Estos últimos días fueron HORRIBLES.
Han pasado solo dos semanas desde que corté con Seamus, y este me anda suplicando por las esquinas que vuelva con él, persiguiéndome a todos lados, lo que ha hecho que yo vuelva a encontrarme encerrada o bien en la sala común...
O bien en otro lugar que os diré ahora...
¡Es que lo he descubierto hace tiempo, y mola mucho!
No es que no supiera de su existencia... Pero nunca daba encontrado el sitio.
Veréis, dos días después de mi partido, estaba volviendo de mis clases y me encontraba con que no tenía nada que hacer, ya que los profesores, sin quererlo ni beberlo, se han puesto de acuerdo, no teniendo deberes ni nada que estudiar.
Bueno...
Eso último era mentira, pero quería un día de relax...
Y decidí volver a coger mi violín.
¡No podía ser que no se me diese bien y ya está!
Por esa lógica, no habría nadie en el mundo excepto unos pocos elegidos que, por ejemplo, supieran dibujar bien, tocar un instrumento o hacer algún deporte.
Y eso no es así.
Solo necesito más práctica.
Pero claro... ¿Dónde practico, si cada vez que hago sonar el condenado instrumento hacía que todos, en un radio de doscientos metros cuadrados, tuvieran cáncer auditivo?
Anduve con mi violín en mi cartera, donde llevaba los libros anes, para que la gente no escapase de mí. Claro que, con Seamus por ahí suelto, sería mejor que lo llevase incluso casi tocando. Aunque él es inmune a eso, según él, me quiere tanto que no le importan mis defectos.
En fin...
Estuve alerta por los pasillos, casi me encuentro con él, andaba con Dean de un lado para otro... Menos mal que por ahí había una columna y me escondí detrás de ella. Benditas columnas, benditas...
-Vamos Seamus, déjalo ya... La llevas acosando durante días, no va a volver contigo.
-¡VOLVERÁ CONMIGO! ¡La quiero, y ella eso lo ve, me quiere también, pero lo que pasa es que está enfurruñada, eso es todo...!
-¡Seamus, por el amor de Merlín, no es así! Te avisé, te estás pasando de pesado, te estás pasando de cariñoso, te pasas... ¡Y nunca me hacías caso! Te dije que ella tenía razón, que también tiene que andar con sus amigos, que necesita su tiempo... ¡No todos son como tú, Seamus! De verdad, ¿por qué no puedes entenderlo? Muchas oportunidades te ha dado ya...
Salí un momento de mi escondite, bueno, solo saqué la cabeza, y me encontré a Seamus de espaldas a Dean. Y cuando se da la vuelta se me rompió el corazón.
-¡LA QUIERO, DEAN! -lloraba.- ¡A mi madre le encanta, y a mi padre también, y pensé...! ¡Pensé...! Es muy duro entender que ella se ha ido por mi culpa... ¡Quiero que vuelva, Dean! ¡QUIERO QUE ESTÉ CONMIGO!
Vale, seguro que muchos de vosotros diréis que es una rabieta para niños pequeños... Pero... A mí me dió pena. No pena de decir "¡Voy a volver con él!", NO.
¡No estoy tan loca!
Pero me dolió haberle hecho daño a alguien que tanto me quería.
De todas formas...
No podía "no hacerle daño". Algún día tenía que decírselo.
George me gusta, es más, cada vez que estoy cerca de él me invade un sentimiento tan intenso que me parece increíble que eso exista...
Ni parecido con lo que viví con Seamus...
Se alejaron esos dos, y hasta pasar un buen rato, no salí de mi escondite, casi con miedo de volver a encontrármelo.
<<Tener ahora que escapar de un tío porque no me deja en paz... Que patético...>>
Deambulé por los pasillos, intentando encontrar un buen sitio donde practicar... Pero no encontraba ninguno, por lo que me desesperé y me puse algo triste.
-¡Yo solo quiero practicar con el violín sin molestar a nadie...! Quiero tocar el violín...
Es entonces cuando pasó.
Me iba a ir, ya que había llegado a un pasillo que no daba ningún lugar, ni siquiera para ninguna puerta ni nada, y me giré para irme, andando...
No oí nada, pero sentí que debía girarme. Y lo hice.
-Oye... Esa puerta no estaba ahí antes.
Se me encendió la bombillita y corrí hacia ella, abriéndola con cuidado.
Y me encontré con lo que para mí, en ese momento, era mi paraíso.
-Ala... -dije.
Sí. La sala de los menesteres había decidido venir a mí para que yo pueda tocar en paz y que los demás puedan vivir sin que les den un síncope.
Sonreí como una posesa y entré cerrando la puerta tras de mí para que luego nadie pudiera acceder a la sala y me fui al centro de esta.
-¡Increíble! ¡¡Gracias!!
Si os digo la verdad, no sé muy bien a quién le di las gracias. Solo sé que sentía la obligación de darlas.
Fue ahí cuando saqué mi violín y me puse a practicar.
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¿Y si fueras a Hogwarts...?
FanfictionEstás aburrida en casa sin nada que hacer, y como de costumbre, tu madre necesita que le hagas unos recados. Cuando vuelves a casa, decides coger también el poco correo que puede haber en tu buzón. Lo revisas y... ¿Qué tenemos aquí? Vaya, tienes una...