"¿Abuelo...?"

94 9 9
                                    

La comida de navidad ha sido mucho más entretenida. Ha venido Sara, mi prima de diecisiete años, que es la monda. Tiene un estilo Hipster muy chulo, con sus gafas de pasta negras finitas, cuadradas, con su flequillito de lado, su pelo largo mjchas veces recogido en un moño, según ella porque le da pereza peinárselo, hoy lo llevaba suelto. ¡Lo tiene larguísimo, y es super guapa! He de decir que siempre quise copiarla un poco... Pero al final desistí, queriendo ser yo misma. Es hermana menor de Carlitos, y ayer no pudo venir porque tenía que ir a casa de una amiga, se puso muy mala, y al parecer la van a operar... Pobre...
Ella, Carlitos y yo siempre nos lo pasamos muy bien. Luego llegó Áxel y  aunque es muy pesado, nos lo hemos pasado muy bien.
Pero luego ha llegado la hora de irme. Tenía que coger dos autobuses para irme, y eran las cinco. Calculo que esatría en casa entre las seis y las seis y media, y no sé a que hora llegará George... El de verdad. Tengo que coger uno que me lleve desde aquí hasta el centro y otro que me lleve desde allí hasta mi barrio.
Gracias al señor que me he acordado de llevar dinero.
-Papá, mamá, me voy ya, que me sale el bus a las cinco y cuarto.
-Vale cariño. Cúidate.
-Y ten cuidado.
Me despedí de todos los familiares y de mis padres, y antes de cerrar la puerta de la casa de mi abuela, oí a mi tía, la madre de Áxel, preguntar a donde iba. Dios, no puedo con esa señora...
Me he traído el móvil y los cascos y me pongo algo de música. Encuentro una buena canción, algo de rock al cuerpo no sienta nada mal, aparte de que me encanta. La pongo y ya veo el mundo con otros ojos. A pesar de ser finales de diciembre, no hace mucho frío, o por lo menos no todo el que debería hacer normalmente en estas fechas. No tengo ni bufanda, ni gorro, ni guantes. Voy luciendo mi anillo (que devolveré a Seamus, o por lo menos le reprenderé por comprarme algo tan caro) y mi marca en el cuello, todo producido por el mismo dueño, vaya. Que ahora que lo pienso, no podré ponerme la bufanda, ya que la he guardado en la maleta que tengo ya hecha en mi habitación... Pero como llevo el pelo suelto, no se notará, ¡buen punto! Meto las manos en los bolsillos, notando mi varita guardada. Ahí está bien, sí... La llevo a todas partes como me han dicho, solamente por si pasa algo... Que no tendría por qué pasar. Al menos aquí, donde los muggles.
Llego a la parada del bus y ni siquiera tengo por qué sentarme a esperar, ya que ha venido el autobús. Entro, pago, y me siento en un sitio en la parte de atrás. Miro por la ventana y el autobús arranca.
Ahora que conozco la magia, la vida muggle me parece muy aburrida. En la vida me apartaría de la magia solo para estudiar algo aquí. Me parecería algo... Estúpido. Realmente estúpido. Ver a los muggles caminar por ahí, pensando que la magia no existe, que son cosas de niños... Hoy en día ni eso, porque los niños ya crecen aprendiendo eso, que la magia no es real.
<<Vaya si es real, vaya...>>
Sonrío. De no ser por la magia, sería una amargada. Ya hora que lo pienso, una rarita y marginada social. Solo hay que pensar en mi primer curso, cuando una chica me caía fatal, solo hacía presumir, y estaba al lado de una ventana abierta. Su pelo ondeaba por fuera de esta. Estaba tan furiosa... Y de la nada se cerro de golpe, casi arrancándole el pelo de cuajo. ¿Cruel? Puede. Ahh, pero como yo no sabía qué ocurría y no podía controlar mis actos mágicos...
Me río interiormente. Menuda perdedora. Ella, muggle, y yo mágica, riéndome de ella si yo lo quiero así. Pero me niego a ponerme a su altura, así que solo siento pena por ella.
Porque ella no conoce los secretos de este mundo. Y los que me falatarán a mí por conocer...



Abro la puerta del portal y camino hacia el ascensor. Lo llamo y espero a que venga a mi planta, todavía con la música puesta. Son más de las seis y media y estoy algo nerviosa y ansiosa por llegar a aquella casa... Me tiemblan las piernas, y no solo porque vaya a ver a George de nuevo, que también... Si no que veré a mi bisabuelo de nuevo. Hoy lo volveré a ver. Dentro de unos minutos nos veremos... ¿Me reconocera? ¿Sabrá quién soy?
-Ha pasado tanto tiempo... Fijo que no se acuerda de mí... -entro en el ascensor y calco el botón con el número de mi piso. Este se pone en marcha y llego más temprano que tarde a mi puerta. Meto la llave en mi puerta, entro y la cierro.
-Na, na, na.... Na, na, nanana, na... -tarareo mientras voy hacia el donde guardo los zapatos y me descalzo.- I'm gonna be just a face in the crowd, you're gonna hear my voice when I shouted it out loud... ¡It's my liiife! -me vengo arriba y canto, cosa que hace que me relaje. Ni vergüenza ni tonterías, estoy en mi casa y ya.- It's now or never... ¡I ain't gonna live forever! I just want to live while I'm alive...
Voy descalza hasta mi habitación y me quito los cascos, queriendo quitarme la chaqueta y dejarla en el escritorio. Para cuando me doy la vuelta, me encuentro con una sorpresa...
-Na, na, na... ¡AY, JODER, QUE SUSTO! -grito y me apoyo en el escritorio, poniéndome una mano en el pecho.
George sonreía con Ron, Ginny, Hermione y Harry detrás.
-Menuda voz. ¿No te quieres dedicar a ser, que sé yo, cantante o algo así?
-Cállate George... -le digo, poniéndome colorada y todos ríen.- ¡Dad gracias a que solo era yo! A ver que haríais si vinieran mis padres también...
-Lo sabemos, nosotros también nos alegramos de verte. ¿La navidad dices? Genial, con tu abuelo genial. -Ron se adelanta para abrazarme, y yo río. Lo abrazo.
-Lo siento. Entonces, ¿todo bien? ¿Todos? -alzo la cabeza y cuando Ron se aparta, viene Ginny.
-¡Sí! Flipa, tu abuelo me ha regalado un trage de quidditch precioso, y nuevecito. ¡Quiero enseñártelo! Por cierto...
-¡Compartirás habitación conmigo y con Ginny! -aparece Hermione para abrazarme también. Ginny ríe y yo doy saltitos de emoción.
-¡Oh, oh, oh! ¡NOCHE DE CHICAS! -grito.
-¡SÍ! -Hermione y Ginny gritan y veo a los chicos rodar los ojos.
-Aunque yo no sea una chica, me gustaría abrazar a mi discípula, muchas gracias. -Harry aparece y las chicas se apartan para que Harry me abrace.- ¿Qué tal todo? ¿Has abierto algún regalo?
-Ni uno vuestro, claro está. Por cierto... ¿Dónde están?
-Era para prevenir, más que nada. Nos los hemos llevado nosotros, para que tengas que cargar con nada.
-¡Vaya, que serviciales!
-¿Puedo abrazarla ya? Soy el que más tiempo llevo aquí, esperando por ella.
George se hace oír y Harry se aparta para que George pueda abrazarme. Me abraza, notando yo que quiere bajar sus manos hasta mi cintura, pero cambia de idea y las deja en mi espalda. Yo lo abrazo tan fuerte como puedo y sonrío.
-Os he echado de menos a todos. Y a ti también. -le digo, tirando de un mechón de su nuca.
-Yo también te he echado de menos. -en vez de tirar de mi pelo, él me lo acaricia. Le acaricio la espalda y le doy un último apretón antes de que aparezca Ron de por medio y nos separe.
-¡Ya vale, George, la vas a aplastar...! -George frunce el ceño y se crjza de brazos.
-Menudo celoso Ron... -ríe Ginny.
-Si queréis os dejamos tiempo para que os beséis y os déis amor, pero George, llévanos antes a casa. -dice Harry, ríendose.
-¡HARRY! -exclama Ron.
-¿¡Qué dices, Harry!? -digo yo, toda colorada y es cuando George se acerca a mí, con una sonrisa.
-Mejor que nos vayamos ya. Mamá no cabe en sí de emoción por lo que va a ocurrir hoy.
-¡YO TAMPOCO! ¿Y sabéis qué? ¡ME HAN REGALADO UNA GUITARRA! ¡¡UNA GUITARRA!! -grito y George ríe.
-¿Sabes tocar? -dice Hermione, con una sonrisa.
-¡Yo quiero que nos toques algo! -pide Ginny.
-A ver... Algo sé, pero... No sé yo si...
-¡Agarraos a mí, chicos, y no os soltéis!
Yo abrazo a George, y este ríe, besándome el pelo.
-No te pases...
-¡Merlín, Ron, tranquilízate! -exclama ante el comentario de Ron, molesto, y me rodea con un brazo.- ¿Listos? ¡Aparate!
No sabría muy bien explicar la experiencia de la aparición pero yo me agarro a George como si me fuera la vida en ello. Cierro los ojos y de repente siento mis pies en el suelo.
-Ciruela, ya puedes abrir los ojos. -me susurra.
Le hago caso. Estamos en una casa vieja y oscura, sin mucha iluminación, o por lo menos por lo que veo en el pasillo.
-No tengas miedo. Parece muy tétrica, de hecho lo es, pero esta genial, al menos la sala de estar, la cocina y las habitaciones.
-¿Dónde está esta casa? -le pregunto.
-Es el número 12 de Grimmauld Place, en Londres.
-Uau... Londres.
-¿Nunca has estado en Londres?
Niego con la cabeza y él sonríe ampliamente.
-Bien, podemos ir un día de estos si quieres. Pasado mañana o así.
-¡Sí! Nunca he visto, Londres, ¡me haría mucha ilusión!
George ríe y me da la mano para llevarme por el pasillo.
-Esta casa no la ven los muggles, está oculta por el encantamiento Fidelio hecho por Dumbledore.
-¿Y eso por qué?
-Te lo explicaremos todo más tarde. Esta casa, pertenece al padrino de Harry, Sirius Black, que también le conocerás hoy. También a Remus Lupin, mi profesor de DCAO en quinto para Fred y para mí, en tercero para Harry y los demás y en segundo para Ginny. Es muy amigo de Sirius, y también de James, el padre de Harry.
-Vaya... Y a todo esto... ¿No molestaré?
-¡Claro que no! De hecho, Sirius y Remus quieren conocerte también. Ah, se me olvidaba, también quiere conocerte Tonks, la pareja de Remus. Es metamorfomaga.
-Metamorf... ¿Qué?
George ríe y me abraza.
-Lo descubrirás en seguida. Es muy divertido ser metamorfomago.
-Ah... ¿Y Fred? ¿Dónde está Fred? Tengo que decir que me ha extrañado mucho no verle contigo...
-Se ha puesto malo de repente. Le ha empezado a doler mucho la cabeza y el estómago, así que se ha quedado en cama.
-¿Puedo verle? También es mi amigo...
-No sé si estará durmiendo... Por lo pronto, ¿qué tal si llevamos tus cosas a la habitación de las chicas y bajas? Hay alguien que no sabe que estás aquí, los demás ya lo saben.
-¡Cierto! -susurro, emocionada.
-Venga, te acompaño. Las chicas están abajo con los demás... De hecho... Voy a llamar a mi madre para que venga a verte.
-¿¡Qué!? ¡No es necesario...!
-Último piso, tercera puerta a la derecha. -me da un beso en la mejilla.- Y cuando estemos solos... Tú y yo tenemos que hablar, ¿de acuerdo? Quiero decirte algo que no te pude decir en el tren.
Asiento y me da una última sonrisa.
-¿Puedes con todo?
-Es una maleta y una mochila... ¿Por quién me tomas?
Ríe y se va, desapareciendo por otra puerta, una que lleva al fondo del pasillo. Yo voy por las escaleras, cargando a con la maleta hasta llegar al último piso.
La dejo pesadamente y un cuadro me habla.
-¡Qué niña más fea!
Miro para el cuadro. Es una señora con cara refilona, seria, morena y pálida.
-¿¡Quién eres tú y por qué estás en mi casa!?
-¿Y quién es usted para llamarme fea?
-¡La dueña de esta casa!
-Tenía entendido que el dueño de esta casa era Sirius Black...
-¡Ese traidor de sangre! ¡No merece ser llamado mi hijo!
-Oiga señora, cállese ya, me raya la cabeza.
-¡Oh, menudo vocabulario! ¡Qué asco de gente!
-Dios, ¿como se hace para callar a esta señora?
-Déjame a mí. -un señor tira de una cuerdecita dorada que hay al lado del cuadro y una lona negra cae sobre ella, callándola.
-Dios, gracias, me estaba perforando el oído.
Me doy la vuelta y me encuentro a un señor con pelo más o menos largo, rizo y con bigotillo. Sonrío. Tiene aire de caer bien a la gente.
-Me caes bien, pequeña. ¿Tú eres...? ¿Tú eres la nieta de Antonio, verdad? -susurra y asiento, con una gran sonrisa.- Ya decía yo. Eres clavada a él. Solo que más guapa.
-Gracias, señor Black.
-Señor Black era mi padre, que por ahí andará también. A mí llámame Sirius. He oído muchas cosas sobre ti, pequeña, sobretodo de aquel pelirrojo... Quién es, ¿Fred?
-Creo que se refiere a George... -río de buena gana y él me sigue.
-Trátame de tú. Sí, eso, George. ¿Eres su novia?
-Eh... No, no lo soy.
-¡Uf, menos mal que no me he ido de la lengua entonces!
No sé a qué se refiere, pero este señor me hace mucha gracia.
-Date prisa. ¡Quiero ver la cara que pone tu abuelo! Y encantado de conocerte.
-Un placer, Sirius.
-Qué modesta. En eso no te pareces a tu abuelo.
Río. Lo sé. Era muy arrogante de pequeñita, y eso siempre me hacía reír.
Me despido de Sirius y voy hacia la habitación de George. Hay tres camas, y no sé cuál es la mía.
-La de la ventana. -George aparece de pronto y se ríe, causándome que me asuste.
-¡George, tío, ya te vale! -le golpeo el hombro y ríe todavía más.- Pero gracias por decirlo.
-Mi madre esta subiendo, tienes cinco segundos para colocar toda tu ropa antes de que te muela a abrazos y besos. Corre.
-Señorito... -una señora bajita, algo ancha y pelirroja coge a George por la oreja y tira de él. Este se queja y se inclina, haciendo que el tirón no sea tan fuerte.- Que no te pille diciendo eso de nuevo. Me ponéis de mala siempre y no es así. Vete a ver como esta Fred, anda. Y mira si se ha tomado la medicina. -lo suelta y él se va, frotándose la oreja, dolorido.- ¡Hola querida! -me abraza y estruja entre sus brazos, pero no me quejo. Me gustan los abrazos.- ¡Tenía tantas ganas de conocerte...!
-Encantada, señora Weasley... -digo, timidamente y la abrazo también.
-¡Oh, no me trates de usted, no estoy tan vieja como para eso! -río. Me encanta esta señora, ¡todos son simpatiquísimos! Excepto los cuadros, claro.- Molly, cariño, llámame Molly. Rocío, ¿verdad? ¿O Rosie? ¿Cómo prefieres que te llame, cielo?
-Bueno... Por aquí todos me llaman Rosie, así que he acabado dejando Rocío para mis padres en España y para cosas serias.
