C u a t r o

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Al llegar al apartamento de al lado, inmediatamente un perro de tamaño medio saltó sobre mi, moviendo la cola amistosamente como saludo a pesar de no conocerme. Es el mismo perro de la máscara (más tarde busque en internet, porque me dio curiosidad y su raza es: Jack Russell Terrier) 

Es cierto que no me gustan mucho los perros, pero eso no quita que los considere adorables en cierta medida. Puse una mano en su cabeza y la acaricié dubitativa. Fue extraño sentir su pelaje corto y duro entre mis dedos.

—¿Lo estoy haciendo mal? Quiero decir… ¿lo estoy acariciando de la manera correcta?

La carcajada de Charlotte me hizo mirarla directamente.

—Cariño, no hay una manera de acariciar correctamente a los perros. Lo que sea que hagas, les gustará. 

Bueno, qué gran revelación. Cada gato es un mundo y hay una manera buena de tocarlos y una manera mala.

—Entonces, ¿su nombre es? 

—Dexter, nuestro fiel y buen chico, ¿no es así? —preguntó mientras silbó para llamar su atención. El can fue corriendo con la lengua afuera y moviendo amistosamente su cola. 

Whiskers se disgustaría ante tal demostración de amor. Él prefería arañar y morder mi mano para demostrar su cariño hacia mí. 

—El baño está en el pasillo a la izquierda, si necesitas lavarte las manos. —me dijo mientras sacaba todos los (pocos) ingredientes que tenía. —De todos modos tenemos que esperar a Gael. —ella puso los ojos en blanco y sonreí.

Fui a asearme a dónde me indicó y cuando salí del baño unos minutos más tarde escuché dos voces: Una claramente se trataba de Charlotte, la otra era masculina, sexy y muy irritante. Tragué saliva sabiendo que iba a encontrarme con mi molesto vecino. Me preparé mentalmente para el encuentro con él. 

Fui hasta la cocina y parecieron ignorarme por unos segundos mientras discutían. 

—Te dije que traigas leche descremada, Gael, ¿acaso no puedes pensar en nuestra salud, zopenco? 

—No puedo creer que te guste esa leche sin sabor, arpía, si le preguntamos a Paul me dará la razón en preferir esta leche.

Era una discusión típica de hermanos, tanto que me hizo extrañar con dolor en mi corazón a mi propio hermano. Y hacía años que no lo veía. Mi sonrisa sincera y mis ganas de llorar eran las cosas más contradictorias del mundo.

 —Ah, hermanito. —Charlotte sonrió como el Gato Risón de Alicia en el País de las Maravillas. —He traído aquí una invitada especial a la cual espero que trates lo más cordialmente posible, o no probarás una miga del pastel de hoy. 

Gael me miró y después miró a su hermana como si estuviera completamente loca y fuera de lugar. No lo culpo, pero fue muy grosero. 
 
—¿Qué hace la espía acosadora aquí? 

—¿Acosa qué? ¡No soy eso, imbécil! —me sonrojé pero me sentí profundamente agradecida por la distracción. No quería pensar en el hermano que hace tanto no veo. 

—Bueno, acosadora no, pero un poco mirona. Quiero decir, a mí en la primera vez que nos conocimos, a Travis en la ventana…

—¿Sigues creyendo que te choqué a propósito? —pregunté mosqueada arrugando mi nariz. 

—Pues claro, nadie es tan torpe porque si. Aunque supongo que podrías serlo.

Abrí la boca indignada, hasta que Charlotte negó con la cabeza y subió la voz:

—Me parece que nadie quiere una porción de pastel hoy. Es una verdadera lástima. 

Chasqueó sus labios y se puso a cocinar ella sola. Inmediatamente Gael quiso ayudar —sospeché desde un inicio que era solo para poder beneficiarse de los resultados— y yo me acerqué también. Lo único que hicimos fue seguir instrucciones callados, de vez en cuando nos veíamos con recelo. Charlotte pareció notar nuestras miraditas de odio y decidió poner música. La música era tan alegre que quise bailar casi inmediatamente, y sin quererlo coloqué una sonrisa en mi cara. Pero Gael parecía aún más amargado.

Mi querida bola de pelos |✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora