-Eh... ¡Eh! -grito, y el trío, que estaba subiendo unas escaleras, se giran.
-Rosie, ¿qué...? -Harry me mira, confuso, al igual que Ron y Hermione.
-¿Qué ocurre?
-Nada importante, Rosie. -me dice Ron.- Anda, vuelve con Justin, seguro que te anda buscando y...
-Nadie me busca Ron. ¿Os ocurre algo? Quizá pueda ayudaros...
-Oh, no, Rosie, en esto no nos puedes ayudar. -dice Harry, decidido.
-Esto es muy serio, y muy peligroso, Rosie.
-¡Pero al menos contadme que ocurre!
El trío se mira entre ellos y al final Harry mira para mí.
-Rosie... ¿Recuerdas aquella noche en el hospital que te dije todo el rollo de Voldemort?
-Ajá... -digo, temiéndome lo que puede estar ocurriendo.
-¿Y recuerdas también que te había dicho que vi como la mascota de Voldemort, la serpiente Naginni, atacaba al señor Weasley?
Trago saliva, recordando aquel momento... Pobre señor Weasley...
-Sí Harry, también.
-Bueno... Pues he tenido una visión más.
-¿¡Qué!? -exclamo, y el trío me manda callar.
-Harry ha visto como Voldemort torturaba a Sirius para conseguir la profecía...
-¿Porfecía? -pregunto, con miedo.
-Una bola de cristal. -dice Ron, intentando quitarle importancia.- Pero no te preocupes Rosie. Todo irá bien.
-¿¡Que todo irá bien!? ¿¡Y a donde vais!?
-Al ministerio. -dice Harry. Subiendo más escaleras.- Están allí. Conozco esa puerta. -se dirige a los demás y yo me quedo con cara póker.
No tengo ni la más remota idea de qué hablan.
Pero...
Quiero ayudar.
Además...
¡Mi hoja de mandrágora se ha consumido del todo! Seguro que con eso puedo ayudar.
-¿Pero como vais a ir al ministerio? No se puede salir de Hogwarts. -digo.
-Rosie tiene razón, Harry, además... ¿Y si está tratando de engañarte? -dice Hermione.
-¿Y si fuera cierto, Hermione? -exclama Harry alterado.- Es la única familia que me queda...
-Vale, es la única familia que te queda y vamos a salvarle. Sí. -resume Ron.- ¿Pero como vamos?
-Voy en tal caso. No quiero que os pase nada, chicos... -dice Harry.
-¡Iremos contigo, no te dejaremos solo Harry! -dice Hermione, algo ofendida.
-¡A ver, a ver, a ver...! ¡Qué se supone que es esto, ¿una película?! ¿¡O una historia fantástica para muggles!? ¡Dejaos de amistades ahora y al grano! -Ron sonríe y Harry parece menos tenso con mi comentario.- ¿Cómo vamos a allí?
-¿Vamos? -dicen los tres mirándose.
-Sí. Yo también quiero ir. Quiero ayudar.
-¿¡Estás loca!? -grita Ron.
-Sí, mi psiquiátrico os lo puede confirmar. ¡Basta de bromas, claro que voy con vosotros!
-¡Ahh, no, claro que no vienes! ¡Tú si que no! -dice Harry y yo frunzo el ceño.
-¡Harry he hecho los TIMOs con vosotros, no me tomes de tonta...!
-¡No te tomo de tonta! Es solo que no has venido al Ejército de Dumbledore y...
-¡Porque nadie me dijo nada! No pienso discutir, iré y ya. ¿Cuál es el plan?
-¡He dicho que no vas, y punto! -dice Harry.
-¿¡Y quién eres tú para decirme a donde voy y a donde no!? -grito, enfadada.
-¡Tú hermano mayor!
Me quedo callada. ¿Pero qué dice este? ¿Mi hermano mayor?
<<¿Eh?>>
-Escúchame. Desde que has llegado te he visto siempre como la hermanita que nunca tuve. Te enseñé a volar, a jugar a quidditch... No Rosie, no vienes y punto.
Lo miro enternecida.
Jamás me había sentido así, al menos desde que dejé a mis padres atrás.
Solo quiere protegerme, lo entiendo.
Le doy un abrazo enorme y él, un tanto sorprendido, me corresponde.
-Si soy tu hermanita, no seas tonto y deja que te ayude. Por favor. Os contaré una cosa. -me aparto y le cuento a los tres lo de mi... Bueno, lo de ser animago y eso.- Nunca me he transformado. Pero sé que puedo hacerlo. De verdad.
Ellos me miran, indecisos y algo asombrados. Tras varios minutos de meditarlo, los tres asienten.
-Muy bien. Vienes con nosotros.
-George va a matarnos si lo sabe... -se lamenta Ron.
-No pienses en eso. -le digo.- ¿Cómo vamos al Ministerio? Todavía no sabemos aparecernos.
-Cierto, las clases de aparición para los de dieciséis años aún no han comenzado... -dice Hermione.
-Vale, cierto. No podemos aparecernos dentro de Hogwarts ni en ningún sitio porque no sabemos... Pero sí podemos viajar a través de Hogwarts.
-¿A través? Los pasadizos están tapiados, ¿sabes?
-Sí, por Umbridge. -me da la razón Ron.
-No, no me refiero los pasadizos. Si no la red flú.
-¿Red flú? ¿El rollo ese de las chimeneas? ¿Hay chimeneas en Hogwarts?
Me miran los tres con cara de póker.
-¿Y luego las chimeneas de las salas comunes, Rosie? -pregunta Hermione.
-¿Y creeis que Umbridge no las tendrá controladas? -digo, intentando salir del paso de ese error.
-Mm... Rosie tiene razón, Harry. -dice de nuevo Ron.
-Ajá. Pero, ¿y en su propio despacho? -dice Harry maliciosamente.
-¿¡Estás atontado perdido!? -le digo.- ¡Nos descubrirá...! Aunque ahora con el rollo de los gemelos...
-... Estará ocupada. -termina Hermione por mí.
-¿¡Entonces a qué esperamos!? ¡Rápido, antes de que vuelva!
Echamos a correr, y Ron, a quién se le ha ocurrido la gran idea de avisar al resto del ejército, o por lo menos al resto de sus amigos.
Cuando llegamos al despacho, entramos con cuidado.
-Bien. Buscad los polvos flú, rápido. Viajaré primero, Hermione, deja ir a Rosie y...
Un carraspeo nos interrumpe y miramos temerosos a la puerta.
Umbridge, junto con su ejército de "La suma inquisidora", es decir, muchos Slytherins, nos miran con una sonrisa malvada.
-Vosotros no vais a ninguna parte. Sobretodo tú, Potter. Y Pérez.
-¿Yo? Coño, si yo...
Antes de poder contar con ellos, los Slytherins nos retienen e impiden que nos movamos.
-Dejadme a mí a la rubia. -pide nada más y nada menos que... Blaise Zabini.
<<Oh no...>>
-Oye, oye, cuidado, ¡cuidado...! -Zabini me pone los brazos detrás de la espalda y la varita en el cuello. Draco Malfoy me mira algo... ¿Compasivo? Pero en seguida su expresión cambia al ver a Harry.
-Siéntate. Volvera en seguida con Snape. -dice, refiriéndose a Umbridge, y se pone detrás de él con su varita en el cuello de mi amigo.
-Eh, afloja el agarre. Me haces daño. -le digo a Zabini.
-Lo haría si no estuviera aún algo molesto conmigo por ese patadón que me metiste. -dice, susurrándome en la oreja y dándome un beso en ella.
-Eres asqueroso, y en cuánto me sueltes pienso cortarte yo misma los huevos.
-Uy, que miedo me das... -me besa de nuevo el cuello y me lo muerde. Me estremezco.
-Zabini. -Draco lo reprende con la mirada y él, refunfuñando para su labor.
Más tarde, cuando Zabini me metía la rodilla entre mis piernas y me acercaba a él cuidadosamente para tenerme más cerca y silenciosamente para que nadie se diera cuenta, Umbridge viene con Snape que se queda en la puerta. La gorda rosa viene hacia Harry y lo mira con enfado y con mirada falsamente tranquila.
-Dime... ¿Qué hacíais vosotros tres en mi despacho?
Parece vacilar, pero luego Harry contesta:
-Nada...
No ha terminado ni de hablar y le da un bofetón en toda regla en toda la cara.
Ostras...
<<Esas dejan marcas...>>
-¡Eh! ¡Eso es maltrato físico al alumno! ¡Es denunciable! -se me ocurre decir.
Todos miran para mí y Umbridge frunce el ceño. Yo sonrío, incómoda.
-Mejor me callo, sí... -susurro. Mirando para bajo, pero Zabini me pone recta, y mientras Umbridge le pide a Snape que traiga el Veritaserum, Zabini me dice, acompañado de otro mordisco:
-Como vuelvas a dar una palabra te llevo a mi habitación y te ato desnuda a mi cama. Ya te imaginarás lo que vendría después...
Tiemblo y creo que me mareo.
Oh Dios.
¿En dónde me he metido...?
-¡TIENE A CANUTO! -oigo que grita Harry a Snape y este parece reaccionar.
-¿Canuto? ¿Qué es eso? ¿O quién? -se gira hacia Snape y Umbridge lo interroga?- ¿¡A qué demonios se refiere!?
Snape mira para Harry y luego para Umbridge.
-Ni idea. -dice con su tono pausado y lúgubre. Luego se va por donde ha venido.
-Bueno... Pues como no me queda otra... Tendré que hacer que hables por las malas... No quería pero... Tendré que utilizar el Cruciatus...
<<¡QUE HIJA DE SU MADRE!>>
-¡Eso es ilegal! -dice Hermione, preocupada. Yo no puedo decur nada, porque la varita de Zabini se me está clavando en el cuello.
-Ojos que no ven... -baja el retarto donde tenía una foto del ministro de magia, poniéndola en la mesa.- ... Corazón que no siente.
¡Yo flipo! ¡¡Esta mujer está loca!! ¡LOCA DE REMATE!
Me muevo inquieta cuando Umbridge apunta a Harry con su varita.
-Shh... Ya... Ya... Estate tranquila y todo irá bien... -me susurra al oído y me acaricia la espalda baja...
Y baja...
¡Y baja...!
Siento ganas de gritar, unas ganas de gritar que me queman la garganta.
E iba a hacerlo de no ser por Hermione, quién grita.
-¡DÍSELO HARRY!
Todos miran para mi amiga, y Umbridge parece pensárselo mejor.
-¿Decirme qué?
-¡El arma secreta de Dumbledore! No quería decirlo, pero...
-¡SÍ, Y YO SÉ DONDE ESTÁ! -improviso, también.
Hermione sonríe un nada y yo noto como Zabini me abraza.
-Bien hecho, sabía que serías inteligente como para decir la verdad, muñequita...
-¡Bien! ¡Llevadme inmediatamente allí!
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¿Y si fueras a Hogwarts...?
FanfictionEstás aburrida en casa sin nada que hacer, y como de costumbre, tu madre necesita que le hagas unos recados. Cuando vuelves a casa, decides coger también el poco correo que puede haber en tu buzón. Lo revisas y... ¿Qué tenemos aquí? Vaya, tienes una...