V e i n t i d ó s

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Una vez que pude superar mi histeria, con mucha fuerza de voluntad, me quedé callada esperando que mi madre diese una excusa medianamente aceptable para lo que me hizo. Aunque dudo que haya realmente una.

Nunca esperé una traición tan grande. Pensé que éramos las dos contra el dolor y la incertidumbre de no saber nada de nuestros seres queridos, pero al parecer, fui la única estúpida durante estos últimos dos años que lo sufrió.

—Hace dos años él me mandó una carta el día de tu cumpleaños, pidiendo que te felicite de su parte. —ella miraba sus manos pareciendo avergonzada. Bien. Debería estarlo. —No lo hice. Porque no quise ilusionarte de algún modo. No quería que pienses que volvería o algo parecido.

—¿Y no pensaste que tenía derecho a saber que mi papá no se había olvidado de mí?

—¡No soy perfecta Devra! —cerré la boca de golpe ante su exabrupto poco característico. —No quería hacerte sufrir más. Es cierto, te oculté cosas y no estuvo bien y fui... una mala madre.

Quedé muda ante las palabras, crudas y desnudas. Mi madre parecía lista para recibir una cachetada y no pude evitar sentir compasión, desde lo más profundo de mi corazón: Es mi mamá y verla deshecha me estaba lastimando.

—Eso no es cierto. —dije, segura pero un poco apenada de haber hecho que ella pensara algo tan errado y horrible.

—Lo es. Si te hubiera acompañado más, si hubiéramos hecho terapia las dos juntas, si hubiese sabido ahorrarte el dolor de una forma distinta a la mentira entonces sería una buena madre y no te hubieras mudado por los recuerdos. Pero no pude darte el apoyo que merecías. No fui suficiente.

Había sinceridad brutal en su voz y una tristeza que yo sentía como propia.

—No puedo permitir que pienses algo así, ma. —me encontré diciendo, mucho más dócil y menos rabiosa que cinco minutos atrás.

Estos cambios bruscos de emoción van a acabar con mi energía psíquica.

—Ma, no eres perfecta. —me senté a su lado, ella estaba ocultando su rostro, seguramente lleno de lágrimas. —Pero jamás te cambiaría por nada del mundo. No me fui solo por los recuerdos. Realmente quiero independizarme en todos los sentidos, siempre fui dependiente de ti y de la opinión de los demás. Estoy trabajando en eso, pero necesito... necesito crecer. Y no veo mejor manera de hacerlo que esta. Entonces, terapia familiar o no, me hubiese ido de aquí. No es un error de tu parte, es un proyecto y deseo propio. 

Ella se observo mas tranquila, pero su rostro muestra inquietud. Pero todavía no he terminado de hablar:

—No estoy feliz con que me hayas mentido como lo hiciste, mamá . —aclaré con honestidad, esforzándome por mirarla a los ojos. —Pero eres la misma mujer  fuerte que se quedó  conmigo y me crió sola durante los últimos seis años. Eso es algo que nunca voy a olvidar. —suspiré con resignación. 

Ni siquiera puedo estar molesta cuando la realidad es que ella me cuidó, me contuvo, y sé que jamás fue fácil para ella. 

—Yo también te amo, Devra. Y te prometo no guardar más secretos.

—¿Hay algo más que no me estés diciendo...?

—Bueno... —esta mujer quiere darme un infarto. —Hace aproximadamente un mes tuve contacto con tu hermano.

Parpadeé un par de veces.

—Tiene que ser una broma.

—Será mejor que te sientes.

Obedecí a regañadientes, sin atreverme a mirar a Gael y recordando repentinamente su presencia. Me puse totalmente roja.

Después de haberlo hecho pasar por esto no hay forma de que me hable de nuevo.

Mi querida bola de pelos |✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora