—Iré a buscar las bebidas. ¿Qué quieres?
—Para ser un completo idiota no haces mal el rol de parejita del baile. —dije sin poder contener mi lengua, por lo que él contestó alzando una ceja con clara diversión. —¿Qué? —exigí saber, sacando el valor de alguna parte oculta en mi.
—Nada, pensé que al final Paul iba a tener razón y estabas coqueteando conmigo, Abrams.
—En tus sueños, imbécil. —contesté acalorada, agradeciendo no haber estado tomando nada por si terminaba escupiendo el líquido, pero al mismo tiempo deseando tapar mi rostro con una copa.
Él sonrió de lado, un poco arrogante y muy provocador, y se fue, gracias a los dioses, porque si se hubiese quedado parado ahí con esa sonrisa estúpida, yo hubiese hecho cualquier estupidez para sacársela de los labios, alguna estupidez loca como besarlo.
Suspiré mientras intentaba no estampar mi cabeza contra la mesa por aquellos repentinos y fuertes pensamientos tan extraños, que insistían en aparecer en estos desafortunados momentos. Recordé que estaba en un lugar público y alcé la barbilla, poniendo mis hombros hacia atrás y acomodando mi trasero en el asiento como si fuese una dama muy fina.
El panorama de algún modo me hizo dirigir mis pensamientos al último libro que leí, ya que el libro trataba de un príncipe y un palacio en el que celebraba los más increíbles festejos. En un capítulo al que imaginé como una escena épica, el príncipe, (al cual imaginaba de ojos azules por algún extraño motivo) sacaba a bailar a su enamorada, (que nunca se tropezaba, pero si lo hacía, nunca quedaba mal, porque todos la adoraban e idolatraban) y se besaban apasionadamente, dando a conocer su imposible pero apasionado romance frente una malvada mujer que quería destruir sus sueños de amor...
Es una suerte que ese no sea el caso, ya que para empezar Gael y yo no estamos enamorados, para seguir, él es de todo menos un príncipe y por último, no hay ninguna mujer malvada para atacar nuestro vínculo... vínculo que no existe.
¿Por qué estaría este tonto tardando tanto para traer los tragos?
Fue cuando la curiosidad se hizo fuerte en mi que no pude evitar levantar la cabeza e inclinar un poco mi cuerpo para obtener una mejor visión desde mi lugar de la barra de bebidas, y ahí estaba Gael, sonriendo estúpidamente frente a una preciosa chica rubia de cuerpo esbelto y piernas largas.
Por supuesto que me indigné, pero era una indignación que estaba lejos de ser un ataque de celos, si no que estaba relacionada con el hecho de que tenía una abrumadora sed y el desconsiderado de mi vecino prefería estar coqueteando y hacer el tonto con una barbie humana de nuestra edad en vez de traer las bebidas como había dicho que haría. Consideré desagradable el modo en el que se sonreían con complicidad y la mano de ella tocaba su antebrazo con gran familiaridad.
—¡Devra! ¡Hola!
Caí en cuenta de lo perdida que había estado en mis pensamientos solo cuando la voz de Travis interrumpió mi análisis de la critica situación. Cuando lo miré, sorprendida, me tranquilizo un poco saber que sus rasgos seguían pareciéndome tan hermosos como siempre, fue un consuelo saber que Travis me gustaba: De esa forma, definitivamente yo no podía sentir nada por mi otro vecino estúpido.
—Hola. —contesté casi tartamudeando, con una sonrisa suave, pero no muy sincera.
El malhumor era culpa de Gael (¿Quién mas?) y su amiguita rubia. Me mordí el labio y me obligué a pensar que el malhumor era culpa de la incertidumbre, ¿y si ella era su novia? Yo quedaría mal por haber venido con el a la fiesta como su acompañante. Pero eso no tenía sentido, (y no me gustaba pensar en ella como su novia. No harían una linda pareja, definitivamente, se verían horrible juntos) porque si fuese su novia, ¿Por qué el hubiera accedido a tener una cita con Dennis anteriormente? Si bien puede haberla conocido después, tenían una familiaridad única, parecían conocerse desde hace años...
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Mi querida bola de pelos |✔
Novela JuvenilCuando Devra se muda teniendo como única compañía a su fiel felino, no pensaba que su vida sería tan interesante. Su minino hizo que conociera a su vecino, el chico ideal: le gustaban los gatos tanto como a ella, escuchaba la misma música que ella y...