un abrazo cálido, chocaron contra su blanco vestido y el fuego pareció quemar en su vientre. Se mordió con fuerza la lengua, luchando contra sus impulsos de gritar.

Los árboles se movieron impacientes, sin siquiera haber soplado el viento, miro hacia las sombras del bosque y ahí, ocultos en una orilla de la tienda, estaban su cuerno y arco.

Argos se situó a su lado y el dolor se intensifico; cerro los ojos con fuerza: ya todo estaba a punto de terminar, era eso lo único que la consolaba: la absurda creencia de que su esposo estaba cerca. Abrió los ojos entonces: frente a ella vio pasar una flecha, la misma que hirió al mago y logro hacer que el anciano soltara el libro.

Ella cayo de bruces al suelo.

De entre los arboles, el ejercito telmarino hizo su entrada; Susan se arrastro para poder alcanzar su cuerno y su arco. Se puso de pie, con un indescriptible esfuerzo, Argos la miro molesta y ella sonrió: tomo su cuerno... y lo hizo sonar.

Mas alla del bosque, llego a oídos narnianos el grito de auxilio con que su reina los llamaba; dejaron de lado lo que en esos momentos los mantenía ocupados y corrieron hacia el llamado, atravesando el bosque que, con la danza de los arboles, les indicaba el camino.

El anciano la vio sonreír y se burlo de ella, pero al haberse acercado el cuerno a sus labios, los vellos de su piel se erizaron y el impulso de salir corriendo y evitar tal acción, lo llenaron de pronto: los problemas llegarían mas pronto de lo imaginado. A espaldas de ella, de entre las sombras que el bosque aun albergaba, minotauros y sentauros empuñaron sus espadas y en auxilio de su reina se permitieron comenzar la batalla contra el enemigo; pero el mago no hizo nada mas que huir del campo de batalla.

-¡Susan!- Eltanin tiro de su brazo-: ven conmigo.

Corrieron en medio de la batalla lo mas rápido que sus pies se los permitieron, mas para Susan no significaba nada mas que otra acción indolora. Llegaron mas allá de las tiendas en las que el enemigo había descansado,  Eltanin la soltó y se alejo de Susan, en busca de algo desconocido para la oji-azul.

El dolor la hizo gemir, dejo caer su cuerno y arco y abrazo su vientre con fuerza; el pasto a sus pies le indico que alguien se acercaba, pero ella aun no era capaz de erguirse de nuevo.

Cerro los ojos...

Lo sintió aproximarse y escucho el gritar lleno de furia de dos metales al chocar... luego vio un cuerpo caer.

-¿Estas bien?- Cael se acerco a ella.

Susan asintió y Rastaban la ayudo a erguirse de nuevo.

-¿Dónde esta Eltanin?

-No lo se, se marcho simplemente.- Indico con su dedo índice la dirección en la que había desaparecido- ¿y Caspian?

Rastaban elevo los hombros y Cael no respondió.

-¡Susan!

La voz que tanto había ansiado escuchar, llego hasta sus oídos. Lo vio acercándose a ella con rapidez y al tenerlo tan cerca, no hizo mas que abrazarlo, de aquella manera en que daba la impresión que no se habían visto durante un largo tiempo.

-Debes irte, Eltanin te llevara de vuelta al castillo- Caspian señalo a su caballo negro, del que Eltanin tiraba en intento por acercarlo mas.- No es seguro para ti... para ninguno de los dos.

Ella negó con la cabeza, pero él ya la había soltado.

-¡Caspian!- Rilian.

Su figura apareció de la nada, como si de una aparición se tratara, sus azules ojos miraron a su hermano con arrepentimiento... pero Caspian no lo distinguió.

Una Historia Diferente: Susan Y CaspianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora