El domingo iba a ser mi día de descanso, ya que el viernes tuve esa misma intención y mi madre arruinó mis maravillosos planes que consistían en hacer nada y rascarme el ombligo a dos manos.Pero, una vez más y como era de esperar, no me tiraría en la cama y comería chocolate mientras veo porquerías románticas en la televisión hasta explotar.
Resulta que Whiks se veía decaído y vomitó una vez, y para mí eso es motivo más que suficiente para llevarlo a un veterinario abierto las 24hs a pesar de que quede a media hora de distancia de aquí.
A diferencia de muchos otros gatos, al mío no le da ansiedad salir, pero le da pereza. Como todo lo que no sean acciones destinadas a pedir comida —o comer.
Así que, para no tener que llevarlo encerrado (porque se molesta y está pesado) le puse una correa, si, como un perro. Se vio un poco ridículo, pero no importaba.
Al salir de casa, tuve que arrastrar a Whiskers no sin dificultad a través del pasillo hasta llegar a la escalera, ya que pensé que el ejercicio no le vendría nada mal, pero se negó rotundamente a bajar un escalón.
A veces me preguntaba si estaba cuidando de un gato o de una diva.
Lo levanté en brazos para que no ofrezca resistencia y lo llevé hasta el ascensor. Sin embargo me quedé estancada antes de entrar y suspiré después de ver el rostro tan familiar justo allí. Las puertas se cerraron pero él las sostuvo entonces, me miraba con algo que no podía calificar como nada más que indiferencia. Pero no me tragué ese cuento. Si fuera tan indiferente no sería tan idiota conmigo.
—¿Vas a subirte o quedar ahí parada como boba sosteniendo a tu gato obeso?
—¡No le digas así! —le gruñí y acerqué más a mi pecho a mi minino. —Y si vas a comportarte como lo haces habitualmente a mi alrededor, prefiero que bajes y luego lo haré yo.
Las malas formas de Gael ya me molestaban mucho menos que antes, ya que descubrí que no es malo a propósito, solo es un imbécil. Lo cierto es que no quería meterme en un espacio cerrado con él sin saber si Travis le había dicho algo acerca de los planes de Dennis. Por el momento, parecía que todavía no se lo había comentado, para mí fortuna.
—No seas ridícula y pasa. Se me está cansando el brazo de sostener las puertas.
Tragué saliva y subí al ascensor. El viaje de aquí hasta abajo duraría menos de cinco segundos, ni siquiera podría hablarme de la cita doble si quisiera.
Claro que, mi sentido común no tuvo en consideración que esos cinco segundos podrían aumentar en caso de una falla del elevador. Cuando se detuvo, con un movimiento brusco, las luces automáticamente se apagaron, y un grito escapo de mis labios antes de que pudiera pensar en una explicación racional de lo que estaba sucediendo. Mi cabeza viajó sin mi permiso al recuerdo de las escasas películas de terror que Dennis me obligaba a ver. Los acelerados latidos de mi corazón recuperaron su ritmo normal una vez que Gael encendió las luces de emergencia.
—Bueno, mierda. —dijo mientras sacaba su celular y negaba con la cabeza. —Sin señal.
Trague saliva y abrace con mas fuerza a mi minino. Después de un tiempo de silencio incómodo en el que Gael intentaba comunicarse por su teléfono celular sin tener éxito, tomó asiento en el piso del ascensor y me miró con lo que calificaria como aburrimiento, o mejor dicho, fastidio por la situación. Podía entenderlo, de hecho.
—¿Suele ocurrir esto seguido?—pregunte, sin tolerar un minuto más el tenso silencio.
—Algunas pocas veces al mes. —me contestó de forma cortante, mirando hacia el techo del elevador. Pensé entonces que eso es toda la conversación que podría obtener de su parte y tendría que soportar la tensión como si pudiera en un lugar tan encerrado como este. Empecé a sentir calor de repente, cuando caí en cuenta de la situación en la que me encontraba: Un chico caliente, encerrado conmigo en un espacio demasiado pequeño, y asfixiante. —¿A dónde llevas al gato?— pregunto para mi total sorpresa, y sin ninguna burla. —¿Vas a sacarlo a pasear?— y ahí estaba el bromista.
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Mi querida bola de pelos |✔
Teen FictionCuando Devra se muda teniendo como única compañía a su fiel felino, no pensaba que su vida sería tan interesante. Su minino hizo que conociera a su vecino, el chico ideal: le gustaban los gatos tanto como a ella, escuchaba la misma música que ella y...