-¡Sí señor, muy buena idea! Rosie, entonces. ¿Qué tal el viaje? ¿Y el colegio? Tengo entendido que estás defendiendo muy bien cinco años de aprendizaje en la magia, ¡y con muy buenas notas! El único que me sacaba buenas notas era Percy, y ahora solo me queda Ginny. De momento va aprobando... Luego va Ron, no es muy buen estudiante la verdad, ¡teniéndoos a ti y a Hermione al lado ya se le podía pegar algo! Pero no, nada, es más vago... ¡Y luego me quedan los gemelos! Esos ya no hay nada que hacerles, ¡menudo desastre!
Río. Es muy charlatana, como alguien que yo me sé, pero me cae genial. Es como una segunda madre. Lamadme loca, pero ya le he cogido cariño.
-Deja todo eso para más tarde, querida, baja, hay alguien que seguro, le encantará verte.
-Mamá, Rosie y yo tenemos que hablar, ni siquiera la he abrazado ni nada. -George aparece detrás de su madre y pasa a la habitación. Sé muy bien que es mentira, pero no digo nada, solo sonrío.- Fred ya está abajo, se encuentra mucho mejor. Bajamos ahora, mamá.
Molly mira para su hijo, reprochándole, pero luego sonríe y vuelve a abrazarme.
-Bendita seas, hija. Será totalmente comprensible que te canses de él, es muy molesto. Nunca imaginé que mi niño se echara novia.
Me pongo colorada y abro mucho los ojos.
-Yo... Y-yo no... -George tira de mí y me tapa la boca. Lo veo sonreír, nervioso.
-Mamá, por favor... Ya nos vemos ahora.
Cierra la puerta y yo me lo quedo mirando.
-¿Qué ha sido eso?
-Por mucho que he insistido, mi madre piensa que somos pareja... Esto... ¿Eso te molesta?
-¿El qué?
-Que mi madre piense que somos... Novios.
-Eh... No... -sonríe, emocionado.- Pero sería raro, porque sería mentira.
-No por mucho tiempo. -dice, colorado hasta las orejas.
-¿Qué?
<<¿Qué coño acaba de decir?>>
-Verás, yo... -se acerca a mí y me coge las manos acariciándolas.- Cuando te vi por primera vez en el tren, yo... Oye, ¿y este anillo?
<<Mierda. TÍO, MIERDA, MIERDA, MIERDA.>>
-Es... Un regalo. -digo, tranquilamente.
-¿De quién? Tiene pinta de ser muy caro. -me coge esa mano y lo mira, atentamente y seriamente.
-Eh... Oye, ¿y si...? ¿Y si bajamos? Me estoy poniendo nerviosa por momentos... ¿Puedo? ¿Puedo? ¿Puedo?
-Eh... Bueno... -tras meditarlo un poco, sonríe.- Sí, bajemos. Tu abuelo me matará si sabe que le he hecho esperar. Pero luego hablamos. Quiero saber quién te ha regalado ese anillo.
Bajamos al pasillo y antes de entrar, dejo que vaya George delante. Le aprieto la mano.
-Estoy nerviosa... -susurro, escondiéndome tras su espalda. Él me sonríe de esa forma y yo siento que me derrito.
-No lo estés. -me besa en el pelo.- Es tu abuelo. No es nada fuera de lo normal.
-Pero llevamos mucho tiempo sin vernos, harán diez años el ocho de enero... ¿Y si no me reconoce?
-Te reconocerá. -me abraza cariñosamente y ahora si que me coge de la cintura.- Estoy contigo. -me susurra y me corre un escalofrío por la espalda.- Iré delante, ¿vale? Venga, vamos.
Entramos en lo que es el comedor y hay mucha gente hablando, por lo que pasamos desapercibidos. Reconozco a un señor pelirrojo, magullado, quién debe ser el señor Weasley, a Sirius, a una chica con el pelo rosa y a un señor con una gran cicatriz recorriéndole el rostro.
Y... Ahí... Ahí está...
Mi abuelo habla animadamente con el señor Weasley, con Ginny, Fred y Ron.
