U n o

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Sentí algo cálido apoyándose contra mi costado derecho, algo cálido y peludo, un ronroneo se escapó de mi gatito cuando yo, sin pensarlo, puse mis manos sobre su cabeza para acariciar sus lindas orejas.

Después, sentí una mano en mi hombro, obviamente, no de mi gato, los gatos no tienen manos, o eso creo. No estoy del todo despierta, no se puede esperar mucho de mi capacidad de razonamiento en las mañanas.

— Dev, Oye, Dev linda, Dev despierta... ¡Devra!

La paciencia no es una de las virtudes de mi madre, después de llamarme tres veces, la cuarta es la vencida. Y, ella me llama por apodos cuando las cosas están bien, cuando se cansa simplemente grita mi nombre. 

— Ya va, mamá, ya va.

— Hoy te mudas a tu nuevo departamento, solita como querías.— dijo, no se me pasó el tono amargo en su voz, pero lo ignore como una maestra, saltando de la cama con cierto entusiasmo.

— Es verdad. Tengo que hacer un montón de cosas... —observé a mi mamá, que me miraba con esa mueca en el rostro, esa que no pasa desapercibida y que no puedes ignorar — Mamá. 

— ¿Porque quieres irte, Devra? 

Creí ver brillosos sus ojos y puede haber sido por las lágrimas que luchaba por contener, pero sinceramente, no quería pensar en eso.

—Sabes que no es por tí que me voy, de hecho, eres la mejor mujer que conozco y voy a conocer nunca. —le dije, agarrando su mano, tratando de apoyarla, porque nadie puede ver a su propia madre llorar. Es algo que nos quiebra a todos. —Esta casa me trae muchos recuerdos. De papá. 

Mi padre suele ser un tema tabú, pero me permití sacarlo a colación esta vez.

—Además, siento que es hora de independizarme. He estado trabajando para ello, yo pagaré el alquiler con lo que he ganado…

Trabajé de mesera durante algún tiempo, a mis dieciséis hasta los dieciocho y continuaría de ser necesario.

— Y yo pago tus estudios. Sí. Lo sé. Pero voy a extrañarte…

— Voy a vivir a tres cuadras. —la regañe por ser tan dramática, pero supongo que está en una fase de mi-bebé-se-va-de-casa-y-no-puedo-impedirlo que provoca que se ponga así. 

— Venga, ayúdame con las cajas, por fa, ma. —le dije sonriendo al verla más animada. 

— Estoy orgullosa de que quieras ser independiente. — y también triste. No hace falta que me lo diga.

— Yo estoy orgullosa de tener una madre tan comprensiva y contenedora. —le guiñe un ojo.

Ella blanqueó sus ojos, mientras que yo sonreía.

— ¿Tenías alguna pestaña metida en el ojito, mami?

Cuando yo volteaba mis ojos ella se enojaba conmigo y ofendida me hacía la misma pregunta que yo acababa de hacerle. Por eso me estaba divirtiendo tanto.

—Ya déjate de payasadas. Te vas a vivir sola y todavía eres una niña.

—Soy toda una adulta. Ya soy mayor de edad. —le dije de muy buen humor, había un revoloteo en mi estómago, eran mariposas, jodiendome, haciendo una fiesta en mi panza, provocando en mí sensaciones como nerviosismo y entusiasmo.

—Que seas mayor de edad no te hace una adulta. Lo que te hace una adulta es la madurez con la que tomas decisiones y te enfrentas a las situaciones, lo que te hace una adulta es que cumplas con tus obligaciones y responsabilidades y que sepas administrar tus tiempos como corresponde. Es darte cuenta que lo más valioso no es ni el dinero ni la ropa, si no, las personas que te rodean.

Mi querida bola de pelos |✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora