—¿Entonces no necesitan ninguna ayuda, Dev, estas segura?
—Taneesha, ya te dije que no hace falta, por favor ve a tu picnic vegano con mi hermano, que no siempre está dispuesto a dejar de lado su comida chatarra y comer verduras. —dije expresando una calma que no sentía, con una sonrisa falsa aunque ella no podría verme a través del teléfono.
—Pero te dije que los ayudaría a cuidar al hijo de tu vecina hoy, y no falto a mi palabra.
—De verdad, no te preocupes. —contesté observando como Gael corría detrás de Bobby, que corría para atrapar a Whiskers y torturarlo horriblemente con abrazos y tirones de cola. —Ve, y disfruta siendo una buena influencia para el imbécil de mi hermano.
Después de un suspiro, ella aceptó a regañadientes.
—De acuerdo, pero llámame cualquier cosa.
—Seguro, adiós. —corté rápidamente la llamada para correr a evitar que el niño tocara a mi gatito.
Sabía que en cuanto Bobby pudiera tocar a mi gato se desataría el caos en el departamento, ya que Don Whiks no es muy paciente con los niños y no se lo pensaría dos veces antes de arañar su brazo, y eso sería solo una advertencia de lo que sus feroces garras y temperamento fuerte pueden hacer en conjunto.
Detuve a Bobby, prometiéndole golosinas mientras que le daba tiempo a mi mascota a huir y esconderse debajo de mi cama.
—¿Llamaron los refuerzos?
—Si...
—¿Y...?
—Le dije a Taneesha que no se preocupara y disfrutara su cita con Sammy.
—¿Qué? ¿Estas loca?
—Vamos, es solo un niño, podemos manejarlo. —dije poco convencida. —además, dijo que podía llamarla en caso de emergencia.
—Por si no te diste cuenta, esto —señaló al mocoso corriendo y dando vueltas alrededor del sofá —es una emergencia.
—Exagerado. —bufé cruzándome de brazos. —Es solo un pequeñín de siete años, ¿qué tan difícil puede ser cuidar de él?
Me tragué esas palabras unos segundos más tarde de haberlas dicho. El niño era una pesadilla andante.
Su energía era interminable y a menudo quería salir a pasear y tomar helado, y cuando no conseguía lo que quería...
Dios, era un mocoso malcriado y alguien debería hacer algo.
Pero, como no somos sus padres, no pudimos hacer nada más que resistir y agradecer cuando salimos vivos de esa situación.
—Gracias, muchas gracias chicos. —nos dijo Martha. —espero que no haya causado ningún problema...
—Bueno... —empezó a decir Gael, habiendo perdido todo rastro de caballerosidad por el cansancio y la irritación de tener a ese niño gritándole en el oído por horas.
Golpeé suavemente sus costillas con mi codo y le di una sonrisa forzada nuestra vecina.
—No te preocupes, fue una... experiencia interesante. Adiós.
Y puede que haya sido un poco grosero de mi parte cerrarle la puerta en la cara, pero en mi defensa, el niño me había dejado traumatizada.
Gael y yo tuvimos la misma idea y fuimos a tirarnos al sillón, yo me desplome exhausta y apoyé la cabeza en su hombro.
—De todas las actividades agotadoras que teníamos para hacer... jamás estuvo en mi agenda cuidar un niñito caprichoso. —se quejó en voz alta.
Tras unos segundos de procesar sus palabras mis mejillas empezaron a sonrojarse.
Whiks, al verse fuera de peligro, salió de su escondite y se subió al sillón. Lo acaricié distraídamente.
—Si me das unos minutos para recargar energías, todavía podemos hacer esas actividades que tenías pensadas.
Contuve el impulso de taparme la boca luego de decir aquello. Ya estaba dicho y con total sinceridad, no había forma de recuperarlo.
—No pensé que estarías de acuerdo, pero acabaste de alegrar mi día.
Su sonrisa pícara hizo que mi vientre cosquilleara y que mis piernas temblaran un poco, con anticipación.
—Solo si usamos condón. —aclaré.
—¿Bromeas? ¡Por supuesto que usaremos protección! La experiencia que acabamos de vivir es la más anticonceptiva que jamás haya experimentado.
Su confesión me hizo estallar en carcajadas.
Besé su mejilla, feliz de que estuviéramos en la misma página.
Quizás algún día tuviéramos bebés humanos, pero por ahora los únicos bebés que queremos cuidar y amar son nuestros bebés mascota. Su can-hijo y mi gat-hijo son las únicas vidas bajo mi responsabilidad con la que estoy dispuesta a lidiar por el momento.
—Te amo, imbécil.
—Lo sé, mirona... también te amo.
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Mi querida bola de pelos |✔
Ficção AdolescenteCuando Devra se muda teniendo como única compañía a su fiel felino, no pensaba que su vida sería tan interesante. Su minino hizo que conociera a su vecino, el chico ideal: le gustaban los gatos tanto como a ella, escuchaba la misma música que ella y...