<<Es él... ¡Es él! ¡¡Es él!!>>
No ha cambiado nada. Sigue teniendo esa mata de pelo gris alborotada, con más entradas, pero apenas imperceptible. Su frondoso bigote le da un aire de amabilidad y sus ojos pequeños y hundidos en esas arrugas van de una persona a otra. Esa sonrisa graciosa y simpática, llena de dulzura, esas carcajadas que se echa... No ha cambiado nada, ni una pizca.
A mí se me llenan los ojos de lágrimas, pero me las limpio en seguida.
<<No ahora... No ahora...>>
-¡Antonio! -se hace oír George y este mira para él. Yo me escondo. Este sonríe, feliz, y se levanta de sus silla sin niguna dificultad. Está en plena forma. Ese es mi abuelo.
-¡George, hijo! -dice con su gran voz.- ¿Dónde te habías metido? ¡Van a ser casi las siete y media, va siendo hora de cenar y aún no habéis abierto los regalos! ¿Dónde está esa chica? -ríe.
<<Dios, es él... ¡Es él de verdad, no es un sueño!>>
-Bueno... A eso venía. Creo que te resultará familiar.
-¿Ah sí, tú crees?
-Ya lo creo que sí. -tira de mí para hacerme ver entre todos.
Yo salgo de mi escondite, poniéndome con timidez delante de George. Pero no me dejo intimidar del todo. Me pongo recta y miro a mi abuelo con una sonrisa.
Todo el mundo nos mira, esperando la reacción de mi abuelo.
Os la contaré yo, que para eso estoy.
Mi abuelo me mira con curiosidad, pero luego su cara pasa a la sorpresa. Sus ojos se abren y me recorren, asombrado, sin creerse lo que ve. Su boca se abre, ligeramente, del asombro y sus ojos brillan como yo recordaba. Ese brillo de felicidad. Ese brillo de felicidad que tenía cuando descubrió que era una brujilla. Ese brillo de felicidad cada vez que me veía y yo corría a abrazarlo. Ese brillo de felicidad que tenía cada vez que hacíamos travesuras y nos reíamos.
Es ese brillo.
Y lo he vuelto a ver.
Veo como sus ojos se llenan de lágrimas y los míos también. Sonrío, feliz y emocionada de verlo de nuevo y eso parece hacerle creer que lo que ve no es un sueño y menos una mentira, si no algo verdadero.
<<Abuelo... Abuelo, tenía tantas ganas de verte... Y por fin estás aquí, abuelo, por fin. Volveremos a reírnos, a pasar tiempo juntos, a gastar bromas... Como en los viejos tiempos...>>
-Hola... Abuelo. -digo, por fin, y eso parece hacerle reaccionar. Mi abuelo corre hasta mí y yo no dudo en hacer lo mismo.
No podría describir como me siento en este abrazo. Solo diré que... Tenía ganas. Muchas ganas.
-Rocío... Rocío... Mi pequeña Rocío, ¿eres tú? ¿De verdad que eres tú? Oh, Rocío... -me levanta y me da vueltas, como cada vez que nos veíamos teniendo cinco años. Yo río, de felicidad y lo miro a los ojos. Asiento y él para, abrazándome muy fuerte.- Mi niña, estás aquí, estás aquí... -yo no aguanto más y lloro. Lloro de felicidad y me apoyo en su hombro, aferrándome a él con tal fuerza que pienso que le hago daño. No quiero dejarlo marchar. Nunca jamás. Es mi abuelo y lo quiero, lo quiero muchísimo.
-Shh, no llores, no llores... Estoy aquí. -me acaricia el pelo tal y como yo recuerdo que lo hacía. Me acarició el pelo la última vez que nos vimos. Y eso solo hace que llore más y tiemble.- Ya está... Ya está... -me besa la cabeza y ho de repente, me siento como si volviera a los cinco años.
-Te he echado mucho de menos... -digo, por fin.
-Y yo a ti, pequeña, no sabes cuanto te he echado de menos a ti.
De la nada se oyen unos aplausos, aplausos por todos los integrantes de la sala. Me doy la vuelta, secándome las lágrimas y veo a todos enternecudos por la escena. Incluso la señora Weasley y Hermione se están secando las lágrimas. El señor Weasley parece muy contento, ya no digamos el resto de mis amigos.
-George. -dice mi abuelo dándose la vuelta también y poniéndome un brazo sobre los hombros y acercándome a él.- Gracias por traérmela. Soy muy feliz en este momento. A todos, gracias a todos, no puede haber mejor regalo de navidad que este, tener a mi brujilla de vuelta...
-Abuelo... -digo algo tímida.
-Pero en especial a ti, Georgie. Gracias... Aunque eso no significa que tengas permiso para salir con mi niña.
George se pone rojo y abre la boca, sorprendido. Yo me pongo roja también.
-Eso debería decirlo yo. -digo, con una sonrisa.
-No mientras yo esté aquí. -ríe.
Como echaba de menos a mi abuelo...
-Cuéntamelo todo. ¿Estás en Hogwarts? ¿Desde cuando? ¿¡Y como no me dijiste nada, Arthur!? ¡Ni Remus!
-Los niños querían que fuera una sorpresa, Antonio. -ríe Arthur, y se levanta de su silla. Me sonríe y me pone una mano en la espalda, cogiéndome la otra para estrechármela.- Tenía muchas ganas de conocerte, jovencita. He oído muchas cosas sobre ti.
-Todas buenas, espero... -digo, sonríendole y este ríe.
-Sí, muy buenas, muy buenas. Sobretodo, por parte de George...
-Oh venga, hoy en vez de navidad, ¿qué es, el día de conspirar contra George? -dice el pelirrojo, angustiado, y todos reímos al oírlo y al verle tan colorado. Yo sobretodo.
-¿Entonces...? -empueza a decir mi abuelo.
-Sí, este es mi primer año. Haré los cinco que me tocan en un curso.
-Menuda locura... -dice uno de los gemelos, me supongo que es Fred, esa sonrisa no es de George.
-¡Al menos le va bien! -le regaña su madre, dándole un manotazo en el brazo. Este se queja.- Saca muy buenas notas en todo, y está haciendo cinco cursos. ¡Y vosotros, panda de bobos, no os va bien ni en uno!
-Ay, mamá... -se queja Fred.
-Es el último año... -dice George.
-¡Percy no me ponía esas excusas!
-Percy era Percy. Un aburrido. -dicen ellos dos a la vez y reciben un manotazo de cada de su madre.
-¡Me alegro tanto de que estudies en Hogwarts! ¿Y en qué casa estás, eh?
-Hufflepuff.
-¡Me lo suponía! -ríe.- Chicos, ¿sabíais que un día Rocío piso a un caracol una vez y cogió a otro que estaba al lado del que pisó diciendo que era el hermano del caracol y se lo llevó a casa, mientras se disculpaba por "haber matado" a su hermano? Le estuvo dando hojas de lechuga hasta que el caracol se hartó y su madre obligó a echarle de casa.
Todos ríen a carcajadas, sobretodo los gemelos y yo me pego en la frente con la mano.
-¡No tenías permiso para contar eso! -le digo, colorada.
-Claro que sí, merecían saberlo.
-¿¡Cómo cuidé de un caracol y hasta supliqué que se quedase a dormir!?
La genge ríe todavía más y yo me arrepiento en seguida de haber dicho eso.
-Claro. Ah por cierto, George... Ya que vas a salir con mi nieta, ¿por qué no te enseño algunas fotos de ella cuando era más jovencita? Tengo unas fotos de cuando era bebé preciosas...
-Sí claro, me encantaría. -dice George animado.
-¿¡Dónde están esas fotos!? ¡Que las quemo! -tiro de la chaqueta de mi abuelo, pero este se escapa, ríendose y coge a George del brazo.- Ay... No...




¿Y si fueras a Hogwarts...?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora