Visitas, visitas...

123 9 7
                                        

Bueno... Pues nada. Aquí llevo. Domingo por la tarde. Sí... Qué divertido. Uau. Vaya. Sin duda, lo más divertido de todo ha sido cuando me he tenido que tomar la medicina... Bueno, ¿qué medicina? Era mejor una poción que una medicina.
-Venga, no se haga la remolona, señorita Pérez.
-¡Pero es que huele fatal...! ¿Cómo quiere que me lo tome?
-El sabor no es tan malo como puede parecer el olor. ¡Bébaselo!
Vacilo, pero me hago la valiente y me lo tomo de golpe.
-¡AGH! -toso, asqueada.- AGUA. AGUA.
-Que exagerados los niños de hoy en día... -me da un vaso de agua y me lo acabo en menos de lo que dura suspiro.
Saco la lengua y me estremezco.
-Tiene visita, señorita Pérez. ¿Quiere verles?
-Sí claro. Pero deme otro vaso de agua. O una botella de dos litros, ya puestos...
Suspira y me da un par de vasos de agua más, que yo bebo agradecida.
-Pueden pasar. Pero a ver que hacen ustedes dos.
<<¿"Ustedes dos"? Creo saber quienes son...>>
Aparecen dos altos, idénticos y pecosos pelirrojos, con una sonrisa torcida.
-Hola Rosie. -me saludan los dos a la vez.
-¿Que hay, chicos? -me besan cada uno un lado distinto de la cara y se sienta cada uno a un lado distinto de la cama.- ¡Vaya, esto sí que es un recivimiento! No sé quién de vosotros, porque soy así de pánfila, pero me temo que uno de vosotros dos no me ha venido a visitar hasta ahora... ¿Fred? ¿Algo que decir en tu defensa?
-Diré que no me han dejado entrar porque cierto chico igual a mí se ha pasado media mañana contigo. -dice Fred, a mi derecha.
-Por no decir que luego vino don Ligón Finnigan. Por su bien, espero que no haya abusado de la confianza... -dice ahora George, cruzándose de brazos cruzados y poniendo morritos, ami izquierda.
-Sí, exacto. Le machacaremos...
-¡Fred!
-... A globos de agua, claro. -termina, con una sonrisa.
Miro hacia el techo, negando. Estos dos cuando se juntan son imposibles.
-¡Sois un par de celosos! ¡Si sabéis de sobra que sois mis chicos favoritos en el mundo! -les abrazo. Lo malo es que son tan altos que al abrazarme ellos, que se aprovechan de que soy bajita (y aún por encima estoy sentada en la cama) apoyando sus cabezas en la mía.
-¡Lo sabemos y nosotros también te queremos, ciruela! -dicen a la vez y yo me río. Que estúpidos son.
-No seré más una "ciruela" a partir de mañana. -digo, media orgullosa, media nostálgica. Ellos dos se apartan y me miran.- El tinte dura una semana, ¿recordáis?
Los dos parecen caer de la burra y se miran desanimados.
-No... -dice George.
-¡No puede ser! -exclama Fred.
-Pues nada...
-Habrá que teñírselo otra vez...
-¡No! -exclamo, aferrándome a mi pelo.- Echo de menos mi rubio...
-Bueno, ya puestos, tengo que decir que yo también lo echo de menos... -dice George, con una sonrisa culpable.
-¡Tú ya echabas de menos a Rosie al salir de la enfermería por la mañana! ¡Siempre la echas de menos!
Fred se cruza de brazos y a George parece que le va a dar algo en cualquier momento, porque está colorado como un tomate.
-¡Fred...! ¡Te voy a...!
-Eh, eh, eh. -lo para y me abraza, achuchándome y acaricia mi pelo.- No montemos una escenita delante de la niña. Que la quieres, ¿traumar? Mi niñita preciosa, cosita de papá. -me hace carantoñas, como si fuera un bebé y pongo cara de fastidio.
-Que me llaméis pequeña me fastidia, ¡pero esto ya pasa del límite, Fred!
-¿Por qué? Si eres una niña dulce y pequeñita habrá que tratarte como tal. -me abraza.
Pero yo me quedo en blanco. ¿Así se me ve? ¿Cómo a una niñita de cinco años, dulce y mona? ¿No se me ve como a una chica guapa? Que yo no pido eso, yo decía... ¿Madura? Sí, esa era la palabra.
<<¿Y a mí gustándome George cuando su hermano gemelo, idéntico a él en aspecto y en personalidad, excepto porque es algo mas tímido, piensa que soy una niñita monísima? Pues iba bien yo. Una vez más, Justin tenía razón. Pero... Si George Fred me ven así... ¿Los demás chicos también? Bueno, descartando a Seamus, él es un caso aparte... ¡Pues voy buena yo! ¿Mi futuro ya estará escrito? ¿Tendré que casarme con Seamus y tener niños que explotan todo lo lo que tocan... Al igual que su... Esto... Padre. Ay Dios...>>
-Oye, que se ha quedado mirando a la nada. -dice Fred.
-Eso es que está en trance. -dice George, pasándome una mano delante de mi cara.
-¿Qué hacemos?
-Sacarla de dónde quiera que esté.
Los dos se miran y sonríen, maliciosamente. Es cuando los dos se ponen cada uno al lado de uno de mis oídos...
Y gritan.
-¡ROSIEE DESPIEEEEEEERTAAA!
Y yo claro, salgo de mi trance, sobresaltándome tanto que luego caigo a mi cama rendida y asustada.
Pero sobretodo cansada. De tanto pensar más que nada.
-¿Crees que ya habrá salido del trance? -pregunta Fred, con una sonrisa torcida y una ceja ennarcada.
-Yo creo que sí. -ríe George y se agacha para darme un suave beso en la mejilla...
Pero no le dejo, ya que me tapo con la sábana.
-¡Oye! ¡Sal de ahí! -me dice.
-¿¡Qué!? ¡No te oigo!
-Deja de hacerte la tonta y sal de ahí... -me agarra de la sábana para tirar de ella, pero yo me aferro a la tela como si me fuera la vida en ello.- Bien, cómo quieras. Fred, estate preparado.
-Muy bien.
Noto que dejan de tirar de la sábana y yo sonrío, satisfecha. Pero no tardo en perderla, porque noto que algo se mete en la cama.
-¿¡Qué.. !?
-¡Ven aquí, no te escondas!
Ese "algo" me abraza y casi pelea conmigo bajo las sábanas por las cosquillas que me hace.
-¿¡George!? ¿¡Qué haces, George!? ¡¡Sal de mi cama!!
Este ríe y me abraza para impedir que escape.
Si yo me tapé con la sábana era para inpedir estas cosas, a mí me supera y sólo hacen que me enamore más de él.
-¡¡Ya, George, suéltame!!
-¿Ahora quieres salir, eh?
-¡Sí! ¡Déjame!
-¡Dame antes un beso! -me pide.
<<Oh no, eso no...>>
-No quiero.
-Pues no sales.
-¡George, déjame salir! ¡Me ahogo!
-George puede hacerte el boca a boca. Es muy bueno en eso.
Salgo, no sé como, pero salgo de repente, a patadas y, despeinada, miro a Fred toda colorada y le señalo.
-No. -digo solamente.
Fred ríe y yo me cruzo de brazos, haciéndome la enfurruñada. Ahora que me fijo... ¿Por qué tiene una cámara...?
-¡Ahora Fred!
George me abraza y me da un beso en la mejilla, largo y mucho nas fuerte de lo que me esperaba. Bueno, para ser sinceros... ¡No me esperaba nada de eso!
Noto como mientras asimilo todo esto, un flash tremendo me da en toda la cara.
<<Me ha dejado ciega...>>
-Vaya... Eso dejará marca... -dice Fred, riéndose y acercándose a ver mi mejilla.
-Sorda y ciega me dejáis... ¿Qué...?
-Es una foto. Para la posteridad... -dice medio picarón. Y aquí... -se pone a mi otro lado y George vuelve a abrazarme. Sacan otra foto y yo parpadeo, para acostumbrarme a la luz.- Podrán ver a su guapo tío.
-¿¡Tío!?
-Ay, que calentito se está aquí... -George se acuesta a mi lado y se tapa con las sábanas, abrazándose a mis caderas luego.
-¡George, quita!
-No. Estoy muy bien aquí. Mi peluche...
-¡De peluche nada! -digo, harta de querer que no me achuche y que no me bese.
¡Es que es tocarme y ponerme como una loca, por eso me quiero apartar de él! Así no hay quién cambie sentimientos.
-No te enfurruñes, sólo harás que George tenga más ganas de abrazarte.
-Es que está adorable cuando intenta fruncir el ceño y no puede. -se ríe, y se acerca más a mí.
-George, sal de mi cama.
-¡Ala, que mal ha sonado eso! -se ríe Fred, y se apoya en la cortinilla que separa las camas de la enfermería.
-Estoy muy cómodo...
-¡La cama de tu habitación también es muy cómoda! ¡Aire!
-¿Me echas? -dice, haciendo un puchero.
-¡Sí! ¡Sal de una vez!
-Antes dame un abrazo y un beso.
Me quejo sonoramente.
-Eres un pesado.
-¡Anda! ¿Qué te cuesta?
-¡Mucho! ¡Lárgate!
-¿Por qué no me quieres ni tocar? No seas así...
-George, me sacas de quicio...
George me mira, triste, y tira de la túnica de Fred.
-No eres consciente de lo que acabas de hacer... -dice Fred serio.
-¿Qué?
-¡Míralo! ¡Le has dejado destrozado! Eso no se hace.
<<...>>
-Me perdí.
-¡Merlín, no es tan complicado! Le has hecho daño, ¿por qué le has hablado así?
-A ver, a ver...
-¡Es muy sensible! George, no te pongas triste...
George hace un puchero y me mira con tristeza. Se nota desde aquí que es de mentira.
-Fred, George, dejad las bromas, estoy cansada...
-¡No estamos de broma! ¡George no lo está! -George asiente, muy "triste" y se inclina hacia su hermano para susurrarle algo. Yo me cruzo de brazos y espero a que... Bueno, no sé a qué espero...- Ajá, sí... Entiendo... Uh, ¡mola! Vale, estupendo. -me mira a mí.- Para que George te perdone, debes hacer todo lo que él quiera.
-Sí venga, ¿y qué más?
-De momengo eso es todo por ahora. Quiere que le abraces.
-Oh, por el amor del musgo...
-¡Y sin tardar!
George extiende los brazos hacia mí y yo lo miro con desaprobación.
-¿Esto es en serio?
-¡Y tan en serio! -Fred me empuja hacia George y termino cin la cara pegada a su pecho. Me abraza fuerte y Fred carraspea.
-¿Y ahora qué? -digo, cansada de todo esto.
-Abrázale.
<<Hazlo, cuanto antes acabes, mejor.>>
Le abrazo y noto como él aflija algo su fuerza, pero no demasiado. Me acaricia la espalda y me besa en la cabeza. Nos apartamos y George me sonríe, satisfecho.
-Muy bien. Ahora bésale.
Suspiro.
-¿Dónde quieres que te vese, George?
El calor se manifiesta por todo mi cuerpo. ¿CÓMO QUE DÓNDE?
George lo mira con el ceño fruncido y Fred sonríe.
-Dale un beso en la mejilla.
No me hago de rogar, y se lo doy rápidamente.
-Dale otro.
Vuelvo a suspirar.
-Y esta vez coge su cara entre tus manos.
Niego, mirando hacia el techo y hago lo que me manda, para luego sentir otro flash enorme.
-¡Fred!
-Dale otro más. Creo que se ha quedado con ganas.
Niego, pero la mirada seria de Fred hace que cambie de idea y lo vuelva a hacer. Al separarme, George sonríe feliz.
-Ahora, creo que quiere que te acuestes al lado de él.
-¿Y por qué razón?
-¿Qué más da? Él quiere que te acuestes a su lado. Venga, ya estás tardando.
Soplo, resoplo y vuelvo a resoplar. Oigo a George reírse, pero en serio, a mí no me hace ninguna gracia.
Me tumbo a su lado y él me abraza.
<<¿Por qué soy tan vulnerable? Lo único que quiero es que no me rompan el corazón, yo creo que es bastante justo...>>
-Bien, eso está genial. Ahora quietos...
-¡Fred, no quiero fotos!
-Pero George sí las quiere, así que estate quieta. Escóndete o algo.
-¡Pero si no me deja!
-Estoy seguro de que si escondes la cara en su hombro, a él no le importará.
Me quejo, pero no veo otra solución. Me giro y me encuentro cara a cara con George, que me sonríe de esa forma extraña. Dios. Es demasiado guapo. No deberían existur hombres así...
-Eres preciosa.
Me lo quedo mirando con extrañeza. ¿Y ese cumplido random? ¿A qué viene? ¿Y por qué a mí? No le entiendo, por lo que ruedo los ojos.
<<Si a mí me llama "preciosa", ¿cómo llamará a las chicas que le gusten?>>
Escondo mi cara en su hombro y George me aprieta contra él.
Esto empieza a ser incómodo para mí...
Otro flash y otra sonrisa pir parte de Fred.
-¡Bien! Yo creo que ya vale, ¿no, George?
Este asiente, muy satisfecho y me da un beso en la mejilla, saliendobde mi cama y poniéndose de pie.
<<Ah, ya lo tengo. Otra de sus bromas, me supongo... Y como es de costumbre, no me ha gustado.>>
Fred y George están mirando las fotos que han hecho y las comentan, diciendo cosas diferentes.
-Me gusta mucho esta, ¿a ti no?
-Sí, claro. En todas sale bien, la verdad.
-Bueno, ¡yo me encuentro mejor después de mi dosis de cariño diaria!
-¡Me alegro de que te encuentres mejor! Entonces, ¿has perdonado a Rosie?
-¡Por supuesto! Nunca podría enfadarme con ella, es un amor.
-¿Ves, Rosie? Todo se arregla con un poco de cariño y un abrazo.
<<No todo.>>
Me los quedo mirando y vuelvo a acostarme, dándoles de lado y tapándome con la sábana. Tengo sueño, estoy cansada y me duele la cabeza.
Creo que ya he pasado por suficiente.
-Os dejo solos, voy llevar todo esto a la habitación.
-Podéis iros los dos, ¿eh? Yo quiero descansar.
<<Me ha salido algo borde... Bah...>>
No oigo nada, sólo silencio. Es entonces cuando los gemelos cuchichean entre sí.
-Quiero quedarme con ella...
-Será mejor que la dejes una rato, luego vuelves. No está de muy buen humor...
-Pero...
-Ya lo sé, ya lo sé. Hablaremos más tarde de ese tema. Venga, vamos.
Oigo como se van y yo suspiro. Pero me mantengo alerta. Seguro que vuelve para vete tú saber que cosa. Escucho detenidamente oigo un ruído cerca de la cama.
¿Qué os dije?
Alguien se inclina hacia mí y noto a una presencia. Me tapo la cabeza con la sábana y oigo a George quejarse.
-Vete, George.
Suspira y lo oigo irse, ahora sí.
<<¿Por qué el amor es tan duro? Que rollo de sentimientos, maldita sea.. >>

¿Y si fueras a Hogwarts...?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora