Primera Isla...

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Querido diario:

Los acontecimientos han dado un giro inesperado  mis primos me han secuestrado y voy a la deriva por aguas inexploradas en un ridículo barcucho; lo peor es que comparto camarote con un ratón repugnante y yo que me quejaba de compartir habitación con mi primo.

Hasta ahora todos los que he conocido en este extraño lugar sufren de delirios de lo mas absurdos: persiguiendo nieblas verdes y yendo en busca de lores perdidos, supongo que será el resultado de una dieta pobre  o es que todos están mal de la cabeza; mi primo Edmund tampoco se libra: se pasa todo el día sacándole brillo a esa vieja espada como  una lámpara mágica, el pobre necesita un pasatiempo.

Miro a su primo Edmund y bajo la pluma que siempre llevaba en su mano para cuando necesitara escribir.

-Majestad, la esta dejando magnifica. ¿No las habrá más pequeñas?- dijo Reepicheep acercándose a Edmund.

-Marmota horrible, es mas ingenua que mi primo,- Eustace bufo fastidiado e intento continuar escribiendo cuando una gaviota se detuvo frente a el.- En Inglaterra lo resolvemos con ratoneras.

Dijo aun mirando a Reepicheep; su estómago rugió recordándole que aún no había comido.

-¿Dónde puedo conseguir comida?- le pregunto a la gaviota.

-Oye, ¿Qué haces hablando con una gaviota?-  el enorme mino tauro lo miro extrañado haciendo que Eustace se confundiera.

-Como aquí todos los animales hablan...

-El chico habla con las gaviotas,- el mino tauro rio con sorna y el resto le siguió.

Eustace solo agacho el cabeza, avergonzado por su errónea suposición y espanto a la gaviota. Recordó entonces de donde provenía la comida a la hora de comer: del piso bajo sus pies. Se puso de pie y con sigilo bajo los escalones que lo llevarían al lugar en que se encontraba la  comida, había pocos marineros riendo con sorna a causa de chistes que a Eustace le parecían tontos y gracias a su distracción fue que llego al enorme saco que guardaba las naranjas; tomo una y se la guardo dentro de la camisa que puesta llevaba.

-¡OYE TU! Robar es un delito capital en el mar...- la voz aguda de un ratón irrumpió en el lugar haciendo saltar asustado a Eustace.

El joven giraba la cabeza a todas direcciones intentando ver de donde y de quien era la voz.

-Aquí, arriba.- Levanto la cabeza y descubrió a Reepicheep en una pequeña abertura de la pared.

-Ahh, eres tu.- Siguió caminando sin inmutarse de nada mas, Reepicheep lo siguió.

-A muchos los han encerrado por menos...- cruzo los brazos.

-A ver ¿Por qué?

-¡POR TRAICION!-Eustace bufo ante el comentario.-... por robar y.... dame la naranja y fingiremos que esto nunca paso.

-No se de que naranja me hablas.

No le agradaba Reepicheep, eso lo sabía de sobra y el ratón también lo sabía, pero una cosa era estar fastidiado por su presencia y otra era que lo encontrara -prácticamente- robando una naranja; temía lo acusara con alguien por hurto pero de igual manera ¿Qué le harían en ese casa, estando a la deriva? No podían hacerle nada.

-Permíteme que...

-Oye...- Eustace tomo la cola de Reepicheep  en un intento por evitar que el ratón sacara la naranja, pero supo -por la expresión en el rostro de Reepicheep- que más tarde se arrepentiría de haberlo hecho.

-Suelta la cola,- el pequeño animal lo apunto con su espada.- Nadie, repito NADIE, toca la cola. El gran Aslan es quien me dio esta cola. Punto.

-Lo siento,- retiro su mano lentamente y Reepicheep retiro la espada de su rostro.

Una Historia Diferente: Susan Y CaspianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora